MUERTE A LA MEDIANOCHE/ GOSFORD PARK 

Gran Bretaña-Estados Unidos, 2001

GosfordPark1

Dirección. Robert Altman/ Guión. Robert Altman y Julian Fellowes, sobre un argumento de Bob Balaban/ Fotografía en color. Andrew Dunn/ Música. Patrick Doyle/ Edición. Tim Squyres/ Diseño de producción. Stephen Altman/ Dirección de arte. John Frankish y Sarah Hauldren/ Vestuario. Jenny Beavan/ Maquillaje. Deborah Harvis/ Producción. Capitol Films, USA Films, / Con.
Maggie Smith (Constance Trentham), Michael Gambon (William McCordle), Kristin Scott Thomas (Sylvia McCordle), Camilla Rutherford (Isobel McCordle), Charles Dance (Raymond Stockbridge), Geraldine Somerville (Louisa Stockbridge), Tom Hollander (Anthony Meredith), Jeremy Northam (Ivor Novello), Bob Balaban (Morris Weissman), Natasha Wightman (Lavinia Meredith), Helen Mirren (Sra. Wilson), Stephen Fry (Inspector Thompson), Emily Watson (Elsie), Clive Owen (Robert Parks)/ Dur. 137 mins.

SINOPSIS

Noviembre de 1932. Godsford Park es la magnífica mansión campestre a la que Sir William McCordle y su esposa Lady Sylvia invitan a familiares y amigos para una partida de caza. Los invitados son muy dispares: una condesa, un héroe de la Primera Guerra Mundial, el ídolo de masas Ivor Novello, y un productor de cine norteamericano. Mientras los invitados ocupan las lujosas habitaciones de arriba, sus criados conviven abajo con la servidumbre de los anfitriones. Sin embargo, no todo es lo que parece, ni entre los huéspedes ni entre los criados que se afanan por el bienestar de sus amos. Lo que comienza como una tranquila reunión de fin de semana, se transforma en un nido de víboras donde alguien va a ser asesinado. Igual son dos los asesinatos. El grupo de sospechosos es tan ecléctico como la reunión, y tanto los nobles del piso de arriba como los plebeyos de la parte de abajo parecen tener algo que ocultar.

 

Muerte a la medianoche fue merecedor del Oscar a Mejor Guión Original y fue nominado a seis categorías más. Asimismo, Robert Altman obtuvo el Globo de Oro a Mejor Director. Ganadora a Mejor Película y Diseño de vestuario en os BAFTA a lo mejor del cine británico

 

 

Con un estilo que aglutinaba lo mejor del cine independiente estadunidense y la vocación europea contemporánea, como lo muestran sus éxitos en aquel continente y su rechazo en Hollywood, Robert Altman a sus 82 años, filmaba en Gran Bretaña y apoyado en un notabilísimo reparto de actores británicos uno de sus mejores trabajos con el que conseguía otro de sus inclementes relatos corales para contar una irónica historia de diferencias sociales en un mundo en decadencia en medio de las dos grandes guerras, ambientada en una mansión campestre a las afueras de Londres en 1932. Gosford Park o Muerte a la medianoche (2001) es más una inclemente tragicomedia negra, que un thriller de suspenso al estilo de Ágatha Christie.

       Desde el arranque mismo de la trama, Altman y su guionista ganador del Oscar Julian Fellowes, parecieran retomar los personajes característicos, los andamios argumentales y las intrigantes subtramas típicas de la escritora británica cuyos enigmas personales intentó descifrar una película como El misterio de Ágatha Christie (1979) de Michael Apted. Sin embargo, Muerte a la medianoche elige otro camino menos complaciente pero no menos curioso e inteligente, abortando de inmediato cualquier similitud con las entretenidas versiones fílmicas de la obra de Christie, como serían: Crimen en el expreso oriente (Sydney Lumet, 1974) o Muerte en el Nilo (John Guillermin, 1978) y sus versiones modernas.

           A la trama, le toma más de hora y media el mostrar el crimen que hace mención el título. Por supuesto, el asesinato es lo de menos en un argumento pletórico en gestos, en frases de doble sentido y en los misterios que ocultan los invitados, los anfitriones y la servidumbre de una gran casona donde aparentemente se guarda un orden absoluto que va a ser revertido por cada uno de los protagonistas. Se trata de un curioso rompecabezas narrativo que dinamita varios de los géneros dramáticos fílmicos convencionales: el thriller, la comedia negra, la historia de amor, el drama de época, e incluso el suspenso hitchcokiano de sus primeras obras inglesas.

        Como en El ejecutivo (1992), sobre la abyecta cotidianeidad del mundillo hollywoodense, Altman hace un retrato irónico del Hollywood más escapista y sus falsos discursos en la figura del productor estadunidense judío, gay y vegetariano (Bob Balaban, a su vez productor del filme y co escritor) que dicta por vía telefónica hasta California la nueva trama -muy similar a la que se vive en la mansión-, de otro de sus fantasiosos seriales protagonizados por el detective oriental Charlie Chan (la serie fílmica había arrancado en 1926 y sus mejores intérpretes fueron Sydney Toler y Warner Oland). Y a su vez, en el personaje que encarna Ryan Philippe, un actor que se hace pasar como falso valet del primero, para empaparse del personaje, y en la presencia de Ivor Novello (Jeremy Northam), inspirado en el popular actor y compositor británico que figuró en thrillers y comedias de Hollywood y que protagonizara el primer filme de suspenso de Alfred Hitchcock: The Lodger/ El enemigo de las rubias (1926).

        Como en otro de los filmes de Altman, Caprichos de la moda (1994), centrada en el ilusorio mundo del modelaje, Muerte a la medianoche describe a su vez los entretelones de las formas y las etiquetas que separan por un hilo muy delgado a los aristócratas arribistas y de dudosa moralidad y a la servidumbre, cuya regla máxima es adelantarse a los deseos de los patrones como declara el personaje de Helen Miren, quien se autonombra la sirvienta perfecta sin una vida propia. De hecho, los sirvientes de los invitados carecen de identidad y adoptan el nombre de sus patrones.

         En ese sentido, la historia se aproxima a los planteamientos de aquella extraordinaria serie de televisión británica de los años setenta, Los de arriba y los de abajo; en este caso, la servidumbre que se desenvuelve en la parte inferior de la mansión y que sólo sube para ejecutar órdenes como el falso valet que decide entretener sexualmente a la esposa del viejo ricachón Sir William McCordle (Michael Gambon) quien aparece envenenado y con un cuchillo en su biblioteca (cual argumento escapista de Charlie Chan). En ese momento es que se descubre los oscuros motivos que varios de los invitados y sirvientes podrían tener para asesinarlo.

           Finalmente, como en Vidas cruzadas (1993) en la que Altman creaba una metáfora sobre el infierno urbano estadunidense, el realizador entrelaza las pequeñas historias personales con una realidad terrible y pesimista que une de manera agridulce a sus personajes que se entrecruzan como en esas continuas idas y venidas de la servidumbre subiendo y bajando escaleras o la forma de cortar diálogos y situaciones para mostrar fragmentos de vida, colocando la acción en una suerte de animación suspendida para dar paso a otros detalles que irán revelando una verdad oculta. Muerte a la medianoche quizá no tenga la contundencia de Vidas cruzadas, pero se trata sin duda de otra meticulosa puesta en escena de quien fuera un cineasta atípico y con una vitalidad fuera de serie.

 

RAFAEL AVIÑA

Centro histórico de la ciudad de México

13 de junio 2023

Deja un comentario