(Sergio Leone – L’italiano che inventò l’America, Italia, 2022)
Dirección. Francesco Zippel/ Guión. Francesco Zippel/ Fotografía en color. Carlos Alberto Orecchia, Luca Ciuti y Marco Tomaselli/ Música. / Edición. Michele Castelli y Christian Lombardi/ Dirección de Arte y miniaturas. Galy Blay, Linda Bluml, Florence Ford/ Producción. Federica Paniccia, Carlos Alberto Orecchia, Leone Film Group, Compagnia Leone Cinematografica, Sky Studios Italia/ Con. Ennio Morricone, Quentin Tarantino, Clint Eastwood, Robert De Niro, Martin Scorsese, Steven Spielberg, Eli Wallach, Rafaella Leone, Andrea Leone, Francesca Leone, Giuseppe Tornatone, Dario Argento, Darren Aronofsky, Jacques Audiard, Jennifer Connelly/ Duración. 107 mins.
SINOPSIS
Retrato personal y fascinante sobre el extraordinario e influyente cineasta italiano Sergio Leone (1929-1989), célebre por la creación del llamado Spaguetti Western con su trilogía del hombre si nombre en los años sesenta, conformada por: Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El bueno, el malo y el feo. Su vida, su carrera, su trabajo magistral, está contado por sus amigos, colaboradores y miembros de su familia. Desde su admiración por los realizadores estadunidenses John Ford y Howard Hawks hasta la caótica producción de Érase una vez en América, su última película que le llevó más de diez años (el corte del director solo se pudo ver en el Festival de Cannes y luego fue de nuevo editada por los productores para su indignación), el presente documental va recorriendo la vida, la obra, las obsesiones, el estilo, los hallazgos y la maestría de un realizador que concretó un aporte singular a la historia del séptimo arte. Sergio Leone – L’italiano che inventò l’America es sin duda una fascinante lección cinéfila sobre un hombre visionario.
De manera reciente, los documentales sobre figuras cinematográficas se han puesto de moda y no es para menos. Resultan por sí mismo clases magistrales sobre personalidades esenciales del llamado séptimo arte como sucede con Ennio, el maestro de Giusepe Tornatore o Friedkin sin cortes del italiano Francesco Zippel, extraordinario trabajo sobre el genial William Friedkin, director de El exorcista, Contacto en Francia o Cruising, entre otras. De nuevo Zippel regresa al género del documental con otra obra excepcional centrada en la máxima figura del spaguetti western copiada en todo el mundo inclusive en México como lo demuestran los chili westerns El Trunco Maclovio, Los marcados y Todo por nada de Alberto Mariscal, entre otros más. Y no sólo eso, Sergio Leone, el hombre que inventó América (2022) aún sin estrenar en salas de México ni en las plataformas habituales, muestra esa otra faceta de un realizador obsesionado con sus ideas como llevar hasta sus últimas consecuencias un proyecto sobre la creación de la mafia en Estados Unidos que pudo haber surgido en paralelo a El Padrino (1972) de Francis Coppola y le llevó 11 años levantarlo y a su vez por culpa de sus distribuidores (Warner Bros) termino por costarle el infarto que acabó con su vida en 1989 sin que pudiera terminar el que sería su siguiente proyecto: Leningrado.
Uno de los puntos más fuertes del documental son la serie de testimonios que aportan figuras imprescindibles del cine contemporáneo. Es decir, asistimos a una suerte de clase virtual de la mano de Scorsese, Tarantino, De Niro, Spielberg, Argento que trabajó con él y con Bernardo Bertolucci en el guión de Érase una vez en el oeste, Clint Eastwood a quien no sólo convirtió en estrella de Hollywood después de su paso con Leone en Italia y España, sino que el propio Eastwood terminó por trastocarse en notable director de cine gracias a sus enseñanzas (y a las de Don Siegel, el otro gran director que lo acogió), el productor Arnon Milchan que produjo finalmente la trama de Érase una vez en América y que terminó por colapsar cuando los ejecutivos de la Warner decidieron re editarla y exhibirla en dos partes y por supuesto el fabuloso compositor Ennio Morricone que de alguna manera se convirtió en coautor musical del director, aportando sus sonidos y sus bandas sonoras hoy clásicas a las tramas de Leone.
Sergio Leone, el hombre que inventó América habla de sus inicios familiares, con su padre Vincenzo Leone que usaba el seudónimo de Roberto Roberti, un creador antifascista que fuera realizador de cine y actor y su madre, diva de cine silente: Edvige Valcarengh que usaba el apelativo de Bice Waleran. Es decir: Sergio Leone creció con el cine en las venas, sin embargo, no fue sino hasta su adolescencia que quiso saber porque su padre se dedicó con tanta vehemencia a ello y así fue que decidió él mismo sumergirse en su totalidad en el séptimo arte.
El documental deja de lado sus inicios como asistente de director en obras clave como: Ladrones de bicicletas, Quo Vadis, Helena de Troya y aunque suplió brevemente a Mario Bonnard en Los últimos días de Pompeya y a Robert Aldrich en Sodoma y Gomorra, en realidad su primera película oficial es El coloso de Rodas (1960) inscrita en la misma corriente de la mayoría de aquellas: el cine de péplum o películas de romanos (o griegos), no obstante decidió ironizar y presentar al protagonista del filme como una suerte de playboy en tiempos de la antigua Grecia protagonizada por el galán estadunidense Rory Calhoun, la bella italiana Lea Massari (actriz de Michelangelo Antonioni y Louis Malle) y el galán francés George Marchal, para contar la historia del héroe griego Darío, que, disfrutando de unos días de descanso en el puerto de Rodas, verá perturbado su sosiego debido a una revuelta de esclavos que luchan contra la opresión del perverso tirano de la isla, que buscará la alianza de los fenicios para aplastar la rebelión.
Después de El coloso de Rodas se inicia su obra más personal con la “trilogía del dólar” o del “hombre sin nombre”, que arranca con Ennio Moricone como colaborador permanente y una sociedad cinematográfica de por vida con quien fuera su excompañero de escuela, Sergio Leone, quien lo contrató para componer Por un puñado de dólares el primero de sus Spaghetti Westerns. Una trilogía de obras maestras en su fase más irónica, desparpajada y cruel: Por un puñado de dólares (1964), Por unos dólares más (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966), protagonizadas por Clint Eastwood, un actor que tuvo que emigrar a Italia para convertirse en estrella, portando un gabán roído (usado más tarde por Michael J. Fox, como protagonista de Volver al futuro 3) y un puro entre los labios. Filmes fundamentales dentro de la corriente del spaghetti western en la que Leone, apoyado en una fotografía estupenda, un hábil montaje, y sobre todo la característica música de Morricone logró un crudo retrato del western y de la guerra civil estadunidense, inspirada la primera en Yojimbo (1961) de Akira Kurosawa.
En efecto, una de las mayores renovaciones a un género que parecía haber muerto a principios de los setenta, la aportó el talentoso Leone con sus relatos plagados de cinismo, acción y humor negro. Personajes de una amoralidad delirante y vueltas de tuerca en tramas donde reina la ambición y el sadismo. Escenas antológicas como ese virtuoso travelling circular alrededor de unas tumbas mientras se escucha el tema “El éxtasis del oro” de Morricone, la secuencia del duelo final en el cementerio, o el equívoco entre soldados confederados y de la Unión a causa del polvo en sus uniformes en El bueno, el malo y el feo.
Lo mismo sucedería con esa obra maestra que es Érase una vez en el oeste (1968) con un reparto espectacular que incluye a Henry Fonda, Claudia Cardinale, Charles Bronson, Gabrielle Ferzetti y Marc Wolff, entre otros y un guión de Bertolucci, Argento, Leone y Sergio Donati. Narra la historia de Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés que vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos. Una película de enorme violencia y belleza que resultaba toda una metáfora sobre la civilización con la llegada del ferrocarril, filmado en los Estudios italianos de Cineccita, Almería, La Calahorra, cerca de Granada y en los mismos escenarios estadunidenses donde John Ford rodó la mayor parte de sus películas.
Algo similar ocurre con Érase una vez la Revolución, llamada también Héroes de mesa verde (1971) filmada en México y dirigida por el legendario cineasta italiano Sergio Leone. Lo curioso es que Héroes de mesa verde, fue un proyecto que Leone evitó hasta donde pudo, originalmente sólo lo produciría. No obstante consiguió un relato muy entretenido aunque poco verosímil: una visión de la Revolución mexicana tan extravagante como excesiva y Ennio Morricone compuso una de sus mejores bandas sonoras. La película fue censurada en nuestro país por casi 10 años: el motivo el tratamiento que Leone y sus guionistas hicieron del país y de la Revolución, por cierto no muy alejado de las cintas con Pedro Armendáriz y María Félix. Rod Steiger encarna al bandolero mexicano Juan que se relaciona con James Coburn en el papel de Sean, miembro del Ejercito Republicano Irlandés, traicionado por un amigo y que llega a México para apoyar la Revolución. Entre otras cosas Juan aclara que la Revolución la planean los ricos mientras comen y la hacen los pobres, también dice que está muy bien dotado tanto como Pancho Villa.
Finalmente le llevaría 12 años producir su gran proyecto: Érase una vez América (1983), que adaptaba la novela de Harry Grey sobre la vida de un gángster de origen judío para ofrecer una impresionante metáfora de los valores que conformaron a Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX. Once Upon a Time in America protagonizada soberbiamente por Robert De Niro y James Woods, representa uno de los grandes documentos sobre la mafia y sus valores de lealtad y ética criminal como antecedente de las obras del cine mafioso de los noventa. El filme abre y cierra en un fumadero de opio con De Niro esbozando una amplia sonrisa y relata a principios del siglo XX, la historia de David Aaronson, un pobre niño judío que conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros chicos, conforman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en capos mafiosos.
Como lo relata el documental, su duración era de casi cuatro horas: 225 mins y fue reducida a poco más de dos horas contada de manera lineal y no a través de flashbacks y flashforwards, a cargo del editor de las cintas de Academias de policía, Zach Staenberg, aquello, le provocó a la larga problemas con el corazón a Leone quien murió en 1989 dejando inconclusa la preproducción de Leningrado. Otra de las grandes aportaciones del documental, son los sentidos y agradables testimonios de sus dos hijas: Rafaella y Francesca y su hijo Andrea, así como la información de críticos de cine como Noel Simsolo y el director de la Cineteca de Bologna y sobre todo, los espléndidos y desconocidos materiales de archivo, grabaciones de audio y por supuesto, la presencia y el testimonio del propio Sergio Leone, en un documental fabuloso que no tiene desperdicio alguno.
RAFAEL AVIÑA
Centro Histórico de la Ciudad de México
14 de mayo 2024
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