MATERIA BLANCA

(White Material, Francia-Camerún, 2009)

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Dirección. Claire Denis/ Guión. Claire Denis, Marie N’Diaye y Lucie Borleteau/ Fotografía en color. Yves Cape/ Edición. Guy Lecorne/ Música. Stuart Staples/ Dirección de arte. Eric Pech/ Diseño de Producción. Abiasi Saint-Pere/ Vestuario. Judy Shrewsbury/ Producción. Pascal Caucheteux y Serge Hayat/ Con. Isabelle Huppert (María Vial), Christopert Lambert (André Vial, el ex marido ), Nicolas Duvauchelle (Manuel Vial, el hijo de la ex pareja), Isaach de Bankolé (El Boxeador), Michel Subor (Henri Vial, el suegro y propietario), William Nadylam (Chérif, el alcalde), Adele Aldo (Lucié, la nueva mujer de André), Ali Barkai (Jeep, el jefe de los niños rebeldes), Daniel Tchangang (José)/ Duración. 106 mins.

 

SINOPSIS

El ejército se prepara para restablecer el orden en una zona de África, ello, con el fin fr eliminar al oficial rebelde conocido como El Boxeador y liberar al país de los niños soldados que deambulan sin saber dónde ir. Los extranjeros se van antes de que las cosas se pongan más violentas. Sin embargo, María Vial no está dispuesta a abandonar la plantación de café antes de la recolecta porque hayan sonado unos cuantos disparos. Al igual que su suegro y su ex marido y padre de su hijo, Marie está convencida de que Chérif, el alcalde de un pueblo vecino, la protegerá a ella y a su familia. Tiene guardia personal, una milicia privada formada por hombres entrenados, bien armados y muy duros.

 

 

“Si la hubiera llenado con todo lo que quería, la película se habría hundido como un barco sobrecargado. Afortunadamente, en cada etapa, empezando desde la escritura del guión con Marie, pasando por la búsqueda de localizaciones, hasta el rodaje, desechamos cosas. Aun así, sigue siendo una obsesión primitiva y visceral, la fortaleza que lucha contra la lasitud, contra la pereza. Me gustaría dedicar esta película a Sony Labou Tansi por sus novelas, sus obras de teatro, por la compañía de teatro Rocado Zulu y por su lucha contra la mala suerte…” –Claire Denis-

 

 

Claire Denis (1948), directora francesa educada en Camerún y asistente de realizadores como Wim Wenders y Jim Jarmusch, no sólo es una cineasta atípica que ha propuesto insólitas resoluciones en varios géneros tradicionales como el melodrama, el suspenso, la comedia o el documental, sino que ha concebido verdaderas obras de culto en historias de locura, sexualidad y violencia, sin caer en los juegos y los clichés impuestos por un cine cada vez más globalizado y uniforme.

       Diplomada en el IDHEC parisino en 1971, debuta hasta 1988 con Chocolat, una suerte de relato autobiográfico, centrado en una joven francesa que regresa varios años después a Camerún, donde pasó su infancia, seguido de No importa la muerte, la historia de un par de inmigrantes africanos, ocultos en el sótano de un bar clandestino y cuya labor es la promoción de ilegales peleas de gallos y del documental Jacques Rivette, Le veilleur –ambos de 1990-, sobre el notable cineasta marginado de la nueva ola francesa, autor de La religiosa.

       Luego de Keep it for Yourself (1991), Claire Denis realiza No tengo sueño (1993), heterodoxo thriller emocional, inspirado en el caso criminal de Thierry Paulin, homosexual, travesti y asesino en serie de ancianas, que murió de Sida y sembró el terror en las calles de París a finales de los ochenta. Un filme coral al estilo Altman, con un muestrario de personajes marginales, arrinconados por una sociedad xenófoba, racista y petulante. En 1996 abandona los ambientes claustrofóbicos y terribles de aquella, para crear una comedia dramática sobre marginados en Nenette et Boni: él, joven cocinero de una pizzeria ambulante en Marsella y ella, su hermana embarazada, en una historia que explora con inteligencia temas como la maternidad y la fraternidad.

         Por su parte, Buen trabajo (1999), inspirado en la novela de Melville, Billy Budd, marinero, sirve a la realizadora para explorar los ambientes viriles, la violencia y la homosexualidad latente, en el medio castrense, a partir de un grupo de cadetes emplazados en la Legión Extranjera Francesa al Este de África. Es la historia del sargento Galoup y su obsesión enfermiza por su duro comandante debido a la presencia intrusa de un popular recluta. Dos años después, la realizadora enfocó sus baterías hacia una oscura historia de amor con elementos cercanos a Roman Polanski (Repulsión, Luna amarga) y a Freud (las teorías de la líbido).

      Protagonizada por Vincent Gallo, Beatriz Dalle y Tricia Vessey, Sangre Caníbal/ Trouble Every Day (2001), es un pequeño estudio gore, sobre la paranoia, la sangre y la carne, en la historia de una joven que desarrolla un perverso placer por la antropofagia, en un filme alejado de las fórmulas genéricas, aunque no exento de un grafismo sanguinolento digno de Dario Argento, como lo muestra la impactante secuencia inicial.

       En Viernes por la noche (2002), sensual y misterioso drama, lo sexual resulta muy provocador a pesar de que todo está sugerido. En El intruso (2004), Denis relata la historia de un anciano que luego de gastarse todos sus ahorros en un trasplante, viaja a Tahití para buscar al hijo que abandonó tiempo atrás y Hacia Mathilde (2005), es un documental centrado en la bailarina Mathilde Monnier, directora del Centro Coreográfico de Montpellier.

       Con Materia blanca, Denis, regresa una vez más a África, continente donde pasó buena parte de su infancia, para narrar una historia de soledad, horror y racismo excluyente. Los blancos, llamados despectivamente materia blanca se ven inmersos en un círculo de brutalidad que surge de la pobreza, la ignorancia y la frustración, durante los violentos conatos de una insurrección intestina, que lleva a niños a portar machetes y al ejército a degollar a éstos mismos infantes, mientras una mujer blanca francesa, hace lo imposible por mantener en pie su finca cafetalera.

            No hay aquí el menor asomo de exotismo o de alardes visuales tendientes al turismo fílmico en la línea de África mía (Sydney Pollack, 1985) con todo y mujer inquebrantable. Tampoco los excesos de brutalidad que se deslizan bajo el barniz de thrillers al estilo de Diamante de sangre (Edward Zwick, 2006). Se trata por el contrario, de un filme contemplativo e intimista que hace pocas concesiones a la violencia sorda y al odio racista en una nación en estado permanente de amenaza, donde la población blanca francesa se siente intocable, como lo muestra por ejemplo, la escena de la humillación que sufre Manuel, el hijo adolescente de María Vial, o el peaje que ésta tiene que pagar para salir de su propio terreno.

       Destacable además de la gran interpretación de la siempre excepcional Isabelle Huppert, la intensa música original del filme compuesta por Stuart Staples, cuyos registros sonoros crean una atmósfera casi irreal en el interior de una historia donde coinciden diversos personajes que se encuentran al límite de sus fuerzas: la mujer que se niega a marcharse de un país en guerra civil, el ex marido (Christopher Lambert) –ya con una mujer negra- que desea vender la finca a espaldas de su ex esposa, el hijo blanco indolente, el abuelo enfermo, o el fugitivo renegado al que llaman Boxeador (Isaach De Bankolé), quien se convierte en inspiración de jóvenes tan ingenuos como agresivos.

          Denis propone aquí un estudio sobre la obsesión y la percepción racista sobre el extranjero, en una trama sobre una familia en crisis, en la que una vez más, son pocos los personajes blancos, cuya vida cotidiana se desquebraja ante el horror social.

 

 

RAFAEL AVIÑA

Centro histórico de la ciudad de México

24 abril 2024

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