UN CUENTO CHINO (Argentina-España, 2011)

Dirección. Sebastián Borensztein/ Guión. Sebastián Borensztein/ Fotografía en color. Rodrigo Pulpeiro/ Música. Lucio Godoy/ Edición. Pablo Barbieri Carrera y Fernando Pardo/ Dirección de Arte. Laura Musso/ Diseño de Producción. Josean Gómez/ Vestuario. Alejandra Albert/ Producción. Pampa Films, Tornasol Films. Pablo Bossi, Juan Pablo Buscarini, Isabel García Peralta, Gerardo Herrero, Acel Kuschevatzky, Ben Odell, Federik Polak/ Con. Ricardo Darín (Roberto), Ignacio Huang (Jun), Carolina Hsu (Li), Muriel Santa Ana (Mari), Iván Romanelli (Leonel), Derli Prada (Provedor 1), Liliana Cuomo (vendedora de flores), Pochi Ducasse (Doña Amelia), Pablo Seijo (Cliente 1), Joaquín Bouzas (Cliente 2)/ Duración. 93 mins.

SINOPSIS

Roberto, hijo de inmigrantes italianos, es un hombre malhumorado y maniático, marcado por un duro revés que arruinó y paralizó su vida hace más de veinte años, vive atrincherado frente al mundo y en completa soledad en su ferretería en Buenos Aires. Roberto, no sólo se dedica a contar los tornillos que compra para comprobar que la cantidad sea la correcta, o a visitar a sus padres en el cementerio para llevarles flores, sino que además colecciona historias curiosas y absurdas que recorta de los periódicos. Sin darse cuenta, Roberto acabará formando parte de una de estas historias, cuando un joven chino, Jun, llega a su vida de repente, desde la puerta trasera de un taxi. Ese extraño acontecimiento logra sacarlo de su aislamiento y ponerlo de nuevo en contacto con la realidad al tiempo que Roberto desea devolverlo con los suyos.

A partir de entonces comienza una forzada y extraña convivencia entre ambos, pues Roberto no habla chino y Jun ni una palabra de español. El ermitaño ferretero intenta dejarlo en una comisaría y luego en la embajada de China, pero nadie lo quiere recibir y no tiene más remedio que llevarlo a su casa pues, por encima de su apego a una vida solitaria se impone un sentimiento solidario que le impide dejar al oriental abandonado en la calle como un perro.

Roberto hace todos los intentos posibles para encontrar un nuevo alojamiento para Jun, intentos que siempre fallan por distintas causas, generándose situaciones llenas de comicidad. La relación entre un occidental y un asiático, matizada por la presencia de Mari una muchacha de campo que se ilusiona con enamorar a Roberto, permitirá ver que por más opuesta que se encuentren dos culturas, la humanidad es una sola.

 

 

Un cuento chino, eficaz, sensible y entretenida mezcla de humor, drama y comedia negra, obtuvo en España el Goya a la Mejor Película Latinoamericana. Mejor Película (Premio del Jurado) y premio del público en el Festival de Roma. Premios Sur (Argentina): Mejor Película, Actor, Actriz de reparto. Festival Internacional de Mannheim-Heidelberg: Premio a Mejor Película y Premio del público.

 

 

“¿Qué clase de historia cuenta esta película? Podría sintetizarse en una sola frase diciendo que es la historia de un argentino y un chino unidos por una vaca que cae del cielo. También podría decirse que es la historia de dos hombres, un argentino y un chino, cuyas tragedias se cruzan en Buenos Aires, y de ese cruce resulta la clave que resuelve la vida de ambos”. –Entrevista a Sebastián Borensztein Lahiguera.com-

 

 

 

Sebastián Borensztein, responsable de las series de TV: La condena de Gabriel Doyle (1998), La Argentina de Tato (1999), Tiempo final (72 episodios, Argentina, España y México, 2000) y las películas: La suerte está echada (2005), Sin memoria (2010), Capitán Kóblic (2016) y La odisea de los giles (2019), ha construido en Un cuento chino una fábula sobre las soledades compartidas en un tono muy cercano al cine de los hermanos Kaurismaki, cineastas finlandeses y sobre todo a las película del estadunidense Jim Jarmusch. Como en las obras de éstos, aquí, prevalece una comicidad amarga que lleva consigo una reflexión moral acerca de la solidaridad entre perdedores sociales y los olvidados del mundo exterior. Sobre los destinos cruzados, la ambigüedad del idioma y los problemas de comunicación por lenguajes distintos. Así como sus personajes marginados como el propio protagonista chino o auto marginados como lo sería Roberto quien vive recluido en su ferretería De Césare (apellido paterno) o en su departamento.

 

Un cuento chino abre con un prólogo aparentemente absurdo que se convertirá en el meollo de la trama: –inspirado, curiosamente en hechos verídicos, como lo descubrimos al final en la secuencia de créditos-, una joven chino a punto de proponerle matrimonio a su novia a bordo de una barcaza en un río y una vaca que cae del cielo. De ahí, la acción se traslada a Buenos Aires y como detalle inteligente la cámara gira 180 grados ya que se trata del otro lado del mundo, para adentrarnos en la cotidianidad de ese hombre gruñón, desconfiado, al que no le interesa relacionarse con nadie y cuya principal manía son sus recortes de noticias extrañas, delirantes en donde él mismo se imagina como protagonista (los amantes italianos que caen al vacío, el barbero que degüella por un accidente a su cliente y más). Una herencia de su padre cuando recortó una nota sobre la absurda guerra entre Gran Bretaña y Argentina por las islas Malvinas y en la que aparecía el propio Roberto como joven combatiente. Y cómo se colapsa su férrea burbuja cuando aparece ante él aquel joven chino al que un taxista y su cómplice han asaltado y arrojan al pavimento.

 

 

“Un cuento chino es una historia universal, pero a la vez muy argentina. Universal porque habla de las cosas que nos angustian y duelen en el alma, algo que no tiene nacionalidad ni tiempo. Y muy argentina a la vez, porque su protagonista es un excombatiente de la guerra de las Malvinas. La premisa que me impulsó a escribir este guion y a emprender el recorrido de filmarlo es ésta: cuanto más lejos te escapes de ti mismo más cerca vas a estar de ti. Cuanto más te cierres dentro de ti, mayor será el golpe que te hará salir” –Entrevista a Sebastián Borensztein Lahiguera.com-

 

 

Justo lo que pretende mostrar Un cuento chino es la manera en que estos dos seres que provienen de lugares disímiles del mundo, y sin proponérselo, serán el uno la salvación del otro y la posibilidad de seguir adelante cada uno con una nueva vida. Este encuentro entre dos personajes tan distintos habla de aspectos del alma humana como el abandono, la soledad y la necesidad de supervivencia. Todo ello a medio camino entre la comedia dramática y el humor. Así lo ejemplifica el primer encuentro entre Roberto y Jun, la escena en la comisaria o en la embajada, o la cena en casa de Leonel el repartidor de periódicos, el encuentro con el supuesto tío invidente o en el lado contrario: las pláticas con el joven repartidor de comida china que sirve de intérprete entre ambos. Un cuento chino logra trastocar la tragedia en una comedia humana, conmovedora y entretenida.

 

 

“La incomunicación y la compasión también se cruzan, y una mirada jocosa a la burocracia, al costumbrismo porteño, a la danza de las palabras y a la relativa visibilidad que tiene un chino entre todos los chinos. Un cuento chino es una película agridulce, con una eficaz y complejísima construcción del interior de un personaje discordante, pero muy próximo, de Darín, y que busca y encuentra sin esfuerzo al espectador” –Oti Rodríguez Marchante Diario ABC-

 

Rafael Aviña

Centro Histórico de la Ciudad de México

28 de julio de 2020

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