SERGIO LEONE, EL HOMBRE QUE INVENTÓ AMÉRICA

(Sergio Leone – L’italiano che inventò l’America, Italia, 2022)

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Dirección. Francesco Zippel/ Guión. Francesco Zippel/ Fotografía en color. Carlos Alberto Orecchia, Luca Ciuti y Marco Tomaselli/ Música. / Edición. Michele Castelli y Christian Lombardi/ Dirección de Arte y miniaturas. Galy Blay, Linda Bluml, Florence Ford/ Producción. Federica Paniccia, Carlos Alberto Orecchia, Leone Film Group, Compagnia Leone Cinematografica, Sky Studios Italia/ Con. Ennio Morricone, Quentin Tarantino, Clint Eastwood, Robert De Niro, Martin Scorsese, Steven Spielberg, Eli Wallach, Rafaella Leone, Andrea Leone, Francesca Leone, Giuseppe Tornatone, Dario Argento, Darren Aronofsky, Jacques Audiard, Jennifer Connelly/ Duración. 107 mins.

 

SINOPSIS

Retrato personal y fascinante sobre el extraordinario e influyente cineasta italiano Sergio Leone (1929-1989), célebre por la creación del llamado Spaguetti Western con su trilogía del hombre si nombre en los años sesenta, conformada por: Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El bueno, el malo y el feo. Su vida, su carrera, su trabajo magistral, está contado por sus amigos, colaboradores y miembros de su familia. Desde su admiración por los realizadores estadunidenses John Ford y Howard Hawks hasta la caótica producción de Érase una vez en América, su última película que le llevó más de diez años (el corte del director solo se pudo ver en el Festival de Cannes y luego fue de nuevo editada por los productores para su indignación), el presente documental va recorriendo la vida, la obra, las obsesiones, el estilo, los hallazgos y la maestría de un realizador que concretó un aporte singular a la historia del séptimo arte. Sergio Leone – L’italiano che inventò l’America es sin duda una fascinante lección cinéfila sobre un hombre visionario.

 

De manera reciente, los documentales sobre figuras cinematográficas se han puesto de moda y no es para menos. Resultan por sí mismo clases magistrales sobre personalidades esenciales del llamado séptimo arte como sucede con Ennio, el maestro de Giusepe Tornatore o Friedkin sin cortes del italiano Francesco Zippel, extraordinario trabajo sobre el genial William Friedkin, director de El exorcista, Contacto en Francia o Cruising, entre otras. De nuevo Zippel regresa al género del documental con otra obra excepcional centrada en la máxima figura del spaguetti western copiada en todo el mundo inclusive en México como lo demuestran los chili westerns El Trunco Maclovio, Los marcados y Todo por nada de Alberto Mariscal, entre otros más. Y no sólo eso, Sergio Leone, el hombre que inventó América (2022) aún sin estrenar en salas de México ni en las plataformas habituales, muestra esa otra faceta de un realizador obsesionado con sus ideas como llevar hasta sus últimas consecuencias un proyecto sobre la creación de la mafia en Estados Unidos que pudo haber surgido en paralelo a El Padrino (1972) de Francis Coppola y le llevó 11 años levantarlo y a su vez por culpa de sus distribuidores (Warner Bros) termino por costarle el infarto que acabó con su vida en 1989 sin que pudiera terminar el que sería su siguiente proyecto: Leningrado.

        Uno de los puntos más fuertes del documental son la serie de testimonios que aportan figuras imprescindibles del cine contemporáneo. Es decir, asistimos a una suerte de clase virtual de la mano de Scorsese, Tarantino, De Niro, Spielberg, Argento que trabajó con él y con Bernardo Bertolucci en el guión de Érase una vez en el oeste, Clint Eastwood a quien no sólo convirtió en estrella de Hollywood después de su paso con Leone en Italia y España, sino que el propio Eastwood terminó por trastocarse en notable director de cine gracias a sus enseñanzas (y a las de Don Siegel, el otro gran director que lo acogió), el productor Arnon Milchan  que produjo finalmente la trama de Érase una vez en América y que terminó por colapsar cuando los ejecutivos de la Warner decidieron re editarla y exhibirla en dos partes y por supuesto el fabuloso compositor Ennio Morricone que de alguna manera se convirtió en coautor musical del director, aportando sus sonidos y sus bandas sonoras hoy clásicas a las tramas de Leone.

      Sergio Leone, el hombre que inventó América habla de sus inicios familiares, con su padre Vincenzo Leone que usaba el seudónimo de Roberto Roberti, un creador antifascista que fuera realizador de cine y actor y su madre, diva de cine silente: Edvige Valcarengh que usaba el apelativo de Bice Waleran. Es decir: Sergio Leone creció con el cine en las venas, sin embargo, no fue sino hasta su adolescencia que quiso saber porque su padre se dedicó con tanta vehemencia a ello y así fue que decidió él mismo sumergirse en su totalidad en el séptimo arte.

       El documental deja de lado sus inicios como asistente de director en obras clave como: Ladrones de bicicletas, Quo Vadis, Helena de Troya y aunque suplió brevemente a Mario Bonnard en Los últimos días de Pompeya y a Robert Aldrich en Sodoma y Gomorra, en realidad su primera película oficial es El coloso de Rodas (1960) inscrita en la misma corriente de la mayoría de aquellas: el cine de péplum o películas de romanos (o griegos), no obstante decidió ironizar y presentar al protagonista del filme como una suerte de playboy en tiempos de la antigua Grecia protagonizada por el galán estadunidense Rory Calhoun, la bella italiana Lea Massari (actriz de Michelangelo Antonioni y Louis Malle) y el galán francés George Marchal, para contar la historia del héroe griego Darío, que, disfrutando de unos días de descanso en el puerto de Rodas, verá perturbado su sosiego debido a una revuelta de esclavos que luchan contra la opresión del perverso tirano de la isla, que buscará la alianza de los fenicios para aplastar la rebelión.

        Después de El coloso de Rodas se inicia su obra más personal con la “trilogía del dólar” o del “hombre sin nombre”, que arranca con Ennio Moricone como colaborador permanente y una sociedad cinematográfica de por vida con quien fuera  su excompañero de escuela, Sergio Leone, quien lo contrató para componer Por un puñado de dólares el primero de sus Spaghetti Westerns. Una trilogía de obras maestras en su fase más irónica, desparpajada y cruel: Por un puñado de dólares (1964), Por unos dólares más (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966), protagonizadas por Clint Eastwood, un actor que tuvo que emigrar a Italia para convertirse en estrella, portando un gabán roído (usado más tarde por Michael J. Fox, como protagonista de Volver al futuro 3) y un puro entre los labios. Filmes fundamentales dentro de la corriente del spaghetti western en la que Leone, apoyado en una fotografía estupenda, un hábil montaje, y sobre todo la característica música de Morricone logró un crudo retrato del western y de la guerra civil estadunidense, inspirada la primera en Yojimbo (1961) de Akira Kurosawa.

         En efecto, una de las mayores renovaciones a un género que parecía haber muerto a principios de los setenta, la aportó el talentoso Leone con sus relatos plagados de cinismo, acción y humor negro. Personajes de una amoralidad delirante y vueltas de tuerca en tramas donde reina la ambición y el sadismo. Escenas antológicas como ese virtuoso travelling circular alrededor de unas tumbas mientras se escucha el tema “El éxtasis del oro” de Morricone, la secuencia del duelo final en el cementerio, o el equívoco entre soldados confederados y de la Unión a causa del polvo en sus uniformes en El bueno, el malo y el feo.

      Lo mismo sucedería con esa obra maestra que es Érase una vez en el oeste (1968) con un reparto espectacular que incluye a Henry Fonda, Claudia Cardinale, Charles Bronson, Gabrielle Ferzetti y Marc Wolff, entre otros y un guión de Bertolucci, Argento, Leone y Sergio Donati. Narra la historia de Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés que vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos. Una película de enorme violencia y belleza que resultaba toda una metáfora sobre la civilización con la llegada del ferrocarril, filmado en los Estudios italianos de Cineccita, Almería, La Calahorra, cerca de Granada y en los mismos escenarios estadunidenses donde John Ford rodó la mayor parte de sus películas.

         Algo similar ocurre con Érase una vez la Revolución, llamada también Héroes de mesa verde (1971) filmada en México y dirigida por el legendario cineasta italiano Sergio Leone. Lo curioso es que Héroes de mesa verde, fue un proyecto que Leone evitó hasta donde pudo, originalmente sólo lo produciría. No obstante consiguió un relato muy entretenido aunque poco verosímil: una visión de la Revolución mexicana tan extravagante como excesiva y Ennio Morricone compuso una de sus mejores bandas sonoras. La película fue censurada en nuestro país por casi 10 años: el motivo el tratamiento que Leone y sus guionistas hicieron del país y de la Revolución, por cierto no muy alejado de las cintas con Pedro Armendáriz y María Félix. Rod Steiger encarna al bandolero mexicano Juan que se relaciona con James Coburn en el papel de Sean, miembro del Ejercito Republicano Irlandés, traicionado por un amigo y que llega a México para apoyar la Revolución. Entre otras cosas Juan aclara que la Revolución la planean los ricos mientras comen y la hacen los pobres, también dice que está muy bien dotado tanto como Pancho Villa.

        Finalmente le llevaría 12 años producir su gran proyecto: Érase una vez América (1983), que adaptaba la novela de Harry Grey sobre la vida de un gángster de origen judío para ofrecer una impresionante metáfora de los valores que conformaron a Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX. Once Upon a Time in America protagonizada soberbiamente por Robert De Niro y James Woods, representa uno de los grandes documentos sobre la mafia y sus valores de lealtad y ética criminal como antecedente de las obras del cine mafioso de los noventa. El filme abre y cierra en un fumadero de opio con De Niro esbozando una amplia sonrisa y relata a principios del siglo XX, la historia de David Aaronson, un pobre niño judío que conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros chicos, conforman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en capos mafiosos.

        Como lo relata el documental, su duración era de casi cuatro horas: 225 mins y fue reducida a poco más de dos horas contada de manera lineal y no a través de flashbacks y flashforwards, a cargo del editor de las cintas de Academias de policía, Zach Staenberg, aquello, le provocó a la larga problemas con el corazón a Leone quien murió en 1989 dejando inconclusa la preproducción de Leningrado. Otra de las grandes aportaciones del documental, son los sentidos y agradables testimonios de sus dos hijas: Rafaella y Francesca y su hijo Andrea, así como la información de críticos de cine como Noel Simsolo y el director de la Cineteca de Bologna y sobre todo, los espléndidos y desconocidos materiales de archivo, grabaciones de audio y por supuesto, la presencia y el testimonio del propio Sergio Leone, en un documental fabuloso que no tiene desperdicio alguno.

 

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la Ciudad de México

14 de mayo 2024

MATERIA BLANCA

(White Material, Francia-Camerún, 2009)

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Dirección. Claire Denis/ Guión. Claire Denis, Marie N’Diaye y Lucie Borleteau/ Fotografía en color. Yves Cape/ Edición. Guy Lecorne/ Música. Stuart Staples/ Dirección de arte. Eric Pech/ Diseño de Producción. Abiasi Saint-Pere/ Vestuario. Judy Shrewsbury/ Producción. Pascal Caucheteux y Serge Hayat/ Con. Isabelle Huppert (María Vial), Christopert Lambert (André Vial, el ex marido ), Nicolas Duvauchelle (Manuel Vial, el hijo de la ex pareja), Isaach de Bankolé (El Boxeador), Michel Subor (Henri Vial, el suegro y propietario), William Nadylam (Chérif, el alcalde), Adele Aldo (Lucié, la nueva mujer de André), Ali Barkai (Jeep, el jefe de los niños rebeldes), Daniel Tchangang (José)/ Duración. 106 mins.

 

SINOPSIS

El ejército se prepara para restablecer el orden en una zona de África, ello, con el fin fr eliminar al oficial rebelde conocido como El Boxeador y liberar al país de los niños soldados que deambulan sin saber dónde ir. Los extranjeros se van antes de que las cosas se pongan más violentas. Sin embargo, María Vial no está dispuesta a abandonar la plantación de café antes de la recolecta porque hayan sonado unos cuantos disparos. Al igual que su suegro y su ex marido y padre de su hijo, Marie está convencida de que Chérif, el alcalde de un pueblo vecino, la protegerá a ella y a su familia. Tiene guardia personal, una milicia privada formada por hombres entrenados, bien armados y muy duros.

 

 

“Si la hubiera llenado con todo lo que quería, la película se habría hundido como un barco sobrecargado. Afortunadamente, en cada etapa, empezando desde la escritura del guión con Marie, pasando por la búsqueda de localizaciones, hasta el rodaje, desechamos cosas. Aun así, sigue siendo una obsesión primitiva y visceral, la fortaleza que lucha contra la lasitud, contra la pereza. Me gustaría dedicar esta película a Sony Labou Tansi por sus novelas, sus obras de teatro, por la compañía de teatro Rocado Zulu y por su lucha contra la mala suerte…” –Claire Denis-

 

 

Claire Denis (1948), directora francesa educada en Camerún y asistente de realizadores como Wim Wenders y Jim Jarmusch, no sólo es una cineasta atípica que ha propuesto insólitas resoluciones en varios géneros tradicionales como el melodrama, el suspenso, la comedia o el documental, sino que ha concebido verdaderas obras de culto en historias de locura, sexualidad y violencia, sin caer en los juegos y los clichés impuestos por un cine cada vez más globalizado y uniforme.

       Diplomada en el IDHEC parisino en 1971, debuta hasta 1988 con Chocolat, una suerte de relato autobiográfico, centrado en una joven francesa que regresa varios años después a Camerún, donde pasó su infancia, seguido de No importa la muerte, la historia de un par de inmigrantes africanos, ocultos en el sótano de un bar clandestino y cuya labor es la promoción de ilegales peleas de gallos y del documental Jacques Rivette, Le veilleur –ambos de 1990-, sobre el notable cineasta marginado de la nueva ola francesa, autor de La religiosa.

       Luego de Keep it for Yourself (1991), Claire Denis realiza No tengo sueño (1993), heterodoxo thriller emocional, inspirado en el caso criminal de Thierry Paulin, homosexual, travesti y asesino en serie de ancianas, que murió de Sida y sembró el terror en las calles de París a finales de los ochenta. Un filme coral al estilo Altman, con un muestrario de personajes marginales, arrinconados por una sociedad xenófoba, racista y petulante. En 1996 abandona los ambientes claustrofóbicos y terribles de aquella, para crear una comedia dramática sobre marginados en Nenette et Boni: él, joven cocinero de una pizzeria ambulante en Marsella y ella, su hermana embarazada, en una historia que explora con inteligencia temas como la maternidad y la fraternidad.

         Por su parte, Buen trabajo (1999), inspirado en la novela de Melville, Billy Budd, marinero, sirve a la realizadora para explorar los ambientes viriles, la violencia y la homosexualidad latente, en el medio castrense, a partir de un grupo de cadetes emplazados en la Legión Extranjera Francesa al Este de África. Es la historia del sargento Galoup y su obsesión enfermiza por su duro comandante debido a la presencia intrusa de un popular recluta. Dos años después, la realizadora enfocó sus baterías hacia una oscura historia de amor con elementos cercanos a Roman Polanski (Repulsión, Luna amarga) y a Freud (las teorías de la líbido).

      Protagonizada por Vincent Gallo, Beatriz Dalle y Tricia Vessey, Sangre Caníbal/ Trouble Every Day (2001), es un pequeño estudio gore, sobre la paranoia, la sangre y la carne, en la historia de una joven que desarrolla un perverso placer por la antropofagia, en un filme alejado de las fórmulas genéricas, aunque no exento de un grafismo sanguinolento digno de Dario Argento, como lo muestra la impactante secuencia inicial.

       En Viernes por la noche (2002), sensual y misterioso drama, lo sexual resulta muy provocador a pesar de que todo está sugerido. En El intruso (2004), Denis relata la historia de un anciano que luego de gastarse todos sus ahorros en un trasplante, viaja a Tahití para buscar al hijo que abandonó tiempo atrás y Hacia Mathilde (2005), es un documental centrado en la bailarina Mathilde Monnier, directora del Centro Coreográfico de Montpellier.

       Con Materia blanca, Denis, regresa una vez más a África, continente donde pasó buena parte de su infancia, para narrar una historia de soledad, horror y racismo excluyente. Los blancos, llamados despectivamente materia blanca se ven inmersos en un círculo de brutalidad que surge de la pobreza, la ignorancia y la frustración, durante los violentos conatos de una insurrección intestina, que lleva a niños a portar machetes y al ejército a degollar a éstos mismos infantes, mientras una mujer blanca francesa, hace lo imposible por mantener en pie su finca cafetalera.

            No hay aquí el menor asomo de exotismo o de alardes visuales tendientes al turismo fílmico en la línea de África mía (Sydney Pollack, 1985) con todo y mujer inquebrantable. Tampoco los excesos de brutalidad que se deslizan bajo el barniz de thrillers al estilo de Diamante de sangre (Edward Zwick, 2006). Se trata por el contrario, de un filme contemplativo e intimista que hace pocas concesiones a la violencia sorda y al odio racista en una nación en estado permanente de amenaza, donde la población blanca francesa se siente intocable, como lo muestra por ejemplo, la escena de la humillación que sufre Manuel, el hijo adolescente de María Vial, o el peaje que ésta tiene que pagar para salir de su propio terreno.

       Destacable además de la gran interpretación de la siempre excepcional Isabelle Huppert, la intensa música original del filme compuesta por Stuart Staples, cuyos registros sonoros crean una atmósfera casi irreal en el interior de una historia donde coinciden diversos personajes que se encuentran al límite de sus fuerzas: la mujer que se niega a marcharse de un país en guerra civil, el ex marido (Christopher Lambert) –ya con una mujer negra- que desea vender la finca a espaldas de su ex esposa, el hijo blanco indolente, el abuelo enfermo, o el fugitivo renegado al que llaman Boxeador (Isaach De Bankolé), quien se convierte en inspiración de jóvenes tan ingenuos como agresivos.

          Denis propone aquí un estudio sobre la obsesión y la percepción racista sobre el extranjero, en una trama sobre una familia en crisis, en la que una vez más, son pocos los personajes blancos, cuya vida cotidiana se desquebraja ante el horror social.

 

 

RAFAEL AVIÑA

Centro histórico de la ciudad de México

24 abril 2024

EL SABOR DE LA VIDA/ A FUEGO LENTO

(The pot-au-feu/ La passion de Dodin Bouffant, Francia, 2023)

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Dirección. Tran Anh Hung/ Guión. Tran Anh Hung, inspirado en la novela de Marcel Rouff/ Fotografía en color. Jonathan Ricquebourg / Edición. Mario Battistel. Música. Andrew Von Oeyen/ Dirección de arte. Nu Yen Khe Tran/ Diseño de Producción. Toma Baqueni/ Vestuario. Nu Yen Khe Tran/ Producción. Olivier Delbosc, Cédric Iland, Bastien Sirodot, Curiosa Films, Gaumont, France 2 Cinema/ Con. Juliette Binoche (Eugénie), Benoit Magimel (Dodin Bouffant), Emmanuel Salinger (Rabaz), Patrick d’Assumcao (Grimaud), Galatéa Bellugi (Violette), Jan Hammenecker (Magot), Fréderic Fisbach (Beaubois), Bonnie Chagneau-Ravoire (Pauline), Jean-Marc Roulot (Augustin), Yannick Landrein (el padre de Pauline)/ Duración. 135 mins.

 

SINOPSIS

La trama se ambienta en 1885 y se concentra en Eugénie, quien ha trabajado para el famoso gourmet Dodin durante los últimos 20 años. Con el paso del tiempo, la práctica de la gastronomía y la mutua admiración se ha convertido en una relación romántica. Su asociación ha dado lugar a platillos únicos, capaces de satisfacer a los paladares más exigentes. Sin embargo, Eugénie, ansiosa de libertad, nunca acepta casarse con Dodin, así que él decide hacer algo inaudito: cocinar para ella.

 

 

El sabor de la vida obtuvo el premio a la Mejor Dirección en el festival de Cannes. Tres nominaciones a los premios César a lo mejor del cine francés (fotografía, diseño de producción y vestuario) 

 

Estaba buscando un tema que tuviera que ver con la gastronomía, tanto profesional como artística. Finalmente, di con un libro maravilloso sobre la gastronomía: Vida y pasión de Dodin-Bouffant, gastrónomo de Marcel Rouff…Preferí contar la historia como una precuela de la novela. Eso me dio la libertad de imaginar la relación entre Eugénie y Dodin-Bouffant y también fue la oportunidad de explorar algo poco frecuente en el cine: la relación conyugal. E incluso es menos frecuente cuando funciona…” –Entrevista a Tran Anh Hung, por Fernando Castañeda para spoilertime.com-

Y es que la novela de Marcel Rouff inicia con el fallecimiento de Eugénie a su regreso del mercado y el realizador de origen vietnamita prefirió contar la historia previa; es decir, su amor y su pasión por la cocina. Lo que hace diferente a El sabor de la vida de otras películas, de las decenas dedicadas al tema de la preparación de los alimentos cómo lo serían: Cómo agua para chocolate, El perfume de la papaya verde, Jamón, Jamón, Comer, beber y amar, El cocinero, el ladrón, su esposa y su amante, La gran comilona, Las mujeres arriba, El festín de Babette, El Chef, El menú, Ratatouille, Delicioso y muchas más, es que se ubica esencialmente en la cocina y se concentra en la preparación de los alimentos. No sólo eso, no se enfoca en París, sino en la provincia francesa y la tierra y los huertos como proveedores de aquello que se cocina.

        De hecho, la primera secuencia sucede en un huerto al amanecer donde observamos a Eugénie recogiendo verduras que utilizará en la comida de ese día. Ello con el fin de apreciar la tarea del agricultor como requisito indispensable de la preparación de las viandas. Incluso, coloca en esa escena, una antena de bronce revestida de zinc que Eugénie encuentra en el jardín de los padres de Pauline, la ayudante de cocina. Aquella suerte de antena, representa una técnica inventada por monjes franceses que es buena para la tierra, similar al permacultivo y la agricultura orgánica actuales. Los agricultores la abandonaron hace mucho tiempo y la reemplazaron por los pesticidas. Y por supuesto, necesitaba esos elementos de la tierra y el verdor para transmitir la serenidad que aportan la naturaleza y las estaciones cambiantes. Y Dodin está encantando de darle la bienvenida al invierno con su propia gastronomía y la presencia de las personas que ama…

        El tema gastronómico no le es ajeno al realizador. En 1993, recibió la nominación al Oscar a la Mejor Película Extranjera con El perfume de la papaya verde debido a su calculado exotismo asiático: una cinta francesa que intentó pasar como vietnamita, ganadora de la Cámara de Oro en Cannes 1993, que remitía su historia al mundo rural de Vietnam y a las tradiciones sociales (la mujer servil, el varón desobligado, la importancia de la comida y de los muertos, etcétera), para rescatar otra cara de un país dividido por la guerra. Relato conmovedor y costumbrista, intentaba recuperar la espiritualidad femenina entre aromas de flores y frutas exóticas como la papaya.

        Vietnamita educado en Francia desde los diez años, el excortometrajista Tran Ahn Hung narraba aquí, la historia de Mui, una niña que crece como criada en casa de una familia pudiente de Saigón a principios de los años cincuenta. Ahí, mientras la patrona trabaja en su tienda de telas y su marido vive encerrado traumatizado por la muerte de su hijita, ocurrida en una de sus tantas escapadas de juerga con el dinero familiar, Mui es adoctrinada por una sirvienta mayor que conoce todos los secretos de la cocina, mientras aguanta calladamente las bromas crueles del hijo más pequeño de la familia.

      Se trataba de una delicada épica del servilismo, una visión del mundo desde el patio al interior de una casa, es decir, de la cocina que representa el dominio femenino y donde se impone el ritmo diario de la rutina familiar al recinto de la inutilidad, el lugar donde el marido se lamenta en silencio tocando instrumentos musicales, la suegra llora a sus deudos fallecidos, el hijo mayor vive parásitamente y los menores se entretienen haciendo destrozos o torturando con cera caliente a las hormigas, que como Mui, laboran día y noche sin descansar.

    Mui al igual que el realizador y al igual que los protagonistas de El sabor de la vida, observan fascinados la perfección y las curiosidades de la naturaleza, ya sea el trabajo cotidiano de las hormigas, el aceite que hace brillar y dar un aspecto más apetecible a las verduras que son cocinadas, los líquidos lechosos de los tallos o las semillas de la papaya verde, una fruta que funciona como metáfora de la sexualidad de la protagonista: primero es el enamoramiento infantil (del amigo del hijo mayor) y después el auto reconocimiento de su sensualidad cuando aquel, su nuevo patrón diez años más tarde, le enseña a leer y escribir y la toma como esposa.

          Algo similar ocurre en el universo romántico y culinario de la cocinera que interpreta con su habitual eficacia y belleza Juliette Binoche y ese gastrónomo especializado que encarna Magimel; por cierto ambos estuvieron casados entre 1998 y 2003. A diferencia de la sensualidad exótica de El perfume de la papaya verde, en El sabor de la vida, se narra una relación otoñal y sosegada con el mundo y la naturaleza. Algo que resulta intrigante en la película es que los alimentos que se observan en la película no son de “mentiras”, en efecto se preparaban manjares para el filme. Nunca se había visto algo así en los rodajes y es que todo era real. Después de la muerte de Eugénie, los amigos de Dodin se obsesionan con ayudarlo a reconciliarse con la vida. Dodin aún en duelo, se niega rotundamente a contratar a un nuevo cocinero. Es la promesa que Eugénie le hizo a Pauline de tomarla como aprendiz lo que lo obliga a buscar un cocinero para capacitarla. Es por ello, que la transmisión de conocimientos a Pauline y la recuperación de Dodin parten del mismo impulso.

“Patrick Rambourg trabajaba en el guion como asesor histórico sobre gastronomía y le pregunté quién podría asesorarnos. Mencionó a Pierre Gagnaire. Pierre y yo nos encontramos por primera vez en su cocina, donde me invitó a probar un maravilloso pot-au-feu del menú de ese día. Comenzamos a trabajar juntos durante la preparación. Eligió los menús que Patrick Rambourg y yo habíamos pensado…Tuvo que cocinar los platos para que yo pudiera ver cómo sería filmarlos. Fue conmovedor verlo en la cocina: prueba, puede cometer errores, empieza de nuevo hasta que encuentra lo que quiere. Es un soñador; verdaderamente generoso y sincero…” –Entrevista a Tran Anh Hung, por Fernando Castañeda para spoilertime.com-

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la ciudad de México

12 abril 2024

LA ZONA DE INTERÉS

(The Zone of Interest, Gran Bretaña-Estados Unidos-Polonia, 2023)

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Dirección. Jonathan Glazer/ Guión. Jonathan Glazer, inspirado en la novela homónima de Martin Amis/ Fotografía en color. Lukasz Zal/ Música. Mica Levi/ Edición. Paul Watts/ Diseño de Producción. Chris Oddy/ Vestuario. Malgorzata Karpiuk/ Maquillaje. Waldemar Pokromsky/ Sonido. Maximilian Behrens/ Producción. Bugs Hartley, Ewa Puszczynska, Bartek Raisnki, James Wilson, A 24, Film 4 Productions, JW Films, Extreme Emotions, Access Entertainment/ Con. Christian Friedel (Rudolf Höss), Sandra Hüller (Hedwig Höss), Johann Karthaus (Claus Höss), Luis Noah Witte (Hans Höss), Nele Ahrensmeier (Brigitt Höss), Lilly Falk (Heideraut Höss), Anastazja Drobniak (Annagret Höss), Cecylia Pekala (Elfryda), Kalman Wilson (Schwarzer), Andrey Isaev (Bronek)/ Duración. 105 mins.

 

SINOPSIS

El comandante del campo de concentración de Auschwitz Rudolf Höss y su esposa Hedwig se esfuerzan en construir una vida de ensueño para su familia y su perro en una residencia con jardín que colinda con la temible fortaleza donde su marido dirige esa prisión de exterminio de miles de judíos…

 

La zona de interés obtuvo entre otros galardones: los Oscares a mejor película extranjera y mejor sonido. Festival de Cannes: Gran Premio del Jurado. Asociación de Críticos de Los Ángeles: Mejor película, dirección, actriz y banda sonora. Premios BAFTA (Reino Unido): Mejor película y sonido. Premios del Cine Europeo (EFA): Mejor sonido y más de 30 premios más.

 

Cine y nazismo

Fue a fines del siglo XX e inicios de éste, cuando las pantallas mundiales recuperaron por enésima ocasión un tema aparentemente agotado: el horror del segundo conflicto bélico, el holocausto judío y la barbarie nazi. Tan sólo, en 1998, tres películas exitosas acapararon las principales nominaciones en los Oscares: La delgada línea roja, Rescatando al soldado Ryan y La vida es bella, que abordaban los horrores de la guerra, pero desde perspectivas muy opuestas. Terence Malick apostaba por la poesía y la reflexión interior, Steven Spielberg por el homenaje y la visceralidad y Roberto Benigni concebía una emotiva y polémica fábula a medio camino entre la farsa, el comentario social y el humor negro.

      Más tarde, El pianista (2002) de Roman Polanski impactó al público con la historia real del pianista Wladyslaw Szpilman superviviente del guetto de Varsovia durante la ocupación nazi, al igual que el documental Sobibor (14 de octubre de 1943, 16.00 horas) (2001) de Claude Lanzmann, que narraba el levantamiento de un grupo de judíos contra sus celadores en dicho campo de exterminio. Después, Tom Cruise filmaba bajo las órdenes de Bryan Singer, Operación Valkyrie (2008) en la que interpreta al Coronel Claus Graf Schenk von Stauffenberg, oficial y aristócrata alemán ejecutado después de un fallido intento de asesinato contra Adolfo HItler ocurrido el 20 de julio de 1944, en una cinta que incluía locaciones originales como el Bendlerblock, donde Stauffenberg murió.

      En otra perspectiva: la del thriller, el drama romántico, el suspenso y el horror, incluso, coincidieron en el tema de la segunda guerra y la ocupación nazi, tres películas muy opuestas entre sí: La lista negra (Zwartboek, 2006) de Paul Verhoeven, El buen alemán (The Good German, 2006), película independiente y filmada en blanco y negro de Steven Soderbergh y Hannibal Rising (2007), coproducción franco-estadunidense de Peter Webber, acerca de la infancia y juventud del asesino en serie Hannibal Lecter, según un guión de Thomas Harris, a partir de su propia novela en un intento por recuperar la figura del refinado psiquiatra criminal, amante del arte, los buenos vinos y la carne humana como manjar exclusivo.

        A pesar de esa abundante filmografía sobre el exterminio masivo de judíos a manos de los nazis, el tema sigue causando escozor y peor aún si se trata de propuestas que desmitifican aquel hecho histórico terrible. En ese sentido El niño con el pijama de rayas (2008) dirigida por el británico Mark Herman a partir de la novela homónima de John Boyne, se emparenta con La vida es bella de Benigni, que proponía una visión poco solemne incluso fársica sobre los siniestros campos de la muerte ideados en la Alemania de Hitler.

        En efecto, se acusó al escritor Boyne de hacer del holocausto una suerte de Disneylandia como le ocurrió a Benigni. No obstante, ambos eligieron una forma sencilla, quizá descabellada y al mismo tiempo ingenua, para retratar una historia contada mil veces. Si en La vida es bella Benigni concebía una fábula casi surrealista sobre un hombre que intentaba ocultarle a su hijo el horror del nazismo, El niño con el pijama de rayas está contada desde la mirada de un niño de ocho años hijo de un alto comandante de la SS.

        Bruno, deja atrás su plácida vida en Berlín para mudarse a una zona aislada en el campo junto con su familia. El niño cuyo mayor deseo es convertirse en explorador, no entiende porque su hermana se deshace de sus muñecas parta cubrir de propaganda nazi su recámara, o que su padre no mueva un dedo cuando un subalterno maltrata al viejo judío que ha curado su pierna herida. Y mucho menos entiende, porque no puede salir de los límites del jardín de su casa, o porque en la “granja” vecina todos visten pijamas de rayas y el hecho de que su único amigo, Shmuel, un niño judío de su edad, lleva un número, siempre está triste, asustado, hambriento y viva detrás de una alambrada.

        A El niño con el pijama de rayas le faltó quizá una puesta en escena más contundente y dramática, no obstante y a pesar de varias de sus situaciones un tanto inverosímiles –el encuentro de Shmuel y Bruno en casa de éste-, elude el sentimentalismo lacrimógeno y propone un terrible relato moral en el que la candidez de dos inocentes los lleva directamente al horror como sucede en la escalofriante escena final en las duchas, en un filme sobre el odio irracional y la pérdida de la inocencia. En ese sentido, Martin Amis fue más allá al igual que Glazer con la adaptación de La zona de interés en la que cambia prácticamente toda la obra original pero mantiene el horror de la complicidad nazi en el exterminio desde un punto de vista doméstico y cotidiano apoyado a su vez en una impresionante banda sonora donde el sonido y la música se trastocan en personajes fantasmagóricos que nos recuerdan el espanto y la brutalidad que sucede detrás de una idílica casa de campo. De ahí a su vez, el demoledor final que traslada la acción a la época actual en el propio campo de concentración de Auschwitz como recordatorio de los infiernos y el salvajismo que el hombre es capaz de construir.

 

“Quería hacer una película sobre el ahora. No tenía ningún interés en hacer una película sobre este tema que pudieras dejar sin problemas, diciéndote a ti mismo: «Sucedió hace mucho tiempo. Ya no tiene nada que ver con nosotros». Pero no es así. La historia se sitúa en los últimos años de la guerra, pero el campo de Auschwitz, y la casa y el jardín en los que transcurre la película, eran todavía muy nuevos, unos pocos años como mucho. El campo tenía cinco años y todo era nuevo. Eran edificios nuevos que acababan de construirse. Quería que coincidiera, recrearlo, y luego encontrar la manera de filmarlo con una lente del siglo XXI. Retratar esta historia como algo actual, algo reciente…” –Jonathan Glazer, es.euronews.com-

 

La contraportada de La zona de interés de Editorial Anagrama aporta lo siguiente: “Esta novela demuestra una vez más que a Martin Amis no le tiembla el pulso a la hora de abordar temas controvertidos. Después de la demoledora Lionel Asbo. El estado de Inglaterra, que levantó ampollas por su crudo retrato de lo peor de la sociedad británica, el autor regresa al nazismo y al Holocausto, que ya había tratado en La flecha del tiempo. Y lo hace desde un ángulo cuando menos sorprendente, cediendo la palabra a los verdugos, y sin renunciar a incomodar al lector con ciertos toques de comedia negra.

        Golo, un joven oficial sobrino del jerarca nazi Martin Bormann, llega a un campo de exterminio para trabajar en la puesta en marcha de una fábrica con mano de obra esclava. Seductor nato, no tarda en quedar prendado de Hannah, la esposa del comandante del campo, el grotesco Paul Doll. Y a este triángulo se une una cuarta pieza, el Sonderkommando Szmul, es decir, uno de esos judíos que colaboraban con los verdugos. Con la maquinaria de la crueldad como telón de fondo, la novela desarrolla una historia de amor y celos entre funcionarios de la barbarie. Es el marco para indagar en el horror y preguntarse: ¿qué sucede cuando descubrimos quiénes somos en realidad? ¿Cómo podemos llegar a aceptar las consecuencias de nuestros actos?”

 

La versión de Jonathan Glazer despoja a la novela de ese relato de celos y pasiones en pleno exterminio nazi y se sumerge en una historia familiar: la carne asada los domingos, la piscina, las flores que la mujer planta, los regalos que llegan del otro lado tanto para las empleadas domésticas como para la propia esposa en ese retrato doméstico que plantea el realizador de cómo sería la vida familiar durante esos cinco años (1940-1945) en los que él dirigió el campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia…

         Lo que conciben Amis y Glazer es una radiografía de la banalidad del Mal con algunas señales inquietantes: los hornos crematorios del campo, disparos y gritos lejanos, las botas de Höss con manchas de sangre que limpian las sirvientas, o esa indigestión que le provoca el malestar estomacal y vómito al comandante para dar un salto al futuro, tenebroso y demoledor sobre el horror de las ideologías y la mezquindad del poder bajo los acordes inclementes de sonidos que nos martirizan y nos hacen conscientes de la pesadilla de lo que aquello debió ser …

 

“El horror está fuera de la pantalla. Creo que la gente está menos afectada, o quizás insensibilizada ante ciertas imágenes que todos hemos visto. No quería recrear esas imágenes. No quería reproducirlas de ninguna manera. Para mí no era lo correcto. Y no creo que sea lo correcto en este contexto. Pero sabía que el sonido iba a aportar esa dimensión. Cuando empecé a trabajar más, desde una perspectiva evocadora, me di cuenta de que el sonido era esencial y que iba a cimentar la película, y hacernos conscientes en todo momento del horror que se está perpetrando. El sonido tiene el poder de hacerlo… “ -–Jonathan Glazer, es.euronews.com-

 

RAFAEL AVIÑA

Centro histórico de la ciudad de México

22 de marzo 2024

DÍAS PERFECTOS/ PERFECT DAYS

(Perfect Days, Japón-Alemania, 2023)

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Dirección. Wim Wenders/ Guión. Wim Wenders y Takuma Takasaki/ Fotografía en color. Franz Lustig/ Música. / Edición. Toni Froschhammer/ Diseño de Producción. Towako Kuwajima/ Vestuario. Daisuke Iga/ Maquillaje. Katsuhiko Yumi/ Producción. Wim Wenders, Takuma Takasaki y Koji Yanai. Master Mind, Spoon Inc., Wenders Images/ Con. Kōji Yakusho (Hirayama), Tokio Emoto (Takashi), Arisa Nakano (Niko), Aoi Yamada (Aya), Yumi Asō (Keiko), Tomokazu Miura (Tomoyama).  Sunshuke Miura (propietario de los baños), Tateto Serizawa (taxista)/ Duración. 123 mins.

 

SINOPSIS

Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes públicos en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música, los libros y los árboles, a los que gusta fotografiar. Su pasado está a punto de resurgir a través de una serie de encuentros inesperados.

 

El veterano cineasta alemán Wim Wenders regresa al cine con esta reflexión profundamente conmovedora y poética nominada al Oscar y al Cesar francés a la Mejor película de habla no inglesa con la que su protagonista Kōji Yakusho obtuvo el galardón a la Mejor Actuación en el Festival de Cannes y su realizador el Premio del Jurado ecuménico. Nominado a Mejor película y actor en lo más destacado del cine asiático y más de treinta nominaciones extras.

 

Kôji Yakusho es uno de los actores japoneses más populares en su país y a nivel internacional, protagonista de títulos como Memorias de una geisha, Babel, La anguila, 13 asesinos y actor habitual de las películas de Kiyoshi Kurosawa y la voz de varios de los personajes de las cintas de animación de Mamoru Hosoda.

 

En la entrega del Premio Ecuménico a la Mejor Película, el Jurado la reconoció como: «una obra maestra cinematográfica por su narración sobre la esperanza, la belleza y la transfiguración en lo cotidiano de nuestras vidas».

 

Wenders suma estos reconocimientos a los recibidos a lo largo de su carrera a trabajos como El estado de las cosas (1982), León de Oro en Venecia; Paris, Texas (1984), Palma de Oro en Cannes; El cielo sobre Berlín (1987), Premio Mejor Director en el Festival de Cannes; ¡Tan lejos, tan cerca! (1993), Gran Premio del Jurado en Cannes; Buena Vista Social Club (1999), Mejor Documental en los Premios del Cine Europeo y The Million Dollar Hotel (2000), Oso de Plata en Berlín.

 

“La primera vez que vi una película de Ozu fue en 1973 en Nueva York. Un amigo me dijo que tenía que ver las tres películas que proyectaban, que me cambiarían la vida. Y así fue. Yo ya era cineasta, tenía treinta años y había hecho varias películas. Pero solo en este momento encontré mis películas favoritas de la historia y conocí a mi maestro Yasujirō Ozu. Quería ver más, así que decidí viajar a Tokio por primera vez en el verano de 1977. Fui al Instituto Japonés del Cine y les dije: “Vengo de Alemania y quiero ver películas de Ozu”. Me dijeron que solo tenían copias sin subtítulos y les dije que no importaba. Y durante dos días vi entre diez y doce películas y, sin entender ni los títulos ni los diálogos, me empecé a interesar por la lengua japonesa. Todas las películas que había visto tenían lugar en Tokio y cuando salí a la ciudad extrañamente me sentí en casa, más de lo que me había sentido en ninguna otra ciudad extranjera. Y ese sentimiento nunca ha desaparecido…” –Entrevista a Wim Wenders, Daniela Urzola, caimanediciones.es-

 

 

Wim Wenders es sin duda uno de los cineastas alemanes más originales del cine contemporáneo. Nacido en Düsseldorf al final de la segunda guerra, ha logrado concertar una sólida filmografía en la que tienen cabida, personajes marginales, road movies intimistas, seres que se rebelan a su realidad cotidiana, nuevas tecnologías y la visión de un mundo dominado por ángeles terrenos y celestiales. Wenders, crecido bajo el amparo del llamado milagro económico alemán y en el vacío existencial de un oscuro pasado histórico inmediato, representa junto con Werner Herzog y Rainer Werner Fassbinder, la carta más fuerte de ese nuevo cine germano que abrió brecha en los años sesenta y setenta con sus historias radicales e interioristas. Muy joven y con una formación católica a la antigua, Wenders renunció a la posibilidad del sacerdocio por el rock, que se convertiría en uno de sus temas y obsesiones fílmicas, como lo muestra el corto Alabama 2000 años luz y los filmes Verano en la ciudad (dedicado a The Kinks), Falso movimiento y Hasta el fin del mundo.

       Luego de un par de cursos de medicina y filosofía, Wenders, elige la pintura y el grabado y se va a París. Ahí, en 1967, intenta sin éxito ingresar a la escuela de cine, mientras pasa las tardes observando cientos de películas en la Cinemateca francesa, aprendiendo el oficio como lo hiciera Godard, Truffaut y Chabrol entre otros. De hecho, al igual que los cineastas de la nueva ola francesa, se dedicaría un tiempo a ejercer la crítica de cine, como antes lo había hecho con artículos sobre música y rock.

    De manera independiente empieza a producir y realizar cortometrajes y consigue ingresar a la incipiente escuela de cine en Munich, de donde proviene su primer largometraje, Verano en la ciudad. La fama de Wenders empieza a crecer muy rápido con su siguiente largo, El miedo del portero ante el penalty (1971-72), un título insólito para una historia similar, inspirada en una novela de su amigo Peter Handke. Después de La letra escarlata, vendría una trilogía que lo consagra como el mejor valor del cine alemán contemporáneo.

     Alicia en las ciudades, sobre un fotógrafo y su relación con una niña mientras viajan por Estados Unidos; Falso movimiento, otro relato de viaje basado en Handke y Goethe, y finalmente, En el transcurso del tiempo, filmada sin un guión previo que une a un psicolingüista y a un proyeccionista de cine. Wenders, quien se inició filmando conciertos rockeros y adquirió reconocimiento en los terrenos del road movie, homenajeando la estética del cine estadunidense y el cine negro y obtiene un reconocimiento mayor con El amigo americano, basada en una obra de Patricia Highsmith, que narra la relación amor-odio, entre un artesano alemán gravemente enfermo, y Ripley, un estadunidense que lo involucra con la mafia y el crimen por encargo. Durante la filmación de ésta, Wenders conoce a Nicholas Ray, quien interpretaba a un inquietante y viejo pintor. Dos años después, Ray sufre algunas intervenciones quirúrgicas debido a un cáncer pulmonar y cerebral y es entonces, cuando ambos deciden hacer una cinta juntos.

    El resultado, es Relámpago sobre el agua (1980), en la que Wenders decide filmar la agonía de su amigo Nick, autor de Rebelde sin causa, uno de los emblemas del Hollywood de los cincuenta. Se trata de una película extraña, una intensa mezcla de ficción y documental, sobrepasada por una realidad asfixiante; la de un director que quiere reconciliarse consigo mismo antes de morir y su amistad con el cineasta alemán. 

    Luego de un filme muy denso sobre la crisis de un equipo de filmación, El estado de las cosas (1981), Wenders vuelve a la carretera desde un peculiar punto de vista existencial y consigue una pequeña obra maestra: París-Texas (1983-84), una historia de encuentros, desencuentros y soledades compartidas a partir de un relato de Sam Shepard. Después de su complejo y sofisticado megaroad movie, titulado Hasta el fin del mundo (1991) -sobre la dictadura de las imágenes y las dudas existenciales a fin de milenio-, Wenders, recurre de nuevo al punto de vista de los ángeles en Tan lejos y tan cerca, continuación pesimista de las aventuras metafísicas de Las alas del deseo (1988).

    En esta metáfora sobre la unificación de Alemania y del nuevo orden mundial, los ángeles elegían una ciudad de altos contrastes como Berlín, cansados de la eternidad. Más allá de la alegoría política, las últimas obras de Wenders, son resultado de nuevos experimentos visuales y narrativos, por parte de uno de los cineastas más complejos de los últimos tiempos como lo muestran: Tokio-Ga (1985), Palermo Shooting (2008), Pina (2011), La sal de la tierra (2014) y sobre todo la sensible y minimalista Perfect Days (2023): el retrato de una vida “rutinaria”: abrazar lo cotidiano y encontrar la felicidad en los detalles nimios como escape a la gélida realidad de una urbe como Tokio y a un trauma familiar del pasado que se deja entrever en el encuentro entre el modesto protagonista y su hermana adinerada. 

 

“Kōji Yakusho es uno de mis actores favoritos en el mundo. Lo vi por primera vez en un film de cuando era joven llamado Shall We Dance? (Masayuki Suo, 1996) y seguí su carrera a partir de ese momento en películas como La anguila (Shōhei Imamura, 1997) o Babel (Alejandro González Iñárritu, 2006). Cuando empecé a crear el personaje protagonista de Perfect Days, le dije a los productores japoneses que él era el actor ideal. Y tuve la fortuna de que mi coguionista japonés tenía su número. Habló con él y Kōji accedió sin pensarlo, sin siquiera un guion, porque en ese momento aún no lo teníamos. Se comprometió con el film y gracias a eso pude escribir la historia para él. Escribí el personaje de Hirayama, este hombre mayor con una presencia agradable, ojos expresivos y gran bondad para él. Y pensé en un hombre que hablaba poco, lo cual me venía bien también porque no podía juzgar los diálogos. Tuve una conversación larga con Kōji sobre quién era Hirayama y le di ese nombre porque es el del personaje principal en Cuentos de Tokio (1953), de Ozu. Kōji entendía la gran responsabilidad de llevar ese nombre y realmente se convirtió en este hombre modesto para quien la rutina es casi un ritual, algo que hace con mucha dedicación. Es un hombre que vive en el hoy y ahora.

 

–Entrevista a Wim Wenders, Daniela Urzola, caimanediciones.es-

 

 

       Hirayama (fabuloso Koji Yakusho) parece vivir contento pese a su “ingrato trabajo”: limpiador de baños públicos en diversos parques. Su día a día se estructura sin cambios: disfrutar unos minutos el amanecer, regar sus plantas, beber café en lata de una máquina, fotografiar árboles durante su almuerzo, tomar un baño sauna, comer en el mismo local y sobre todo: escuchar cassettes con música ochentera (The Kinks, Van Morrison, Pati Smith) y leer libros.    

        Por supuesto, esa rutina tiene sus “saltos”: una niña perdida, la sobrina que huye de casa, el juego del “ahorcado” con un anónimo desconocido, el atolondrado ayudante y su prospecto de novia, la joven que come en el parque o la mujer del bar que canta en japonés el tema de The Animals: La casa del sol naciente y el desahuciado ex marido de ésta, con quien juega a pisar sus sombras. Perfect Days resulta una delicada y conmovedora disertación sobre la mirada (la cámara análoga) y la memoria en torno a la elección de ser feliz pese a todo, como lo sintetiza el ambiguo, fascinante y emotivo rostro de Hirayama en la última secuencia mientras la banda sonora irrumpe con Feeling Good a cargo de Nina Simone en una obra perfecta y conmovedora.

 

RAFAEL AVIÑA

Centro histórico de la ciudad de México

20 febrero 2024

HOJAS DE OTOÑO/ LAS HOJAS CAÍDAS

(Kuolleet Lehdet/ Fallen Leaves, Finlandia-Alemania, 2023)

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Dirección y Guión. Aki Kaurismaki/ Fotografía en color. Timo Salminen/ Música. Toshitake Shinohara, Mika Nikander, Olavi Virta (Mambo italiano), Carlos Gardel (Arrabal amargo), Piot Tchaikovski, Squrl y más/ Edición. Samu Heikkilä/ Diseño de arte. Markku Pätilä/ Diseño de Producción. Ville Gronroos/ Vestuario. Tiina Kaukanen/ Maquillaje. Kaisa Pätila/ Producción. Sputnik Oy, Finnish Film Foundation, Bufo, Pandora Films, Aki Kaurismaki, Misha Jaari, Mark Lwoff/ Con. Alma Pöysti (Ansa Gronholm), Jussi Vatanen (Holappa), Jane Hyytiäinen (Hannes Houtan), Nuppu Koivu (Liisa), Mia Snellman (Työkaveri), Mikko Mikkänen (Myymälvartija), Sherwan Haji (Parakin Asukas), Evi Salmelin (cliente karaoke), Appo Penttilä (Roskisdyykkari) / Duración. 81 mins.

SINOPSIS

Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja en un supermercado abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Es despedida por llevarse un alimento caducado. Una noche se encuentra accidentalmente con otro personaje igual de solitario que ella: el obrero Holappa despedido de su trabajo debido a su alcoholismo. Dos almas abandonadas en busca de su primer amor que se conocen casualmente en un bar de karaoke. Sin embargo, el camino a la felicidad de la pareja enfrenta numerosos obstáculos: números telefónicos perdidos y direcciones equivocadas, una ida al cine y un encantador perro callejero. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación, al tiempo que Holappa consigue controlar su adicción al alcohol.

 

El fascinante, fresco, emotivo y divertido microcosmos de Aki Kaurismaki regresa con su corrosivo humor finlandés en un filme en el que recupera el tema de las relaciones personales de seres solitarios desde una perspectiva tan ácida como conmovedora. El realizador obtuvo el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, Mejor película internacional independiente en los Premios británicos del cine independiente, Premio del público en el festival de Morelia. Asimismo ha obtenido dos nominaciones a los Globos de Oro (Mejor película de habla no inglesa y Mejor actriz), nominación en los premios César en Francia (Mejor filme extranjero), seis nominaciones a lo mejor del cine europeo (película, dirección, guión, actor, actriz, premio del público), entre muchos otros.

 

“Aunque hasta ahora me he hecho una reputación cuestionable haciendo películas principalmente violentas e irrelevantes, finalmente decidí; atormentado por todas las guerras sin sentido, innecesarias y criminales; escribir una historia sobre los temas a través de los cuales la humanidad podría tener un futuro: el anhelo de amor, la solidaridad, la esperanza y respeto por las demás personas, la naturaleza y todo lo vivo o muerto. Con la condición previa de que el tema lo merezca… En esta película, me quito casualmente mi muy pequeño sombrero ante los dioses de mi hogar, Bresson, Ozu y Chaplin, pero sigo siendo el único responsable de este catastrófico fracaso”. -Entrevista a Aki Kaurismaki, lahiguera.net-

 

 

Cartero, clavadista, crítico y actor de cine, Aki Kaurismaki (Finlandia, 1957), co escribió y actuó en el mediometraje de su hermano Mika, El mentiroso en 1981 y codirigió con éste ese mismo año, el documental La gesta de Saimaa, para debutar dos años después como realizador en el cine de ficción, con Crimen y castigo y convertirse a partir de ese instante, en un cineasta de culto en Festivales Internacionales donde cada año se espera otro de sus austeros y minimalistas relatos que se mueven entre la comedia del absurdo y el drama con tintes negros, protagonizados por seres marginales y solitarios que intentan controlar un destino adverso a partir de finales optimistas en apariencia, tal y como sucede con su trilogía sobre perdedores en urbes frías y hostiles que incluye a: Nubes pasajeras (1997), El hombre sin pasado (2002) y Luces al atardecer (2006).

     

En efecto, el caso del finlandés Aki Kaurismaki resulta luminoso y revelador. Sus personajes patéticos y solitarios deambulan en paisajes similares, sometidos a relaciones de trabajo degradantes y aburridas, como la jovencita fea y fanática de las novelas rosa en La muchacha de la fábrica de cerillos (1990), el chofer de un camión de basura y la cajera de supermercado recién despedida en Sombras en el paraíso (1986), el burócrata que recibe un paupérrimo reloj “de oro” como liquidación interpretado por Jean Pierre Leaud en Contraté a un asesino a sueldo (1990), la lastimosa banda de polka-rock con sus copetes y botas puntiagudas en Los vaqueros de Leningrado en América (1989), la pareja de amantes malditos involuntarios de Ariel (1988), la humilde camarera del kiosco de comida callejera y el guardia de seguridad, protagonistas de Luces al atardecer, o el escritor y filósofo que ha decidido dedicarse a lustrar los zapatos de los otros, menos los suyos, en Le Havre: el puerto de la esperanza (2011).

       Al igual que en su anterior trabajo, El otro lado de la esperanza (2017), Hojas de otoño resulta una historia realizada con una sencillez abrumadora y al mismo tiempo, emocionante y universal en un punto donde alcanzan un equilibrio perfecto el humor, la historia de amor y la estupidez de la guerra. Es sin duda una de sus películas más depuradas que pese al entorno hostil del combate en Ucrania según las noticias de la radio y de las condiciones laborables tan malas en Finlandia, mantiene un tono de optimismo hasta el último minuto. No sólo ello, sus personajes son de una conmovedora dignidad, entrañables y solidarios. Seres marginados y desfavorecidos por el sistema con el don de la generosidad, mirando siempre hacia adelante pese a lo que sea. Y, al igual que en El otro lado de la esperanza, aparece un perro y la expectativa del reencuentro entre esos dos seres perdidos en una urbe gélida: Ansa y Holappa.

          A ello, se añade además el entrañable elemento de la utilización de la música finlandesa y en particular los temas latinos (mambos y tangos) que le otorga al filme un toque melancólico y muy divertido. En su aparente candor, Hojas de otoño es también un relato devastador sobre lo que actualmente sucede en Europa como lo es la invasión rusa a Ucrania. A su vez y de manera sensible e inteligente, Kaurismaki pone al día el cine de Chaplin, de Bresson y de Ozu, como el mismo lo aclara en una entrevista, incluso el de Buster Keaton, incluyendo la inexpresividad del personaje de Holappa. Todo ello en otra más de sus pequeñas y emotivas obras maestras sobre esa grandeza del espíritu humano día a día en vías de extinción.

    Y es que Hojas caídas es otra enternecedora, profunda y muy depurada variante del encantador universo Kaurismaki y sus seres patéticos e “invisibles” en apariencia, en el interior de una sociedad rutinaria como la finlandesa, donde los “silencios” dicen más sobre sus personajes y su entorno que los propios diálogos. Ansa es soltera y trabaja como abastecedora de estantes en un supermercado en pésimas condiciones laborables al igual que Holappa, un soldador alcohólico. Ambos pierden sus empleos; ella por llevarse un alimento caducado, el otro por beber en horas laborables y se aferran por ello a lo que les cae. Coinciden en un bar y en un cine y pese a una serie de adversidades, intentan construir una relación en la que Holappa decide abandonar la bebida.

         El espíritu del mejor Chaplin: social, político y humanista, permea en este relato conmovedor y agridulce; una historia de amor contra todo pronóstico cuyo telón de fondo son las noticias sobre el horror de la guerra en Ucrania a través de la radio, en un filme atemporal, con su humor ácido, sus colores vivos y objetos vintage y sus seres marginales y solitarios que intentan controlar un destino adverso.

 

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la Ciudad de México

13 de febrero de 2024

CERRAR LOS OJOS

(España-Argentina, 2023)

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Dirección. Víctor Erice/ Guión. Víctor Erice y Michel Gaztambide/ Fotografía en color. Valentín Álvarez/ Música. Federico Jusid/ Edición. Ascen Marchena/ Dirección de arte. Curru Garabal/ Diseño de vestuario. Helena Sanchis/ Sonido. Jorge Alarcón/ Maquillaje. Beatushka Wojtowicz/Producción. La mirada del adiós, Tandem Films, Nautilius Films. José Alba, Odile Antonio-Báez, Agustín Bossi, Pablo Bossi, Maximiliano Lasansky, Víctor Erice/ Con. Manolo Solo (Miguel Garay), José Coronado (Gardel/Julio Arenas), Ana Torrent (Ana Arenas), Petra Martínez (Sor Consuelo), María León (Belén Granados), Mario Pardo (Max Roca), Helena Miquel (Marta Soriano), Antonio Dechent (Tico Mayoral), Josep Maria Pou (Mr. Levy), Soledad Villamil (Lola San Román), Juan Margallo (Doctor Benavides), Dani Téllez (Toni)/ Duración. 169 mins.

SINOPSIS

El protagonista, Mikel Garay, es un director de cine, alter ego de Erice, que dejó su gran película inacabada porque desapareció su actor principal, Julio Arenas en mitad del rodaje. Mikel se ha convertido en una persona errática y taciturna, atravesado de melancolía y extranjero en un mundo que ya no significa nada para él. Muchos años después, esta suerte de enigma vuelve a la actualidad a raíz de un programa de televisión “Casos sin resolver”, que pretende evocar la figura del actor, ofreciendo como primicia imágenes de las últimas escenas en que participó, rodadas por el que fue su íntimo amigo, el director Miguel Garay. El principio y el final de una película inacabada. Han pasado ya más de veinte años desde que se le dejó de buscar, pero la emisión del programa va a abrir un resquicio de esperanza.

 

Cerrar los ojos proyecto que retoma la carrera del cineasta Víctor Erice desde su anterior filme de 1992, El sol de membrillo se reveló tras la divulgación de la asignación de fondos públicos a producciones cinematográficas por parte de la cadena regional andaluza Canal Sur a mediados de 2022 y el apoyo de las Comunidades Autónomas de Andalucía y Madrid, filmada en Castell de Ferro, Gualchos, Dúrcal (provincia de Granada) y Aguadulce (provincia de Almería), Asturias y Madrid. La película cuenta con 9 nominaciones a los premios Feroz de España y a su vez 11 nominaciones a lo mejor del cine español: los premios Goya, próximos a realizarse.

 

 

“¿Qué película quiero hacer y por qué? Intentando ser breve y preciso, contesto: la que se desprende del guion que he escrito; y por pura y simple necesidad. Pero como presiento que decir esto no bastará, voy a tratar de explicar algo de lo que Cerrar los ojos puede llegar a encerrar. Bien entendido que ello supone entrar en el terreno de lo conceptual, de la declaración de intenciones -aquí inevitablemente buenas-, de las que, como es sabido, a veces está empedrado el infierno. Mi impresión es que, más allá de los pormenores de su argumento, la ficción que la película va a proponer al espectador gira alrededor de dos temas íntimamente relacionados: la identidad y la memoria. Memoria de dos amigos, que un día ya lejano fueron un actor y un director de cine. En el transcurso del tiempo, uno la ha perdido por completo, hasta el punto de que no sabe quién es ni quién fue; el otro, tratando de olvidar, y a pesar de haberse refugiado en un rincón, comprueba una vez más que la sigue llevando a cuestas, con su carga de dolor…” –Víctor Erice, lahiguera.net-

 

 

 

Indiscutible joya exhibida en el Festival de Cannes y en Morelia: Cerrar los ojos (2023) del atípico cineasta español Víctor Erice (Carranza, provincia de Vizcaya) quien a sus 83 años regresa con otra obra maestra medio siglo después de El espíritu de la colmena (1973). Se trata de una insondable reflexión sobre la contemplación como extensión de la propia mirada cinematográfica, el peso de la memoria y el inevitable transcurso del tiempo. El creador de las magistrales El sur (1983) y El sol de membrillo (1992), realiza un ensayo fílmico sobre su propio mito, su concepción sobre la creación y su honestidad ante el oficio de cineasta como extensión de los sueños y esa agridulce dicotomía entre la frustración y la eterna esperanza.

       A lo largo de casi tres horas, traza un misterioso mapa sobre la trascendencia de los actos mínimos y el olvido como escape a la realidad que nos aprisiona. Cada escena es una clave que anticipa un nuevo enigma por resolver, como sucede con ese programa televisivo sobre casos no resueltos que indaga en la búsqueda de un actor desaparecido… Julio Arenas (José Coronado sublime) deja inconclusa la ópera prima del cineasta Miguel Garay (Manolo Solo, espléndido), cuando se esfuma del rodaje de un filme ambientado en los años cuarenta, sobre Mr Levy, un hombre maduro y desahuciado que busca con desesperación a la hija que tuvo con una cantante china y cuya única pista que conserva es una fotografía de la niña que entrega al responsable de encontrarla que encarna Arenas.

          Como la policía no encuentra el cadáver más que sus zapatos a la orilla del mar, concluye que el actor ha muerto ahogado. Más de dos décadas después, el serial de televisión sobre casos no resueltos, trae de nuevo el misterio de Julio Arenas incluyendo sus últimas escenas filmadas nunca antes vistas que aporta su amigo Miguel Garay quien abandonó el cine por una vida libre en un pueblito pesquero. No obstante, la difusión del programa arroja una nueva pista que aporta Belén Granados, una trabajadora social en la que se intuye que tal vez Arenas, es un solitario, callado y amnésico trabajador en un asilo de ancianos que dirigen un grupo de monjas, en particular, la anciana Sor Consuelo…

 

        …”Memoria, también, contenida en los depósitos de la televisión, un medio que representa como ningún otro la pulsión contemporánea de convertir la experiencia humana en archivo. Memoria, en fin, del cinematógrafo: copias guardadas en su ataúd de latón, lejos de las salas que le vieron nacer, fantasmas de una historia única, socialmente usurpada por el Audiovisual. Memoria -ya larga, como la de quien escribe estas líneas… En este sentido, en Cerrar los ojos entrarán en relación dos estilos diferentes: el propio del cine clásico, con su canon ilusionista, en ambientes y personajes; y otro, preñado de realidad, el que ha desplegado el cine moderno. O lo que es igual, dos clases de relato: uno, el que brotaba al amparo de la leyenda, contando la vida no tanto como era sino como debería de ser; y otro, a la deriva, contemporáneo, sin memoria ni futuro ciertos…” –Víctor Erice, lahiguera.net-

 

       …La primera y la última escena de Cerrar los ojos, alude directamente al concepto del cine dentro del cine: el rodaje de una película y la proyección de una escena de ese mismo filme en un cine abandonado; es decir, una alegoría de la pérdida de las salas  fílmicas y con ello, en parte, la pérdida de la memoria real y cinematográfica. No sólo eso, nuestra identidad, nuestra cultura y nuestro espíritu en una amarga y tenue alegoría. Cerrar los ojos es un thriller y a su vez, un relato intimista, un drama sobre la amistad y la honestidad y es tal vez, el testamento fílmico de Erice sobre la vejez y su propia obra. Pero sobre todo, su película es un emotivo y sutil poema de gran belleza plástica acerca de la mirada, la memoria, la pérdida y lo inasible que subyace y subyacerá en el interior de una sala cinematográfica…

 

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la ciudad de México

26 Enero 2024

NAÚFRAGOS DE LOS ANDES/ LA SOCIEDAD DE LA NIEVE/ VENGO DE UN AVIÓN QUE CAYÓ EN LAS MONTAÑAS

(Stranded: I Have Come from a Plane That Crashed on the Mountains, Uruguay-España-Estados Unidos-Argentina-Francia, 2007)

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Dirección. Gonzalo Arijón/ Guión. Gonzalo Arijon y Deborah Ford/ Fotografía en color. César Charlone/ Música. Florencia Di Concilio/ Edición. Claudio Hughes/ Dirección de arte. Osvaldo Reyno y Mónica Talamás/ Diseño de vestuario. Diego Aguirre/ Sonido. Fabián Oliver y Guido Berenblum/ Producción. Hilary Sandison y Marc Silvera/ Con. José Pedro Algorta, Roberto Canessa, Alfredo Delgado, Daniel Fernández, Bobby Francois, Roy Harley, José Luis Inciarte, Alfredo Mangino, Javier Methol, Carlitos Páez/ Duración. 112 mins.

 

 

SINOPSIS

Es ésta una de las historias de supervivencia más extraordinaria de todos los tiempos: la historia de un grupo de jóvenes en su mayoría jugadores de un equipo uruguayo de rugby que lograron sobrevivir durante 72 días a una altitud de cuatro mil metros, en el corazón de la cordillera de los Andes, después de que su avión se estrellara allí en octubre de 1972. El vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar a los jóvenes y otros pasajeros a Chile, tiene una falla y se estrella en un glaciar en el corazón de los Andes. Solo 29 de sus 45 pasajeros sobreviven al accidente. Atrapados en uno de los entornos más inaccesibles y hostiles del planeta, se ven obligados a recurrir a medidas extremas para mantenerse con vida.

         El accidente de avión, las muertes, los heridos. Los equipos de rescate que nunca aparecían. El desaliento. El hambre que se apodera lentamente de ellos. La decisión de alimentarse de los cuerpos de sus amigos fallecidos en el incidente. Las avalanchas. El esfuerzo sobrehumano para no rendirse y no dejarse morir. Allí arriba, en la montaña, una nueva sociedad tomó forma: no había líderes, solo una sucesión gradual de personalidades a medida que los acontecimientos se precipitaban y que soñaban en alcanzar una meta común: salir de ese infierno y volver juntos a la vida…

 

El presente documental narra en voz de sus verdaderos supervivientes una tragedia que ha inspirado tres películas de ficción y éste filme merecedor de varios galardones importantes como: International Documentary Film Amsterdam (IDFA) Premio Joris Ivens, Boulder International Film Festival (Gran premio), Miami International Film Festival 2008 – Premio del Público, Festival de Cine de Málaga 2008 – Premio del Jurado y el Festival de Cine de Malaga 2008 – Premio del Público.

 

A partir del impacto del reciente estreno de La sociedad de la nieve (2023) impactante y sensible producción española estadunidense dirigida por J. A. Bayona, cobra relevancia este relato documental realizado por Gonzalo Arijón, amigo de la infancia de varios de los sobrevivientes, quien logró finalmente, 35 años después del suceso, que sus viejos camaradas de la primaria y secundaria, hablaran por primera vez delante de una cámara de cine. Aquellos 16 muchachos que se salvaron de la muerte, aceptaron contar cómo fue esa traumática experiencia y recuperar los recuerdos y vivencias de aquellos fatídicos 72 días en las montañas heladas.

 

«El décimo día llegó, el día que escuchamos por la radio que la búsqueda se había suspendido, el día que nos quedamos sin comida. Entonces nos dijimos: si Cristo ofreció su carne y su sangre a sus Apóstoles en la Última Cena, nosotros teníamos que hacer lo mismo. Tomar su carne como si se hubiera reencarnado en nuestros amigos que murieron en el accidente».

 

Tanto el reciente filme de ficción La sociedad de la nieve, incluso el anterior relato de ficción estadunidense dirigido por Frank Marshall; ¡Sobreviven! (1993), al igual que el documental Náufragos de Los Andes/La sociedad de la nieve/Náufragos. Vengo de un avión que cayó en las montañas, se encuentran por encima del atroz y sorprendente situación de canibalismo que sucedió por las condiciones extremas de los sucesos. Y es que, las películas citadas, sobre todo las de Bayona y la de Arijón, consiguen retratar la esencia de la experiencia, tanto íntima como colectiva. La historia de los supervivientes de los Andes, se trastoca en una alegoría acerca de la condición humana y al mismo tiempo sobre nuestras fuerzas y debilidades, sobre la importancia de la amistad y la solidaridad en las situaciones más descomunales.

 

«La idea era describir lo más detalladamente posible lo que sintieron aquellas personas entonces y lo que sienten hoy 35 años después». Para eso logró contar por primera vez con el testimonio de los 16 supervivientes. Cada uno de ellos le concedió 24 horas, cara a cara con la cámara, en las que hablaron y se preguntaron en un sentido trascendente de la existencia ¿por qué?, ¿por qué a mí?, ¿quién decide a ti si, a ti no…?… –lahiguera.net-

 

Menos de tres años después de la tragedia, el cine mexicano taquillero del echeverrismo, echó a andar la gran producción inspirada en los inquietantes hechos: Supervivientes de los Andes (1975) dirigida por René Cardona con guión suyo a partir de un libro de Claire Blair y con un reparto de actores de ese momento ligados al cine comercial y la televisión: Hugo Stiglitz, Norma Lazareno, Luz María Aguilar, Fernando Larrañaga, Lorenzo de Rodas, José Elías Moreno hijo, Leonardo Daniel, Armando Sáenz y más. El resultado: un drama excesivo, tremendista, sangriento y melodramático cuya sinopsis habla por sí sola: “América del sur, años setenta. Un avión, en el que viaja un equipo uruguayo de rugby, sufre un fallo en pleno vuelo sobre las nevadas montañas de los Andes y tiene que aterrizar de forma forzosa y violenta. Tras la muerte de la mayoría de los pasajeros y en mitad de la nada, los supervivientes sufren el terror de la soledad y el frío. Debido a las bajas temperaturas, los cadáveres se conservan en buen estado, y al cabo de unos días, cuando el hambre aprieta, deciden hacer algo que cambiará sus vidas para siempre: comerse a los compañeros muertos. Rezando para que alguna expedición de rescate los encuentre, el horror cada vez se apodera más de ellos cuando la práctica del canibalismo se convierte en algo habitual cada día que pasa…”.

         Satanizada al exceso y merecedora siempre de comentarios morbosos y críticas terribles, la antropofagia (del griego anthrópos, hombre y phagein, comer); o el hábito de comer carne humana, ha propiciado dramáticos casos de la vida real como el ocurrido en la cordillera Andina. Así fue como la célebre tragedia de los Andes se convirtió en una oportunista y cruda (literal) cinta dirigida por el jefe de la dinastía Cardona filmada en las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Es decir, por vez primera, el cine mexicano se igualaba a “la modernidad” de otras cinematografías para contar un relato de canibalismo puro. 18 años más tarde y de manera respetuosa y sensible sin perder de vista el aspecto dramático, sensiblero y comercial del cine estadunidense, Hollywood regresó al mismo tema a partir de la película Sobreviven!/ ¡Viven/ Alive! (1993) de Frank Marshall con un reparto que incluía a figuras como: Ethan Hawke, Vincent Spano, Josh Hamilton, Bruce Ramsay, John Malkovich, Ileana Douglas y más, en una producción sobria, verista que intentaba alejarse del tremendismo…

         …”Las cifras de los hechos: sobrevivieron 16 personas. Murieron 29. Estuvieron 72 días aislados en los Andes (desde el 13 octubre hasta el 22 de diciembre de 1972). Soportaron temperaturas de hasta -40º C. Los nombres de los dos supervivientes que consiguieron cruzar las montañas son Nando Parrado (interpretado en la película por Ethan Hawke) y Roberto Canessa (Josh Hamilton). Un año después del suceso, en 1974, se editó el libro «Alive: The Story of the Andes Survivors», del escritor británico Piers Paul Read, base de la película…” –Filmafinity-

 

De alguna forma, La sociedad de la nieve estrenada recientemente en Netflix y el presente retrato real Náufragos de Los Andes/La sociedad de la nieve/Náufragos. Vengo de un avión que cayó en las montañas, resultan filmes espejo tanto en la ficción como en el documental. Incluso, en éste último se recrean varias escenas con actores y se montan otras para dar más realismo a los testimonios en esa su visión polifónica de los hechos expuestos con sensibilidad, al tiempo que evita el relato cronológico más propio de un reportaje televisivo con las voces de los ya maduros sobrevivientes. Y es que Gonzalo Arijón esperó el momento adecuado para la realización de este documental. Estaba consciente de que el trauma necesitaba tiempo para llegar a una reflexión serena personal y colectiva…

 

           …”Como cineasta pero además como viejo amigo de varios de los supervivientes, sentí que debía hacer un documental en profundidad con el grupo completo de supervivientes. Intentar captar la verdadera esencia de esta experiencia tan intensamente íntima y colectiva a la vez; tan intransferible como la práctica del canibalismo en pos de la propia subsistencia. Asumir este reto fue posible gracias al tiempo transcurrido desde el accidente (35 años), y a nuestra amistad, que habilitó un pacto de absoluta confianza entre todos. En cuanto a la realización, disfruté en grande con la complicidad de César Charlone (Director de Fotografía de films como Ciudad de Dios, El jardinero fiel), otro miembro del grupo que debió haber subido en aquel avión. Gracias a su ojo sensible, pude evocar el universo cerrado que describen los protagonistas y así materializar lo indescriptible…”.

 

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la Ciudad de México

15 enero 2024

LA BRIGADA DE LA COCINA

(La Brigade, Francia, 2022)

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Dirección. Louis-Julien Petit/ Guión. Louis-Julien Petit, Liza Benguigui, Sophie Bensadoun y Thomas Pujol/ Fotografía en color. David Chambille/ Música. Laurent Perez Del Mar/ Edición. Nathan Delannoy y Antoine Vareille/ Diseño de producción. Arnaud Bouniort y Cécile Deleu/ Dirección de arte. Edouard Blaise/ Vestuario. Olivier Guytard/ Producción. Odyssée Pictures, Apollo Films, France 3 Cinema, Elemiah y  Pictanovo, Liza Benguigui/ Con. Audrey Lamy (Cathy Marie), Francois Cluzet (Lorenzo Cardi, director del centro), Chantal Neuwirth (Chef Sabine), Fatou Kaba (Fatou), Yannick Kalombo (GusGus), Amadou Bah (Mamadou Bah), Mamadou Koita (Djibril), Alpha Barry (Barry Alpha), Yadaf Awel (Yadaf Awel), Demba Guiro (Demba)/ Dur. 97 mins.

SINOPSIS

Cathy Marie es una estricta y al mismo tiempo sensible sous-chef  de cuarenta años que trabaja en el restaurante de lujo de la exitosa chef Sabine que tiene su propio programa de televisión y con la que tiene serias diferencias. Cuando está a punto de cumplir su sueño de abrir su propio restaurante gourmet, un revés hace que nada salga como había planeado. Con serias dificultades económicas a sus espaldas, Cathy Marie acepta con reticencia hacerse cargo del área de comida de una cafetería de un centro para jóvenes inmigrantes que dirige el entusiasta Lorenzo Cardi, cuya misión es colocar a todos esos chicos en escuelas y trabajos legales en Francia. Poco a poco, las habilidades de Cathy Marie y su pasión por la cocina comienzan a cambiar la vida de los adolescentes marginados, que también tienen mucho que enseñarle a ella, más aún cuando Cathy Marie decide concursar en un evento muy popular donde se elegirá una nueva chef con su propio programa de TV y restaurante. La convivencia con los menores de edad, sus historias y su manera de ver la vida le mostrarán a la protagonista que todavía tiene mucho que aprender y que abrir su propio restaurante tal vez no sea el sueño de su vida.

 

Se trata de una muy entretenida y al mismo tiempo emotiva comedia social sobre el universo de la cocina y la migración adolescente en Francia. Luego del éxito que supuso su anterior filme: Las invisibles (2019), comedia femenina que arranca luego de que una decisión municipal, hace que un centro social para mujeres sin hogar cierre y sólo les queda tres meses para reintegrar en la sociedad a las mujeres que cuidan, las trabajadoras sociales intentan lo imposible. Petit firma este agridulce relato cuya acción de desarrolla principalmente dentro las cocinas de un hogar para jóvenes inmigrantes no acompañados que encontrarán en el mundo culinario su auténtica pasión y una verdadera familia…

 “El tema de la integración en Francia, en todas sus formas, me ha interesado desde el rodaje de Las Invisibles. Cuando estaba reflexionando sobre estos temas, Liza Benguigui, mi productora, me presentó a Sophie Bensadoun, guionista y documentalista que quería escribir una película de ficción sobre el tema de la integración de menores extranjeros no acompañados a través de la cocina. La idea me pareció muy interesante pero tenía que encontrar una historia original e inspiradora. Así que me puse a investigar. Gracias a Sophie tuve la oportunidad de conocer a Catherine Grosjean, profesora de cocina en una clase del CAP (Certificado de Aptitud Profesional) que acoge a migrantes menores. Cuando descubrí su carácter fuerte y la pedagogía que aplicaba a sus alumnos, supe el giro que iba a tomar la película. Para hacer una historia inspiradora, era necesario que estos jóvenes con recorridos complicados tuvieran delante a un personaje con mucho carácter…” – Louis-Julien Petit, lahiguera.net-

 

Desde la estupenda cinta animada Ratatouille (Brad Bird/Jan Pinkava, 2007), pasando por notables trabajos como Las delicias de la vida (Sandra Nettelbeck, 2001) o Sal y pimienta (Fatih Akin, 2009), cintas nacionales como: Corazón de melón (Luis Vélez, 2002) o Canela (Jordi Mariscal, 2012), exitosos relatos al estilo de: Las mujeres arriba (Fina Torres, 2000) o Sin reservas (Scott Hicks, 2007), los chefs se han convertido de manera reciente, en protagonistas de múltiples comedias y dramas no exentas de pequeños dramas y suspenso tal y como sucede en ese postre exótico y fugaz que es El chef (2012), escrita y dirigida por el ex actor Daniel Cohen.

       El arranque parece calcado de una fórmula harto conocida: el exquisito chef acostumbrado a la alta cocina que pierde su trabajo por confrontar a una clientela habituada a comida ordinaria o de mala calidad. Es el caso de Jacky Bonnot (Michael Youn, al límite del exceso), quien por azares del destino termina contratado por el hombre a quien más admira: el connotado chef Alexandre Lagarde (Jean Reno), que conduce su propio programa de televisión y que pasa por una crisis creativa que lo tiene al borde de perder su titularidad en un exclusivo restaurante y de mantener su calidad de excelencia entre la crítica y su clientela. En ese sentido, El Chef tiene algunos puntos en común con La brigada de la cocina.

 

Aquí, el realizador Louis-Julien Petit, consigue entrelazar dos mundos aparentemente incompatibles: la migración y la gastronomía, cuya protagonista Cathy Marie está inspirada en diferentes mujeres chef que el director conoció durante su trabajo de investigación en Francia y acabó trastocándose en la heroína de La brigada de la cocina. Se trata de una experta cocinera que siempre ha soñado con ser chef, impulsiva y obstinada, que, al quedarse sin opciones, se ve obligada a trabajar unos meses en un centro de acogida para jóvenes migrantes. Y aunque ella no lo sabe todavía, a través de ese trabajo hará realidad su sueño de otra manera y todo gracias a una cualidad que no sospechaba que poseía: la empatía y la pedagogía. Así que acabará convirtiéndose en chef a su manera, conviviendo con una verdadera familia dentro de ese centro de acogida a jóvenes migrantes.

 

“El casting de los jóvenes tuvo lugar en varias asociaciones de acogida parisinas. Mis dos directoras de casting filmaron a más de 300 jóvenes. Vi todas estas entrevistas, es decir, 300 horas de vídeos en los que cada uno contaba su vida, su trayectoria. Yo buscaba personalidades cuya energía alimentara la película. Quedaron 150. Más tarde organizamos talleres de teatro en los que ensayamos una escena: la de la prueba de la verdura. A partir de ahí, vi cómo eran, cómo reaccionaban… Después anuncié a unos 40 jóvenes que habían sido seleccionados para protagonizar la película. A los que habían participado en el casting y no habían sido elegidos para la brigada principal, les ofrecimos participar como extras si así lo deseaban. No les di el guion, solo les conté el esquema de la historia. Quería que no perdieran su sinceridad y cómo van descubriendo paso a paso al personaje de Cathy Marie. La riqueza de la película también proviene del amor que Audrey supo ofrecerles. Como no conocían el texto, tuve que confiar en Audrey, que conocía la estructura de las escenas y de la narración…”  – Louis-Julien Petit, lahiguera.net-

 

La brigada de la cocina es una agridulce comedia social, un subgénero que Petit ha venido realizando desde su primera película. En éste caso, consigue abordar con realismo el problema de los menores migrantes, sin eludir las situaciones difíciles y dramáticas como la deportación cuando los jóvenes no consiguen una titulación y o empleo antes de los 18 años. Y pese a ello, logra mantener un eficaz sentido del humor y optimismo, con personajes como la propia Cathy Marie, su amiga Fatou aspirante a diva, o el adolescente GusGus. No obstante, el filme se concentra en la férrea personalidad de Cathy Marie la espléndida Audrey Lamy, una mujer solitaria, poco social y muy segura de sí misma que se ve forzada a la interacción social en ese centro de acogida, en la antítesis de sus planes, lo que crea situaciones de humor desde el inicio de la película.

          Al igual que el espectador, la protagonista descubrirá la realidad del recorrido de estos jóvenes, desde la salida de sus países de origen, su llegada a Francia, sus familias a la distancia y sus esfuerzos por integrarse, pasando por la amenaza de expulsión. Así, a medida que avanza la historia, el tono de comedia va cediendo poco a poco su paso al drama social y a las emociones cuando Cathy Marie termina por involucrarse realmente en la problemática de cada uno de chicos y lo hace a través de todo aquello que la protagonista detesta: los reality shows culinarios, la falsedad de la televisión y sus presentadores e incluso sus jueces como la propia chef Sabine que al inicio del filme despide a Cathy de su restaurante.

 

 

 “Audrey Lamy se preparó a conciencia para dar vida a este personaje. Pasó varios meses en las cocinas de dos grandes restaurantes («Apicius» y «Divellec») y aprendió tan bien a quitarle las espinas a la caballa que no lograba quitarse el olor de las manos. Estuvo a las órdenes de los chefs Mathieu Pacaud y Christophe Villermet y después de algunas semanas ya no la reconocí porque formaba parte de las brigadas profesionales. Audrey también logra su sueño en esta película: trabajar con François Cluzet. Cuando supo que él sería su compañero, se echó a llorar de pura felicidad. Estos dos actores tienen en común que nunca quieren estar por encima de la película en la que trabajan. Creo que ese es el secreto del éxito de sus carreras: están al servicio de la película, totalmente comprometidos, y eso es lo que buscan todos los directores. He tenido mucha suerte de contar con ellos para mi película…” – Louis-Julien Petit, lahiguera.net-

 

 

RAFAEL AVIÑA

Centro histórico de la  ciudad de México

28 noviembre 2023

TODO SOBRE ALMODÓVAR

(Almodovar, l’insolent de la Mancha, Francia-Suiza-España, 2023)

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Dirección. Catherine Ulmer López/ Guión. Catherine Ulmer López/ Fotografía en color. Jérome Colin/ Música. Léo Vincent/ Edición. Xavier Cabanel/ Sonido, Julien Rouveron/ Documentación. Linda Salas Vega/ Consejero histórico. Magali Dumbosseau-Lesquer/ Gráficos. Martin Carrese/ Producción. Gilles Perez, Cyrille Perez, Télevisión Francaise, 13 Prods., Radio Télévision Suisse / Narración. Olivia Ruiz/ Con. Pedro Almodóvar, José Luis Alcaine, Fernando Sánchez Castillo y otros/ Dur. 60 mins.

 

SINOPSIS

Fascinante documental de una hora, realizado para la televisión, que rastrea los pasos del cineasta manchego Pedro Almodóvar desde su infancia en La Mancha en Castilla, donde vemos sus raíces familiares y en particular, la estrecha relación con su madre. Su renuencia a seguir la vida rural en su pueblo de Calatrava, su posterior viaje a Madrid a fines de los años sesenta y su papel fundamental en el inicio de la llamada “Movida madrileña” en los setenta. Sus primeros cortometrajes, su paso por la música y su debut cinematográfico con Pepi, Luci y Bom y otras chicas del montón en 1980. Todo ello, con imágenes de archivo desconocidas y entrevistas con familiares, vecinos y personajes relevantes en su obra como el Director de Fotografía de varias de sus películas, José Luis Alcaine, que explican el proceso de creación con el director así como un ágil recorrido por su filmografía. Este documental repasa las siete décadas de vida del director y nos invita a analizar su cine colorista y libre de tabúes y la propia evolución social de España, tan presente siempre en la obra de Almodóvar…

 

…La muerte del General Francisco Franco ocurrida en 1975 trajo como consecuencia un cambio radical en la estructura social de España y sobre todo en su cinematografía. De entrada, se suprime la censura, es la época del destape y el estallido del cine porno, y a su vez, el surgimiento de nuevos y jóvenes realizadores que intentaban dejar atrás el fantasma del franquismo o conjurarlo con otra mirada renovada y crítica. Asimismo, se abordan nuevos temas como la delincuencia, la droga, los derechos de la mujer, el despertar sexual, el homosexualismo y la modernidad.

       Los años 1978 a 1981 resultan clave para la cinematografía española. El catalán Bigas Luna dirige dos obras demoledoras sobre la moral y el sexo: Bilbao (1978) y Caniche (1979). Vicente Aranda intenta exorcizar los horrores del franquismo con una nueva moral sexual en La muchacha de las bragas de oro (1979), Mater amatísima (1980) de José Antonio Salgot, resulta un durísimo relato sobre el autismo, el veterano Carlos Saura dirige con gran vigor una obra sobre el crimen y la delincuencia juvenil en Deprisa, deprisa (1981), Manuel Gutiérrez Aragón narra el despertar sexual de una adolescente en: Maravillas (1980) y Fernando Trueba debuta con una agradable comedia urbana: Opera prima (1980). Lo mismo sucede con Pedro Almodóvar con la desaforada y corrosiva Pepi, Luci y Bom y otras chicas del montón (1980) agresiva ópera prima planeada en Súper 8, filmada en 16 mm y ampliada a 35 mm, en la que aparecen ya las constantes de su insólita y desparpajada filmografía y en estado latente las obras que desarrollará más adelante.

      Todo ello, coincidía a su vez con la aparición de productores desquiciados por esas cuatro décadas sin sexo, cuyos títulos hablan por sí solos: El erótico enmascarado (Mariano Ozores, 1980), Los sueños húmedos de Patrizia (Ignacio F. Iquino, 1982), Con las bragas en la mano (Julio Pérez Tabernero, 1982) y más…

      … Pepi (interpretada por la primera diva de Almodóvar: Carmen Maura), es una chica moderna y sin censuras que vive frente al departamento de Luci (Eva Siva), la típica ama de casa abnegada y sumisa casada con un policía (Félix Rotaeta), quien viola a Pepi a cambio de olvidarse de su cultivo de marihuana en macetas. En busca de venganza, Pepi aborda a Luci, quien conoce a Bom (Alaska), cantante del grupo rockero Bomitoni y entre ambas surge un idilio instantáneo celebrado con una abundante micción sobre el rostro extasiado de Luci con quien forma la pareja perfecta, una sádica, la otra masoquista.

    Luego de una exitosa obra underground que incluye noveletas, comics, cortos en Super-8 y grupos de cutre-rock («yo era una mezcla de Divine y Fassbinder», solía decir Almodóvar), el cineasta, considerado el aporte más original del cine español contemporáneo, se ha dedicado a lo largo de más de cuatro décadas de carrera a abordar historias de mujeres al borde de un ataque de nervios y otros personajes que se mueven entre azotes sadomasoquistas e intercambios de secreciones siempre con frescura y originalidad.

    En sus películas subsecuentes: Laberinto de pasiones (1982), Entre tinieblas (1983), ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), Matador (1985), La ley del deseo (1987 con otra de sus figuras centrales: Antonio Banderas), Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), ¡Átame! (1989 con Victoria Abril, otra de sus divas), Tacones lejanos (1991), Kika (1993), La flor de mi secreto (1995) o Carne trémula (1997), en la que aparece la actriz que se convertiría en su figura esencial a la fecha: Penélope Cruz, Almodóvar revela su interés por las situaciones extremas y folletinescas en medio de una nueva cultura madrileña. Uno de sus méritos es haber aprovechado las fantasías del cine porno -de moda en ese momento-, para integrarlo de manera natural a su discurso mezclando humor, sensualidad y tragedia.

        En el documental Todo sobre Almodóvar/Almodóvar, el insolente de la Mancha, se sintetiza con inteligencia la obra del cineasta y se ejemplifica con varias escenas de sus películas, su propia vida y los personajes trascendentales en su filmografía, como su madre y las mujeres en general. En sus cintas, sobre todo antes del nuevo milenio, surge la constante trasgresión de los valores tradicionales, la cultura pop, la del rock, la TV, el comic y la fotonovela que dio cabida a la célebre movida madrileña para explorar de manera hilarante el inframundo perverso de la cultura española del destape. Almodóvar abandonó el tremendismo de sus primeros relatos para conseguir un primer filme insólito en Matador que combina telequinesis, sexo y tauromaquia. No obstante, su obra maestra de aquellos años es sin duda La ley del deseo sobre los avatares de un cineasta homosexual. Con Mujeres al borde de un ataque de nervios, alcanza el éxito internacional, la nominación al Oscar y el rompimiento con Maura.

       Almodóvar, el polémico manchego convertido en institución fílmica de exportación, destacó en su país no tanto por sus delirantes e inclementes sátiras, sino por su curiosa sensibilidad para acercarse a la realidad, explotando la parte más escandalosa o melodramática de ésta. Las relaciones familiares de amor-odio; los triángulos homosexuales que acaban en asesinato; el incesto o la violación como actos tragicómicos; las relaciones de traición y solidaridad entre mujeres; o el machismo como una cotidiana realidad española.

        Con Todo sobre mi madre (1999) Pedro Almodóvar gana el Oscar y consigue materializar con fortuna, esa su obsesión por el mundo femenino; sus secretos, sus silencios, sus crisis, los pequeños detalles que muestran ese increíble espíritu de fortaleza que tienen las mujeres. Por ello, resulta curioso comprobar que sea precisamente un hombre quien mejor haya retratado, no tanto a la mujer española de la época del destape ibérico, sino las contradicciones y la lucidez femenina con tanta gracia y al mismo tiempo con tanta emotividad como lo muestra éste filme y los que seguirían: Hable con ella (2002),  La mala educación (2004) un retrato de los abusos de la iglesia -que coincidía como lo muestra el documental de Ulmer-, con el peor atentado en España: los 200 muertos y más de mil quinientos heridos que dejaron las explosiones ocurridas en los trenes madrileños aparentemente orquestadas por el Islam. Volver (2006), Los abrazos rotos (2009), la inclemente La piel que habito (2011), el divertimento que fue Los amantes pasajeros (2013), Julieta (2016), Dolor y gloria (2019) obra maestra que resume su propia vida como realizador y Madres paralelas (2022) muy disparejo trabajo en el que Almodóvar se interna en las fosas comunes y las historias de aquellos que fueron asesinados por el franquismo.

         Todo sobre almodóvar es un eficaz recorrido por una de las filmografías más originales del cine contemporáneo; un simpático, alborotador y lúcido realizador que se convirtió en un ícono. Notables sin duda las fotografías e imágenes de archivo donde es posible ver al padre de Almodóvar, un arriero, o sus conversaciones con Francisca Cabello, su madre junto a un Almodóvar muy joven, a quien incluye en la película ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Así como imágenes del cineasta niño y adolescente o vecinos que lo conocieron en su infancia.

          Escenas de sus primeros cortos y de sus conciertos en los años setenta, una época aún de represión para los jóvenes antes de la muerte de Franco, por lo que Almodóvar no puede entrar a estudiar cine y decide por ello, ingresar a trabajar en la Telefónica española para obtener dinero para financiar sus cortos. Asimismo su fascinación por la cultura pop que proviene de los catálogos de Galerías Preciados y los cromos que venían en las envolturas de chocolate como se aprecia en Dolor y gloria. Así como la importancia del color y de la música y las canciones en su obra…”Dejamos atrás la España en blanco y negro para entrar a la de color…”. Se trata de un documental conciso y excepcional sin duda…

 

RAFAEL AVIÑA

Centro histórico de la ciudad de México

13 de noviembre 2023