PAISAJE EN LA NIEBLA (Topio stin omichli, Grecia-Italia-Francia, 1988)

Paisaje en la nieblaDirección. Theodoros Angelopoulos/ Guión. Theodoros Angelopoulos, Tonino Guerra y Thanassis Valtinos, inspirado en un argumento del primero/ Fotografía en color. Giorgos Arvanitis/ Música. Eleni Karandriou/ Edición. Yannis Tsitsopoulos/ Diseño de arte. Mikes Karapiperis, Farhad Saba/ Con. Michalis Zeke (Alexandros), Tania Palaiologou (Voula), Stratos Tzortzoglou (Orestes), Vasilis Kolovos (chófer del tráiler), Ilias Logothetis (el hombre gaviota), Mihalis Giannatos (Jefe de estación de trenes) / Duración. 119 mins.

Sinopsis

Voula, una niña de once años y su hermanito Alexandros de cinco, fantasean con la idea de encontrar a su padre. Un día, deciden abandonar su casa en un barrio popular de Atenas, para ir al encuentro con su progenitor, quien según su madre, ha emigrado hacia Alemania. Luego de abordar un tren de manera clandestina, son descubiertos y detenidos en una estación. Sin embargo, consiguen huir y juntos, de la mano, emprenden su camino por la geografía griega a pie, o en diferentes transportes, bajo una inclemente lluvia, nevadas o terribles ventiscas y enfrentando a todo tipo de personajes: cálidos o malvados. En su odisea, se encuentran con un camionero que agrede sexualmente a Voula. Asimismo, a un agradable joven, Orestes, miembro de una compañía de teatro ambulante que recorre toda Grecia en un viejo autobús y con severas incertidumbres en cuanto a ganancias y sitios para hacer su espectáculo. Y finalmente a un militar que asombrado ante la desparpajada e inocente petición de dinero por parte de la niña, le ofrece la cantidad necesaria para tomar el tren rumbo a Alemania sin pretender nada de ellos. Voula y Alexandros consiguen llegar a la frontera germana enmarcada por un río, una espesa niebla y un hermoso árbol que los acoge como si se tratase de un padre.

Hace tan sólo unas semanas, se supo de la absurda muerte de uno de los mayores cineastas de finales del siglo XX. El gran maestro Theodoros Angelopoulos, conocido simplemente como Theo Angelopoulos, nacido en Atenas, Grecia en 1935. Justo cuando el cineasta trabajaba en un nuevo proyecto, fallecía el pasado 24 de enero a los 76 años, luego de ser arrollado por un motociclista cuando cruzaba una calle…

…Luego de ingresar a la Facultad de Derecho en su país natal, Angelopoulos, decidió emigrar a París para estudiar cine y literatura, no obstante es expulsado del IDHEC (el Instituto de Estudios Superiores Cinematográficos de Francia) por inconformista y regresa a Grecia en 1963, año en que inicia su primera película de corte policiaco, Negro y blanco  que no logra terminar por falta de fondos, como sucedió con su segundo intento fílmico: Forminx Story (1965), sobre un grupo griego de rock que realizaría una serie de presentaciones por Estados Unidos. La gira fue cancelada y el proyecto también. Finalmente, Angelopoulos, quien sobrevivía como crítico de cine en un periódico de izquierda, debuta finalmente con el cortometraje Broadcast (1968) que obtiene el Premio de la Crítica en el Festival de Cine de Tesalonica. A ésta, le sigue el largo: Reconstrucción (1970) inspirado en un crimen real sucedido en Grecia y Días de 36  (1972) su primer filme de corte histórico-político, tema de casi toda su obra a través de relatos intimistas y cotidianos. Varias de ellas, enormes y galardonadas obras como: El viaje de los comediantes (1975), Alejandro Magno (1980), Viaje a Citeria (1984), El apicultor (1986), El paso suspendido de la cigüeña (1991), La mirada de Ulises (1995), La eternidad y un día (1998) –ganadora de la Palma de Oro en Cannes-, Eleni (2004), El polvo del tiempo (2008) y por supuesto, esa pieza fundamental en su filmografía, cargada de una dolorosa e hipnótica belleza como lo es: Paisaje en la niebla (1988), ganadora del Premio Forum en el Festival de Berlín, el León de Plata en Venecia para su realizador y el Premio Félix a la Mejor Película Europea de 1988.

Paisaje en la niebla es un relato plagado de referencias y símbolos. Un terrible y aleccionador viaje iniciático y de maduración infantil que se comunica con otras historias similares como: Los 400 golpes (Francois Truffaut, 1959), Las tortugas pueden volar (Bahman Ghobadi, 2004) y en particular, El círculo perfecto (Ademir Kenovic,1997), centrada en dos huérfanos de siete y nueve años, quienes han perdido a sus padres durante la guerra en Bosnia y que encuentran refugio en casa de un poeta de edad madura quien se convierte en protector de los hermanos y se ofrece a localizar a una tía de éstos perdida en algún lugar de Alemania.

Lo que inicia como un melodramático recuento del tipo De los Apeninos a los Andes (relato incluido en Corazón. Diario de un  niño de Edmundo de Amicis), se transforma de manera radical en una suerte de road movie espiritual. El viaje de dos menores hacia un encuentro consigo mismos. Un periplo a todos lados y a ninguna parte que los conducirá a la pérdida de la inocencia -en la parte posterior de un  tráiler, o en la ruda línea fronteriza con Alemania- y al cruce con la madurez y una cruda realidad…”La vida debe de ser terrible y la necesidad de ser amado aún más, para que dos niños decidan partir solos a un largo viaje” –Angelopoulos dixit

A partir de una anécdota extraída de la realidad, el director de El viaje de los comediantes, construye una épica personal, sobre el silencio y la derrota, sobre los sueños rotos y los amores vencidos, en una Grecia cubierta de lluvia y neblina: un paisaje frío y desolador, para narrar la Odisea emprendida por la adolescente Voula y su hermano menor Alexandros, en busca de su padre, en una Alemania que sólo existe en sus inocentes elucubraciones. Alentados por los sueños del pequeño (“Parecías tan cercano, que estirando la mano te hubiera tocado”) y la férrea decisión de la hermana, Voula y Alexandros, se sumergen en una suerte de epopeya homérica moderna, o cuento de hadas cruel y desesperanzador, donde descubrirán el amor, la muerte, las mentiras, la perversidad, la generosidad y el odio.

Ello, en medio de inclementes tormentas que los desvían de su itinerario físico y espiritual. De vestigios arqueológicos como la gigantesca mano de piedra que sale del mar para ser alzada en los aires por un helicóptero. De hombres uniformados inmovilizados momentáneamente mientras los hermanos huyen en cámara lenta. De zonas industriales aterrorizantes. De ambiguos jóvenes motociclistas. De inmensos trailers que cruzan entre lodazales. De gigantescas maquinarias que simulan monstruos legendarios y de otros signos inquietantes, como aquella novia que huye de su boda llorando, o el caballo agonizante arrastrado por un tractor, o los comediantes envejecidos que recitan sus recuerdos dolorosos de la guerra y que rematan su vestuario como archivando su propia memoria.

Un padre que no existe en realidad (“para que tengan en que soñar”). Cartas inexistentes armadas fuera de cuadro por esos solidarios hermanos. Una madre que tan sólo es una presencia virtual en un recorrido repleto de brutalidad (la escena del camión) o de decepción amorosa: Voula turbada por Orestes, el único amigo en ese viaje y chofer de esa compañía itinerante de comediantes, que acaba ligando con otro joven en un bar. Para Angelopoulos, el único paisaje ideal en este recorrido brumoso e inmensamente triste, es el reinventado a través de un fragmento de película velada al que parecen acceder los hermanos en una de las secuencias más bellas en la historia del cine, con textos tomados del Génesis, en una película dolorosa y de gran fuerza poética, que se mueve entre lo crudamente real y lo mágico-onírico.

En efecto se trata de una suerte de fábula moral o un crudo cuento infantil contemporáneo de múltiples lecturas, a medio camino entre el realismo y el sueño, que aborda en particular el tema de la fraternidad, la fe y la incertidumbre de la infancia sobre el futuro. La verdad, las mentiras piadosas que pueden ser devastadoras y sobre todo la búsqueda de las propias raíces (de ahí la metáfora del árbol) y de un padre utópico que sólo existe en las ingenuas mentes infantiles de sus protagonistas a quien ubican en una suerte de Edén  con todo y su árbol del Bien y del Mal. Un mundo en caos, en una Grecia que se mueve entre los vestigios de un pasado histórico memorable  (las efigies de piedra y otros fragmentos de memoria de enorme riqueza cultural) y una modernidad convulsionada que ha roto todo elemento de comunicación, tolerancia y piedad. La fe y la imaginación es lo que mueve los fatigosos pasos de ese par de hermanos en un mundo sin padres, sin amor, sin sentido, sin esperanza, en un retrato desolador que apela a lo más profundo de nuestros sentimientos.

RAFAEL AVIÑA

No matarás. Película breve sobre un asesinato (Krótki film o zabijaniv/Short Film About Killing). Polonia, 1988, de Krzysztof Kieslowski.

Entre el asesinato personal y la pena de muerte institucional: ética y sinrazones.

por Luis Arrieta Erdozain


A Sarita y Jesús Sánchez Nieto,
al Dr. Antonio Sánchez Galindo,
quienes realizan su apostolado
con presos en cárceles mexicanas.


En Estados alterados (Altered States, 1980) del británico Ken Russell, a partir de la espléndida novela de Paddy Chayefski (también responsable del guión original para cine de Network, poder que mata de Sidney Lumet, 1976), se plantea la coexistencia de los diferentes estadios evolutivos de la especie humana en una suerte de memoria genética. De esta suerte, habitan el mismo cuerpo un hombre o mujer digamos que <<decentes>>, “léidos y escrebidos”, vamos, con el antropoide de los orígenes, cuyos instintos primitivos estaban exaltadamente despiertos en pos de la supervivencia y del establecimiento de dominio. La civilidad y la educación son asuntos que sólo vendrían muy lentamente con el curso de los siglos, de los milenios y de no pocas afrentas.

Pero que exista control social o normas no implica que esa dimensión primitiva y enceguecedora de la razón esté anulada por completo. Cuando se “pierde la cabeza” y la adrenalina y la furia no sólo ganan sino que mandan, pueden cometerse actos, producirse hechos que no se darían bajo circunstancias normales y acaso se lamenten largo tiempo … como en el caso del tipo que siente que se le cerró el vehículo de enfrente y al llegar al próximo alto le vacía el revólver a su conductor; o la mujer enferma de celos que comete algo impensable por esta condición, real o no, adjudicada a su pareja o cónyuge, etc.

Civilidad-instinto descontrolado es un eje importante en No matarás. Breve película sobre un asesinato del realizador polaco Krzysztof Kieslowski en que, de modo inteligente y sin aspavientos, plantea un tema que suscita las posiciones más encontradas, que pueden ir desde la etiología de un asesinato llevado al cabo por un sujeto impasible ante el dolor o la desgracia aunque aparentemente  autocontenido y, por otra parte, la legitimidad auténtica con la que cuenta o no el aparato de Estado para respaldar la ejecución de una pena capital. Esto es, una suerte de asesinato normado, aplicado como castigo máximo al indeseable para la comunidad.

Pero vayámonos por partes. No matarás… formó parte originalmente de Decálogo, serie de diez capítulos que Krzysztof Kieslowski hizo para la televisión polaca, dedicados cada cual a uno de los mandamientos de la Ley hebreo-católica mosaica. De esas diez obras, fueron retrabajadas dos como películas independientes de largometraje: la que nos ocupa y No amarás. Breve película sobre el amor (Krótki film o milosci), ambas datadas el año de 1988.

Signo distintivo de la creación de Kieslowski es su inquietud moral (véase, a tal efecto, el apéndice que sucede a este comentario) por explorar el papel que el ser humano juega en la sociedad, contemplado desde la perspectiva de diversos ámbitos y circunstancias, para lo cual se asoma y analiza la vida interior de sus personajes. Opta, pues, por películas menos artificiosas y más personales, en la línea de lo que solemos distinguir como cine de autor. Para ello, se vale de trazos gruesos y elocuentes, sin grandes andanadas de diálogos, aplicando en ello poco tiempo real, a la par que crea un <<tempo>> crecientemente intenso, en la medida en que la madeja de la trama empieza a ser tirada por distintos causes.

No matarás. Breve película sobre un asesinato, film distinguido con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes y el Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1988, arranca con una toma que mezcla la ternura por antonomasia: la niñez que ríe y divertida, con un asunto impactante: el motivo de la algarabía de la que se nos participa vía audio, la “travesura” en turno es que colgaron por el cuello a un gato que, a tal efecto, se balancea muerto pendiendo de la soga. Esta estampa pareciera ser presentada como retrato fiel de la mutante condición humana en la perspectiva de Kieslowski.

El protagonista es Jacek Lazar (Miroslaw Baka, muy parecido en su físico a Zaguinho, el ex-futbolista del América), joven perturbado sin mayor ocupación que deambula por las calles de Varsovia. En el par de co-estelares están Piotr Balicki (caracterizado por Krzysztof Globisz), abogado recién titulado, y el infortunado taxista Waldemar Rekowski (interpretado por Jan Tezarz). Los tres no tienen nada y, a la vez, todo que ver entre sí, pues el insondable destino ha hecho urdimbre de los hilos de su existencia. En el reverso de la caja del DVD del film se anota: “Un joven asesina brutalmente a un taxista sin razón aparente. Piotr, abogado novato, es asignado al caso. A pesar de su esfuerzo, su cliente es sentenciado a la pena de muerte, llevándolo a cuestionarse respecto de su capacidad como agente de la ley, y la naturaleza misma del sistema legal. Una desgarradora historia sobre la pena capital, y sobre las pasiones y temores del ser humano, y el instinto criminal que todos llevamos dentro”.

Jacek aún no cumple los 21 años pero ya carga sobre sí con el insoportable peso de la duda de su culpabilidad o no en el deceso de alguien que le era muy querido. Ello lo arranca del campo a la ciudad, ahondando su intranquilidad de alma, haciéndolo impasible ante la pena o desgracia ajena y “empujándolo” –si cabe- a descansar buscando, en su ofuscamiento existencial, no quién se la hizo sino quién se la pague. En su interior no desmerece, dado el caso, con el Jaibo caracterizado por el jovencísimo Roberto Cobo en Los olvidados de Luis Buñuel. Su autoestima es mínima. Cuando alguien le pregunta a Jacek si tiene algún talento, él responde resueltamente que ninguno. En este y otros sentidos, Piotr Balicki representa la otra cara de la moneda: el mismo día en que se producen los acontecimientos  que vinculan a los tres personajes, aprueba su examen profesional como abogado. Se adivina que su futuro será magnífico, “como un lago azul sin cieno” (claro, en expresión típica de Alex en Naranja mecánica). Cuando es inquirido al respecto, Piotr dice a los sinodales que su motivación para ejercer es comprender la función social de la abogacía (“Todo hombre se pregunta por el significado de su trabajo”; “Creo que entre más avanzamos, dudamos más”). Luego de ello, su novia y él celebran en una cafetería cerca de la plaza Royal Castle … en la cual también está presente Jacek, revisando los avíos con los cuales está resuelto a llevar a cabo su fechoría. En tanto, fuera del lugar, el taxista Rekowski, tras serle evidenciado alespectador con suficiencia que es remilgoso con la clientela a la que lleva, recogerá finalmente a su pasajero infausto …

Este elemento, el intercruce “casual” (que terminará por ser causal) de personajes que luego terminarán profundamente relacionados es muy propio del estilo narrativo-argumental de Kieslowski: así ocurre con las dos Verónicas (en La doble vida de Verónica) cuando ambas coinciden: una de viaje de paseo, la otra como parte del registro de una fotografía que la capta atestiguando una manifestación popular que es reprimida; así sucede con varios de los personajes de Tres colores: Azul(1993), Rojo (1994) y Blanco (1994), como también con los personajes centrales de No amarás. Breve película sobre el amor (1988).

Con ello constatamos, como diría aquel, que “la vida es la mar de rara”, pues si esto se produce para lo trágico, también ocurre así con lo venturoso. También es por demás perceptible en el estilo Kieslowski que, si bien no hay prisa, tampoco pausa. El cineasta aprovecha los <<tiempos muertos>>, los de catálisis o de acciones  entre los personajes que podrían tildarse de “irrelevantes” para mostrar al espectador parte de su modo de ser, ayudando a perfilarlos humana y psicológicamente. Sin embargo, al revisar en No matarás … tres secuencias: asesinato, juicio y ejecución de la sentencia, en apreciación de este analista, Kieslowski se pasa de cruento en la ilustración del homicidio, aún si se considerara que así ocurre un crimen real o que su objetivo fuese provocar un rechazo unánime al hecho, a su causante y sus formas. A mí me parece que ya era suficiente para provocar indignación lo inmotivado de la brutalidad ejercida contra el sujeto al que se agrede y, desde luego, haberle quitado la vida tan a la malagueña, como luego se dice.

En lo tocante al juicio, Krzysztof Kieslowski demuestra a tantos directores norteamericanos que, en Polonia, “también hace aire” y, en lugar de regodearse con los argumentos y argucias del fiscal y del abogado defensor, con giros súbitos, testigos inesperados y demás, dedica sólo unos cuantos minutos a la ambientación de escena en la corte y a que la sentencia –que se anticipa inobjetable en contra del criminal- sea emitida … como para evidenciar que el agresor apenas cobra conciencia de lo que hizo y su castigo; el realizador también ilustra con suficiencia el enganche emocional del abogado con el reo, su presente, pasado y futuro inminente (aquí se espejean “A sangre fría” de Truman Capote como libro-reportaje y la propia película Capote, realizada en el 2005 por Bennett Miller).

Más tiempo que a lo anterior, dedica el genial autor polaco a la frialdad de los preparativos para la ejecución por producirse. Al terrible ambiente de las prisiones, tan ayuno de la libertad, uno de los dones básicos de la condición humana, se incorpora la desoladora variante, en el caso de Jacek, de que se trata del frío escenario en el que espera su ejecución … aunque no falta por ahí el humor negro, pues cuando le ofrecen su último cigarrito, el reo lo declina pues prefiere uno sin filtro … hasta que le ofrecen uno de su gusto.

También están las paradojas de la vida: poco antes de la muerte de su defendido, Piotr se convierte en Papá.

En todo este intenso tránsito, en que Kieslowski logra tener absorto al espectador, sea con emplazamientos fijos como con su dinámica cámara en mano, ha logrado sembrar en el camino dilemas morales, complejos de culpa, la condición humana confrontada contra lo inaudito, contra lo terminal … porque, de acuerdo, Jacek Lazar quitó la vida cruentamente a un inocente; pero también el Estado, al ejercer el monopolio de la fuerza y la violencia que le confiere el Derecho, asesina con frialdad y premeditación a quien cometió un crimen grave: … ¿ha de aceptarse así, sin más, la Ley del Talión, que aplica una institución contra un sujeto específico?

Si bien nadie puede dar lo que no tiene, ¿le está dado –así sea el aparato de justicia del Estado- quitar lo que no ha dado? ¿Puede, en otros términos, aplicar la pena máxima a quien nunca le dio vida y sí sólo ciudadanía? No matarás … discurre en torno a esta pretendida legitimidad de alcances por parte del Estado, yendo más allá de argumentos y leyes, a través de la ilustración de un caso que involucra a personas de carne y hueso.

Al respecto, viene muy a cuento lo que apunta J. A.Sáinz Cantero (Gran Enciclopedia Rialp, ed. Rialp, Madrid,España, 1991, vol. 18, pp. 213-214): “En el marco de las penas corporales, la de muerte es uno de los medios de reacción contra el crimen con que cuenta el hombre desde que se ve obligado a mantener, mediante el Derecho, la pacífica convivencia sobre la tierra. Consistiendo la pena en una privación de bienes jurídicos de los que es titular el delincuente, es natural que se pensara en privarle de la vida que es el que tiene en más estima, logrando al mismo tiempo el procedimiento más simple, seguro y eficaz de separar de la comunidad a quien constituye una causa de perturbación de la misma. Esto, y el que la privación de la libertad no hubiera sido todavía <<descubierta>> como sanción, constituye la razón de que la muerte fuera la pena por excelencia desde la antigüedad hasta hace algunos siglos. La mentalidad cristiana, con su confianza y respeto por el valor de la persona, fue imponiendo una suavización en la frecuencia con la que se aplicaba la pena de muerte, tendiendo a sustituirla, en muchos casos, por la privación de la libertad u otras penas. Al irse sometiendo a revisión las estructuras de la legislación penal se plantea con rigor y trascendencia la necesidad de la pena capital. El abuso con que se prodigaba y la espectacular dureza empleada a veces en su ejecución, junto a la concepción contractualista, imperante en el pensamiento ilustrado, que veía una contradicción lógica en que el hombre al ceder partes de su libertad hubiera concedido también el derecho a privarlo de la vida, hacen que las figuras más representativas de la ideología ilustrada se muestren adversarias de la pena capital, aunque  algunos, como Beccaria, la admitieran en casos muy excepcionales. Sin embargo, la Revolución Francesa aplicó la pena de muerte en abundancia. Estos embates no tuvieron en verdad un éxito decisivo para hacerla desaparecer del arsenal de penas, pero se fue consiguiendo que se redujera el número de delitos para los que se conminaba. A este resultado contribuyó también el que la privación de la libertad adquiriera la consideración de sanción penal y el empleo del condenado como fuerza económica al servicio del Estado. En el siglo XIX se agudiza la polémica; la corriente abolicionista consigue los primeros impactos legislativos, aunque no se extenderá de modo considerable hasta el siglo XX. Acabada la II Guerra Mundial, es tal la extensión del abolicionismo que algunos han podido decir que la pena de muerte se bate en retirada”.

Mas adelante, continúa y concluye Sáinz Cantero: “Desde un punto de vista jurídico, los defensores de ella han alegado en pro de su mantenimiento en la legislación: su eficacia intimidante para algunos delitos especialmente graves; su ejemplaridad; el fin retributivo de la sanción penal, que sólo se consigue para los crímenes más graves mediante la pena de muerte; la necesidad de defensa de la sociedad que obliga, respecto de los delincuentes incorregibles, a proceder a su eliminación, para lo cual el medio más adecuado es la pena capital; la lección de la Historia, pues desde la antigüedad ha venido aplicándose; la dinámica actual de la sanción privativa de la libertad que al acortar el tiempo de privación señalado en la sentencia judicial, merced a las instituciones de indultos, etc., no permitiría la eliminación social de los incorregibles a través de la reclusión perpetua.

Estos argumentos están sometidos a críticas por parte de los abolicionistas, que ponen en duda la fuerza intimidante y ejemplar de la pena de muerte, con base en investigaciones en el campo dela Psicología; se oponen a que la sanción penal tenga sólo fin retributivo; rechazan las utilitarias razones de defensa social por suponer la equiparación del hombre a la bestia; niegan que la aplicación desde la antigüedad de la pena de muerte sea un argumento digno de tomarse en consideración; y piensan más en la corrección del delincuente que en su eliminación, por lo que no ven obstáculo para su anticipada libertad si se ha logrado la resocialización. A estas objeciones, se añade la imposibilidad de corregir errores judiciales cuando se aplica la pena de muerte; la inhumanidad de su ejecución, cualquiera sea el medio empleado, sobre todo en lo que significa respecto a la figura del verdugo; y la incompatibilidad de la pena capital con las orientaciones de la Penología moderna. El balance de uno y otro tipo de razones es, a nuestro juicio, suficiente para concluir que la pena de muerte debe ser borrada del ordenamiento jurídico. Desde el punto de vista criminológico, está comprobado que los países que la han abolido no han experimentado en sus estadísticas crecimiento notable de las tasas de aquellos delitos para los que con anterioridad se conminaba la pena capital.

Decidida su abolición, el centro de gravedad de la cuestión se traslada a la determinación del medio penal que habrá de emplearse para sustituirla. Nuestro parecer, siguiendo la opinión de la moderna doctrina penal al respecto, es favorable a la aplicación de una pena privativa de libertad de larga duración pero que en ningún caso debe ser perpetua. La esperanza de liberación coadyuvaría así a la corrección del condenado”.

En No matarás/película breve sobre un asesinato, a guisa de ilustración, no hay ni malos-malos, ni buenos-buenos … algunas circunstancias, sí, pueden cambiar dramáticamente el sino de una vida antes de que la persona se aperciba a cabalidad de lo que sucede, de lo que le está ocurriendo y le marcará posiblemente para siempre.

Aunque quizá sólo se trata de que la muerte es la pérdida de la vida, y de que la pérdida del fin de la vida es una forma de muerte: la muerte del alma.

FICHA TÉCNICA.

No matarás/película breve sobre un asesinato (Krótki film o zabijaniu/A Short Film About Killing). Dirección: Krzysztof Kieslowski (Polonia, 1988); Guión: Krzysztof Kieslowski y Krzysztof Piezewickz; Música: Zbigniew Preisner; Fotografía (en color): Slawomir Idziak; Edición: Ewa Smal; Con: Miroslaw Baka (Jacek Lazar), Krzysztof Globisz (el abogado Piotr Balicki), Jan Tezarz (el taxista Waldemar Rekowski) y Zbigniew Zapasiewicz, entre otros. Duración: 88 minutos. El film fue galardonado con el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional del Film de Cannes, Francia, así como con el Oscar a la Mejor Película Extranjera. Ambos reconocimientos en 1988.

Apéndice.

La escuela polaca de cine y el cine de la inquietud moral en Polonia.

En Polonia, con Generación (Pokolenie, 1954) de ese otro gran cineasta polaco que es Andrzej Wajda, se había inaugurado la que mundialmente sería conocida como escuela polaca de cine que, sin ser para nada lo mismo, ni corresponder a estilísticas, razones de surgimiento o motivos temáticos recurrentes, puede ser contemplada como funcionalmente equiparable a otros movimientos fílmicos nacionales, entre los cuales pueden ser mencionados la nouvelle vague en Francia, el free cinema en Inglaterra, alguna de las primeras versiones del nuevo cine mexicano, etc. Los años de especial esplendor de la escuela polaca de cine podemos situarlos en el lapso comprendido entre 1954 y 1981 … “cuando el cine polaco consiguió, en su mayoría, evitar el cumplimiento de las exigencias propagandísticas del poder y ponerse del lado de la sociedad. Fue en aquel período cuando se desarrollaron las dos corrientes artísticas más importantes del cine polaco: la ya referida escuela … y el cine de la inquietud moral, especialmente en los años 1975 y 1981”, se destaca en un artículo breve y substancioso intitulado “El cine polaco”, difundido por la Embajada de Polonia en Madrid en la siguiente dirección electrónica: http://www.polonia.es/x.php/2,341/CINE.html

De la escuela polaca de cine abreva importantemente Krzysztof Kieslowski de quien el propio Andrzej Wajda, figura central y puntal de este movimiento fílmico, fue mentor en la Escuela de Cine de Lódz, donde se formó como cineasta Kieslowski, y a cuya ciudad, como puede apreciarse en la filmografía dispuesta en el apartado final de este artículo, dedica este último uno de sus films documentales.

En el boletín antes citado, se destaca que sigue viva hasta nuestros días la tradición de la corriente de la escuela de cine polaco “… vinculada aún con la literatura romántica, si bien es cierto que desde hace más de cuarenta años no vive ya el mayor racionalista y burlón de ‘la escuela polaca’, Andrzej Munk (1921-1961) autor de, entre otras, La suerte bizca (1959) y Pasajera (1961; estrenada en 1963); y, desde hace cuatro, Wojciech Has (1925-2000). Su película Manuscrito encontrado en Zaragoza (1964), relato iniciático de los tiempos napoleónicos, se convirtió a tal grado en el favorito de Martin Scorsese que este director compró todas sus copias para restaurar la obra” (al ser mencionado este film espléndido, viene a la memoria de este comentarista una frase dicha por el anfitrión de una gran fiesta mostrada en este film, organizada porque acaba de desposarse, cuando se va de la compañía de sus invitados: “Ahora es necesario que me retire, pues debo cumplir con mi deber de caballero cristiano”, para luego dirigirse a sus habitaciones al goce de la noche nupcial … ciertamente, recordar es vivir –la ví “hace siglos”- … incluso, “entratándose” de películas).

Luego de ofrecer buen detalle de Wajda como puntal de dicho movimiento nacional cinematográfico, en el texto de la Embajada de Polonia en Madrid se apunta que: “Junto a Wajda, entre los artistas de la escuela de cine ocupa un lugar importante Kazmierz Kutz (1929), autor de hermosas películas que muestran el folclore de la Alta Silesia. Su película La muerte como pedazo de pan, con la magnífica música de Wojciech Kilar, recordaba el mito del sindicato obrero Solidaridad, a través de la reconstrucción de un hecho trágico: la pacificación de los mineros en huelga de la mina silesiana Wujek por el ejército, tras la implantación del estado de guerra en diciembre de 1981. Jerzy Kawalerowicz, autor de ascéticas moralidades de época, como Madre Juana de los Ángeles (1960) –virtuoso y poderoso film en blanco y negro, apunta quien esto anota, con un asunto histórico que es el que da base al libro del gran Aldous Huxley: “Los demonios de Loudun”, el cual inspiró al también notable cineasta inglés Ken Russell para la creación de su film intitulado Los demonios (The Devils, 1971)– o Faraón, 1966 (anota de nuevo este escribano: obra mayor, ubicada en los tiempos del antiguo Egipto, en que se develan los entresijos entre las altas jerarquías política y religiosa, con los resultados que luego se atestiguan desde esos entonces y hasta la fecha, trátese del credo del que se trate, en que es por demás elocuente su secuencia inicial en que muestra, vía la magnífica fotografía en blanco y negro, a un par de escarabajos que llegan a pelear entre sí por quedarse con pequeñas boñigas), realizó hace poco la espectacular Quo Vadis? (2001), basada en la novela clásica de Henryk Sienkiewicz, polaco Premio Nobel de Literatura (1904). Desafortunadamente, desde hace años no ha hecho ninguna película el escritor y cineasta Tadeusz Konwicki (1926), precursor del cine de autor con films como El último día del verano (1958). Sus originales y visionarias obras –la película autobiográfica Qué lejos de aquí, qué cerca (1972), basada en la novela del polaco también Premio Nobel de Literatura Czeslaw Milosz (1980)- hacen pensar en el carácter multiétnico de esta cultura (asunto también evidenciado, agrego de nuevo, en La tierra de la gran promesa de Andrzej Wajda, a  partir de la novela del también Premio Nobel de Literatura polaco 1924 Wladyslaw Reymont), en la que durante varios siglos convivieron polacos, judíos, rusos, lituanos, alemanes …”. Se considera que la multipremiada El pianista (2001) de Roman Polanski es la película más reciente de la escuela polaca de cine en que participa Polonia como país coproductor, lo cual convalida el hecho de que fue filmada por completo en su territorio y distinguida con la Palma de Oro del Festival de Cannes 2002, así como los premios Oscar a Mejor Director, Mejor Actor Principal y al Mejor Guión adaptado para cine en la edición 2003 de la entrega de galardones de la Academia de Hollywood.

La otra gran corriente clásica del cine polaco: el cine de inquietud moral que “a partir de una imagen de la realidad, criticaba la desnaturalización del sistema comunista en Polonia. Dos de sus más destacados creadores –que lograron superar el intervencionismo sumario- son Agnieszka Holland (1948) y Krzysztof Kieslowski (1941-1996), autor de la considerada obra maestra de esta corriente: Amator (1979). A finales de los años 80 y principios de los 90, Kieslowski alcanzó renombre mundial como el principal director europeo” (cita del boletín antes referido).

El cine de la inquietud moral sigue vigente en Polonia como vehículo tanto de creación artística como filosófica en el abordaje de los contenidos. Otros de sus más notables representantes, amén de los ya señalados, son los siguientes cineastas (sólo refiero que, en el caso de Agnieszka Holland, ha sido coautora y autora del guión de varias películas de Andrzej Wajda –como es el caso de Sin anestesia, 1978, Un amor en Alemania, 1983 o Korczak, 1990- y cineasta con amplia filmografía; su más reciente cinta proyectada en el circuito de exhibición comercial en México es su Beethoven que, por estos lares, obtuvo “división de opiniones en la plaza”, como se dice en el argot taurino;de Krzysztof Kieslowski nos ocupamos de lleno en este artículo): Krzysztof Zanussi (1939), quien ha dado aliento a una comprometida y sólida obra, cuya película La vida sexual como enfermedad mortal transmitida por vía sexual se detiene para efectuar un lúcido análisis sobre temas actuales de importancia capital tanto local, regional como mundial, considerando las circunstancias propias de la modernidad contemporánea. Krzysztof Krauze (1953), en La deuda (1999) hace inmersiones en torno a los límites legales, morales y políticos de la defensa propia, así como un interesante planteamiento sobre la preparación para la libertad y el precio de la eventual transformación del sistema. Robert Glinski (1952) otea en torno a las implicaciones de la crisis de valores actual que se expresa como una forma de impotencia que sufren y con la que lidian cotidianamente todo género de instituciones educativas. Finalmente, está la contribución fílmica de Piotr Trzaskalski (1967), sensiblemente más alivianada, puntual ejemplo de lo cual es Edi (2002), su opera prima que, con el apoyo de la esplendente fotografía de Krzysztof Ptak y vía una serie de sugerentes imágenes, propone que no están canceladas la felicidad y la armonía interior hasta para un outsider desposeído y sin techo. Algo que no deja de ser subyugante en esta obra es la forma como articula con gran sensibilidad una panorámica objetiva de la miseria con imágenes dignas de los adeptos al budismo.

APUNTE BIOGRÁFICO DEL REALIZADOR*.

Krzysztof Kieslowski

Krzysztof Kieslowski

KRZYSZTOF KIESLOWSKI nace el 19 de junio de 1941 en Varsovia, Polonia.

Crece en el seno de una familia trabajadora de clase modesta. Con el correr de los años, ingresa en la escuela de bomberos, la cual abandona meses después con el propósito de volver a estudiar algo con educación más formal. A los 16 años se inscribe en la famosa Escuela de Cine y Teatro de Lódz que tan notable cosecha de figuras grandes para el cine mundial ha arrojado. Su opera prima Paso subterráneo (Przejscie podziemme, 1973),está consagrada a mostrar la vida a que estaban sujetos tanto los trabajadores como los soldados en su Polonia natal.

En 1969, se gradúa ahí como cineasta y dedicándose inicialmente a la realización de documentales, así como algunas películas de ficción en torno a la problemática social y económica prevalente en su país, tras la instauración del régimen comunista luego de la conclusión de la segunda guerra mundial. De sus títulos, realizados muchos de ellos para la televisión estatal, se ofrece cabal cuenta en la filmografía dispuesta al término de esta semblanza.

Kieslowski, hombre cabal de su tiempo, se muestra comprometido con su país en la crisis que lleva a su gente a la creación del afamado Sindicato Solidaridad (cuyo líder, Lech Walesa, después de una lucha ejemplar por la justicia, es reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 1983), así como con los propios motivos de su arte, inscrito en lo que se denominó el cine de la inquietud moral (de la que es reconocido como su pionero y figura descollante, tal cual se sustenta en el apéndice precedente) que antes ya había incursionado, con sus propias propuestas, en la ya reconocida en el país y en el orbe como la escuela polaca de cine, en la cual se forma y de la que emerge en su momento hacia la otra avenida autoral ya mencionada.

Decálogo (1989) es una obra articulada por un ciclo de diez películas hechas para la televisión polaca, cada una de las cuales está dedicada a uno de los diez mandamientos de la Ley Mosaica.  Años después, dos de ellas son ampliadas al formato de largometraje. El quinto de estos sugerentes trabajos: No matarás (Krotki film o Sabijaniu, 1987), se hizo merecedor al Premio Especial del Jurado del Festival de Cannes y al Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1988.

Breve película sobre el amor (Krótki film o milosci, Polonia, 1988), es considerada por algunos –según se apunta en el programa oficial de la XXII Muestra Internacional de Cine México 1989- “como la más bella historia de amor que se haya filmado. Sus protagonistas son un joven de 19 años y una mujer de 30 que vive en la casa de enfrente. Él se apasiona por su vecina al contemplarla diariamente con un telescopio desde su ventana. Al enterarse de que alguien  la espía, no comprende que él esté locamente enamorado. Sin embargo, ella accede a revelarle en forma cínica el misterio del amor”. Con esta obra, Kieslowski se hace merecedor del Premio Especial del Jurado, del Premio FIPRESCI de la Crítica Internacional y del Premio OCIC en el XXXVI Festival Internacional de San Sebastián en España, 1988.

Bajo el régimen comunista polaco tutelado por la URSS, el realizador enfrenta numerosos y extenuantes problemas de censura, por lo que no por falta de amor a la Patria, pero sí para hacer viable su propuesta artística, decide establecerse en Francia. Un rasgo distintivo de su cine es la reflexión y análisis que lleva al cabo respecto del papel que juega el hombre en la sociedad, de lo cual es paradigmática la película objeto de este artículo, la cual tuvo una magnífica acogida tras su estreno internacional, así como su afamada trilogía Tres colores: Azul (1993), Blanco (1993) y Rojo (1994), inspirada en los colores de la bandera francesa y en alusión al sentido contemporáneo de los ideales revolucionarios de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Tras esto, afectada gravemente su salud, anuncia su retiro del cine, aunque los últimos años de su vida los dedica a escribir los guiones, trabajados en colaboración con Piesiewicz, el “apóstol” siempre fiel a su credo, centrados curiosamente respecto de lo que sigue con certeza después de la vida (en razón de su catolicismo singular a toda prueba) que darían sustento a otra nueva y ambiciosa trilogía para llevar al cine La Divina Comedia de Dante Alighieri. Sus integrantes naturales son, por supuesto: Paraíso, Purgatorio e Infierno

El poder de vinculación de sus personajes con su correlativo alter ego en La doble vida de Verónica (1991), marcado por la muerte insólita de una de ellas –aunque siempre con su dejo de magia-, acaba por resultar expresión de la capacidad premonitoria del propio Krzysztof Kieslowski sobre sí mismo. Quizá sin tenerlo muy a las claras, como Weronika, también acabó por morir en escena de algún modo, justo en el pináculo de una trayectoria que se ganó a pulso el reconocimiento general.

Luego de dar vida a una obra extraordinaria, de gran inquietud y búsqueda, plena de hallazgos tanto artísticos como existenciales, muere el 13 de marzo de 1996 en Varsovia, su ciudad natal, cuando apenas contaba con 54 años de edad. Sin duda, está en el Cielo y, desde allí, seguramente se sentirá complacido de lo mucho que sigue dejando su creación en la vida de muchos en el mundo, entre otras cosas por su coherencia, congruencia y consistencia en el abordaje artístico-existencial de lo que resulta más caro a la problemática del hombre de todos los tiempos. Krzysztof Kieslowski, el incomparable cineasta polaco, ha logrado que asociemos a su nombre y a su obra la expresión más plena de una palabra: ¡gracias!

FILMOGRAFÍA.

1966          La oficina (The Office).
1966          The Tham.

1967          Recepción de solicitudes (Concert of Requests).

1968          Desde la Ciudad de Lodz (Desde la Ciudad de Lodz).
1971          Antes del Rally (Before of the Rally).
1971          Fábrica (Factory).
1972          Refrán (Refrían).
1972          Los principios de la seguridad y la higiene en una mina Cooper (The Principles of Safety and Higiene in Cooper Mine).
1973          Paso subterráneo (Przejscie Podziemme).
1973          Murare.

1974          Rayos-X (X-Ray).
1975          La cicatriz (Blizna).
1975          Zga Zyciorys.
1976          Hospital (Hospital).
1976          Slate.
1977          No lo sé (I Don’t Know).
1978          El punto de vista del portero de noche (Night Porter’s Point of View).
1978          Siete mujeres de diferentes edades (Seven Women of Different Ages).
1979          Amator.

1980          Cabezas parlantes (Talking Heads).
1980          La estación del tren (Railway Station).
1982          Bez Konca.
1987          Blind Chance.
1988          No matarás (Krotki film o Sabijaniu).
1988          Siete días a la semana (Seven Days a Week).
1988          Breve película sobre el amor /No amarás (Krotki film o Milosci).
1989          Decálogo (Decalogue).
1991           La doble vida de Verónica (La double vie de Véronique).
1993          Tres colores: Azul (Trois couleurs: Bleu).
1994          Tres colores: Blanco (Trois couleurs: Blanc).
1994          Tres colores: Rojo (Trois couleurs: Rouge).