LAZOS DE FAMILIA

(Sorry We Missed You, Gran Bretaña-Francia-Bélgica, 2019)

LazosDeFamilia1

Dirección. Ken Loach/ Guión. Paul Laverty/ Fotografía en color. Robbie Ryan/ Música. George Fenton/ Edición. Jonathan Morris/ Dirección de arte. Julie Ann Horan/ Vestuario. Jo Slater/ Diseño de Producción.Fergus Clegg/ Producción. Rebecca O´Brien, Sixteen Films, BBC Films, BE TV, Casa Kafka Pictures, Cineart, France 2, Le Films du Fleuve, Wild Bunch/Con. Kris Hitchen (Ricky), Debbie Honeywood (Abby), Rhys Stone (Seb), Katie Proctor (Liza Jane), Ross Brewster (Malone), Charlie Richmond (Henry), Julian Ions (Freddy), Sheila Dunkerley (Rosie), Maxie Peters (Robert), Christopher Jon Slater (Ben)  /Duración.

100 mins.

SINOPSIS

Newcastle, Gran Bretaña, época contemporánea. Ricky, su mujer Abby y sus hijos: Liza de 11 y Seb de 15, han enfrentado con dificultades las deudas desde la crisis financiera del año 2008 a la fecha. Por fortuna, en apariencia, se presenta una gran oportunidad para tomarse un respiro y optar, incluso, por un poco de independencia si el negocio con una nueva furgoneta prospera. Ricky con el apoyo familiar decide crear una franquicia de entregas a domicilio como repartidor autónomo. Venden el automóvil de Abby, asistente de enfermos y personas de la tercera edad y ello no es algo que facilite la situación. Es un trabajo duro y se reducirán drásticamente los horarios de convivencia. Sin embargo, la familia se muestra decidida a mantenerse unida, sin importar las dificultades que van apareciendo en el camino y que harán tambalear su espíritu, sobre todo por la rebeldía propia de la edad de Seb que termina por confrontarlo con su padre.

 

 

A medio camino entre el drama familiar agridulce, el relato social de la clase trabajadora e incluso el suspenso y la tensión, Lazos de familia resulta una película emocionante, conmovedora y entretenida que mantiene al espectador al filo de la butaca. No en balde se hizo merecedora de múltiples galardones: Premio Gaudí a la Mejor Película Europea. A su vez, Mejor Guión y Actor, en los Premios del Cine Británico Independiente. Galardón del público en el Festival de San Sebastián. Mejor Guión Premios BAFTA escoceses, entre otros.

 

“Un crescendo emocional sostenido sobre una silenciosa devastación personal…Es un drama tan humano, tan empático y poderoso, que sus escenas acaban impidiéndote respirar…”  -David Rooney, The Hollywood Reporter

 

 

El cine de los noventa abrió la veta de la clase obrera como protagonista en el cine británico. Un planteamiento argumental que apostó por diversos registros y géneros: la comedia, la tragedia, el melodrama agridulce, el cine musical, el cine social. Así, por ejemplo, Alan Parker el mismo realizador de Pink Floyd The Wall y guionista de Melody, narra la historia de un atípico grupo musical de soul en Irlanda a través de la cinta Reyes del ritmo/The Commitments (1991). El propio Ken Loach filmó en esa década Riff-Raff (1991), centrada en la relación entre un joven obrero y una aspirante a cantante, Lluvia de piedras (1993) y Ladybird, Ladybird (1994), acerca de una mujer con varios hijos de diversos matrimonios que se involucra con un joven hispanoamericano, enfrentada a la burocracia de la asistencia social que intenta recuperar la custodia de sus vástagos.

        Asimismo, aparecieron en esos mismos años noventa una serie de comedias británicas que bajo un barniz de farsa social dejaban entrever la tragedia del desempleo y la marginación y su repercusión en el núcleo familiar como sucede en: Todo o nada/El Full Monty (1997) de Peter Cattaneo, La camioneta de Stephen Frears (1996) sobre un panadero desempleado con tres hijos que decide comprarse una camioneta con el dinero de su despido, para vender comida de manera ambulante, o Liam (1999) del mismo Frears sobre una familia en duros años de la depresión económica inglesa durante la década de los treinta. De hecho, Lazos de familia se conecta de manera directa con la citada La camioneta: en ambas, una furgoneta nueva en la de Loach y destartalada en la de Frears, aparece como símbolo de esperanza laboral y familiar y al mismo tiempo se trastoca en la pesadilla de un matrimonio y sus hijos como alegoría de toda la clase trabajadora británica; una sociedad neoliberal que sólo ve por el beneficio de los grandes capitalistas y las familias se convierten en esclavos del capital y sus vaivenes sociales y económicos.

 

Ken Loach (Nuneaton, Warwickshire, Reino Unido, 1936) estudio Derecho en la facultad St. Peter’s Hall de la Universidad de Oxford, al tiempo que empezó a trabajar en teatro y la BBC de Londres le contrató como director de telefilmes en 1963. Así Loach ingresa al cine bajo el cobijo estético y moral de ese revolucionario movimiento fílmico denominado Free Cinema que marcó definitivamente su obra, al debutar con la brillante Pobre vaca en 1967. De ahí, que se mantenido fiel a sus principios éticos y formales, insistiendo en historias de crítica social y filmando en locaciones auténticas en un registro muy cercano al documental, para hacer partícipe al espectador de la realidad de la historia: ya sean los relatos de la clase trabajadora o sus indagaciones sobre los frentes de batalla que se libran en Nicaragua, España, Los Ángeles, o Irlanda.

    Si en Tierra y libertad (1995), rescataba del olvido algunos aspectos de la guerra civil española, en La canción de Carla (1996), retrataba una historia de amor en plena revolución sandinista y en Pan y rosas (2000), elegía la sobrevivencia de inmigrantes mexicanos explotados en Estados Unidos. En Vientos de libertad (2006), por ejemplo, Loach se concentra en la lucha entre británicos e irlandeses hacia 1920 y el posterior enfrentamiento civil en Irlanda, bajo una metáfora algo obvia: la historia de dos hermanos que colaboran en el ejército republicano irlandés y más tarde se separan, cuando uno de ellos elige aceptar el tratado de paz con los ingleses y el otro prefiere continuar en la lucha armada. Loach, responsable de Yo, Daniel Blake (2016), ha sido ganador de dos Palmas de Oro en el Festival de Cannes.

        “Solo quiero que todo vuelva a ser como antes” clama el hijo rebelde en la escena final de Lazos de familia; es evidente que ama a su padre pese a la enorme capacidad que tiene para sacarlo de quicio como en la escena donde le dice que no desea ser como él o que lo trata como a otro de sus paquetes. Y es que los hijos se percatan de la perspectiva tan precaria que les espera en el mundo donde viven donde el padre apenas sobrevive matándose en su trabajo y ellos asienten a esa descomposición física y anímica del jefe de familia.

 

“Después de acabar Yo, Daniel Blake, pensamos que quizá había sido la última película. Pero cuando fuimos a los bancos de alimentos para documentarnos, descubrimos que muchos de los que iban por comida tenían trabajo – a tiempo parcial y con contratos que no especificaban un horario mínimo. Es un nuevo tipo de explotación. La llamada «economía gig», los autónomos o trabajadores para agencias, los marginados del mercado laboral siguieron ocupando un espacio importante en las conversaciones que manteníamos Paul Laverty y yo. Poco a poco surgió la idea de que quizá merecía la pena hacer otra película. No se trataba de hacer algo complementario a Yo, Daniel Blake, sino algo relacionado…Creo que Paul no solo se fue dando cuenta del nivel de explotación al que está sometido el trabajador, sino de las consecuencias que esto tiene para su familia y cómo afecta…” –Ken Loach Lahiguera.com-

 

 

Nadie mejor que Loach y su guionista habitual Paul Laverty para mostrar de manera contundente y emotiva sin llegar al melodrama chantajista la fragilidad de un sistema social neo liberal donde el desempleo, la inestabilidad emocional familiar y la frustración crece tanto como las deudas económicas que echan por suelo los sueños de familias enteras. Algo que no sólo sucede en países tercermundistas como México, Brasil o Venezuela, sino en naciones en apariencia invulnerables económicamente como Gran Bretaña.

        Lo atractivo e inquietante de un relato como Lazos de familia es que no se concentra en lo obvio de la desigual lucha de clases sino en las emociones compartidas de una familia unida que está a punto de estallar, debido precisamente a esas desigualdades que les afectan de manera indirecta. Que se inician desde la misma secuencia de créditos donde el encargado de la agencia envuelve a Ricky con mentiras envueltas en mensajes de autoayuda: “Están los perdedores y los que luchan”; gerentes que saben que la mayoría de las ganancias serán para la empresa y las pérdidas las debe de asumir el trabajador que no tiene nada de seguridad en su labor que se extiende por lo general a 14 horas al día.

 

        …No sólo eso, de  manera ingeniosa, Loach y su editor Jonathan Morris han montado el filme como si se tratara no tanto de un drama social, sino de un thriller, cuyo suspenso parte de las relaciones afectivas y de las situaciones sociales. De ahí las escapadas nocturnas de Seb, su pequeño hurto y la escena con el policía que lo interroga, la secuencia del asalto a Ricky, la del centro hospitalario de emergencias y sobre todo el enfrentamiento entre Ricky y su hijo por la discusión de las llaves, la discusión entre Ricky y Abby y la escena final que no es otra cosa que una metáfora de la dignidad del trabajador ante el marasmo capitalista que los constriñe y que ha puesto en crisis permanente la relación familiar: “Tengo que ir a trabajar: no tengo elección”…

         

      … “Todos los conductores en la película trabajan o trabajaban como mensajeros. Cuando rodamos las escenas, sabían de qué iba. Conocían el proceso, cómo funcionaba y la presión a la que están sometidos para entregar a la hora… Probablemente las largas horas necesarias para conseguir sacar un sueldo semidecente, y la inseguridad del trabajo. Son autónomos; en teoría, es su empresa. Si pasa algo, toda la responsabilidad es suya. El vehículo puede averiarse, puede ocurrir cualquier cosa, y les sancionarán si no hacen la entrega a tiempo. Pueden perder mucho dinero muy deprisa. Es parecido a lo que le ocurre a Abby en su trabajo: estará fuera de casa unas doce horas yendo de una casa a otra, pero solo le abonarán seis o siete horas al precio mínimo…” –Ken Loach Lahiguera.com-

 

 

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la Ciudad de México

29 de junio 2021

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