CUATRO DIAS EN SEPTIEMBRE (O Que é Isso, companheiro/ Four Days In September, Brasil-Estados Unidos, 1997)

Dirección. Bruno Barreto/ Guion. Leopoldo Bhering Serran, sobre novela de Fernando Gabeira/ Fotografía en color. Félix Monti/ Música. Stewart Copeland/ Edición. Isabelle Rathery/ Dirección de arte. Marcos Flaksman/ Vestuario. Emilia Duncan/ Diseño de Producción. Marcos Flaksman y Alexandre Meyer/ Producción. Lucy Barreto, Luiz Carlos Barreto, Mary Ann Braubach/ Con. Alan Arkin (Charles Burke Elbrick), Fernanda Torres (María), Pedro Cardoso (Fernando Gabeira/Paulo), Luiz Fernando Guimaraes (Marcao), Claudia Abreu (Renée), Nelson Dantas (Toledo), Matheus Natchergaele (Jonás), Marco Ricca (Henrique), Mauricio Goncalves (Brandao), Caiao Junqueira (Julio)/ Duración. 110 mins.

SINOPSIS

En septiembre de 1969 y bajo el régimen de la dictadura militar de Brasil, el embajador de Estados Unidos Charles Burke Elbrick fue secuestrado durante cuatro días por un inexperto grupo insurgente que buscaba la desestabilización política pero, sobre todo, hacerse propaganda sobre su aparición en el traumático escenario nacional de entonces. Varios jóvenes idealistas, entre ellos, Fernando Gabeira deciden unirse al Movimiento Revolucionario 8 de Octubre. Pronto, los chicos descubren que unirse al grupo significa cambiar de identidad y renunciar a vivir con sus familias. La organización los utilizará para secuestrar al embajador. Su experiencia como plagiario quedó condensada en el libro autobiográfico ¿O que é isso, companheiro?/ Cuatro días en septiembre.

 

La película de Bruno Barreto fue nominada al Oscar como Mejor Cinta de habla no inglesa. Ganador del Premio a Mejor Cinta de contenido social en el Festival de cine político de Estados Unidos

 

“Hoy hemos detenido al Sr. Charles Burke Elbrick, el embajador de Estados Unidos, ocultándolo en algún lugar del país. Este acto no es un episodio aislado. Se suma a los innumerables actos revolucionarios ya llevados a cabo: asaltos a bancos, en los que se recaudan fondos para la revolución, recuperando de vuelta lo que los banqueros toman del pueblo y de sus empleados; ocupación de cuarteles y comisarías, donde se consiguen armas y municiones para la lucha por el derrocamiento de la dictadura; invasiones de cárceles, cuando se liberan revolucionarios, para devolverlos a la lucha del pueblo; explosiones de edificios que simbolizan la opresión; y el ajusticiamiento de verdugos y torturadores.

En realidad, el secuestro del embajador es sólo otro acto de la guerra revolucionaria, que avanza cada día y que aún este año iniciará su etapa de guerrilla rural. Con el rapto del embajador, queremos mostrar que es posible vencer la dictadura y la explotación, si nos armamos y organizarnos, apareceremos donde el enemigo menos nos espera y desapareceremos a continuación, desgastando la dictadura, llevando el terror y el miedo a los explotadores, la esperanza y la certeza de victoria para el medio de los explotados”… -Fragmento real del manifiesto del Movimiento Revolucionario 8 de octubre en relación al secuestro del embajador Charles Burke Elbrick-

 

 

 

El cine político con intenciones espectaculares se remonta a los inicios de la cinematografía cuando David Wark Griffith aporta su punto de vista reaccionario y esclavista sobre la guerra civil estadunidense en la magistral épica El nacimiento de una nación filmada en 1915. A partir de ese momento el análisis sobre las injusticias sociales amplían el espacio para un cine militante capaz de abrir un campo a la reflexión sin descuidar el aspecto comercial y de marketing.

A Constantin Costa-Gavras se le debe en buena medida la creación de un thriller político en el cual: suspenso y denuncia se encabalgan sin descuidar uno y otro. En ese sentido, Cuatro días en septiembre del brasileño Bruno Barreto, es sin duda la respuesta tardía -no exenta de interés- al trabajo realizado por Costa-Gavras desde finales de los años sesenta; en esencia sus obras clave como La confesión, Z y sobre todo, Estado de sitio en la que se narraba el secuestro y ejecución de un alto funcionario estadunidense en un país latinoamericano -léase Uruguay-.

Nominada al Oscar a la Mejor Cinta Extranjera y protagonizada por un estupendo Alan Arkin, Cuatro días en septiembre es la crónica intimista de un hecho social. El guion, inspirado en las memorias de Fernando Gabeira sobreviviente de la tortura militar en Brasil, describe un hecho verídico: el secuestro del embajador estadunidense en Brasil, Charles Elbrick ocurrido en septiembre de 1969, planeado y llevado a cabo por una facción más bien amateur del Movimiento Revolucionario 8 de Octubre.

 

Bruno Barreto, saltó a los escenarios fílmicos internacionales con Gabriela, clavo y canela (1983) exitosa novela de Jorge Amado de enorme carga erótica, donde se fundía la sensualidad tropical y la belleza de la mujer brasileña, protagonizada por Sonia Braga y el italiano Marcello Mastroianni, en la historia de una joven de Bahía que causa conmoción no sólo por su refinado gusto culinario sino por su extraordinario erotismo. Al especial toque otorgado por la explosiva pareja bicultural, habría que agregar la espléndida fotografía del italiano Carlo Di Palma y la intensa banda sonora de Antonio Carlos Jobim con la participación de Gal Costa.

No obstante, Barreto ya había adaptado antes otra novela de Jorge Amado:

Doña Flor y sus dos maridos en 1976, con la participación estelar de Sonia Braga y José Wilker como el calenturiento marido que regresa de la tumba para velar por el cuerpo de su ardiente mujer. El filme no sólo representó la consolidación internacional de Sonia Braga –recuérdese que se le ligó sentimentalmente a Robert Redford con quien filmó El secreto de milagro-, sino que recuperó a nivel mundial el exotismo del cine carioca cuyos éxitos databan de la época de O cangaceiro y Orfeo negro coproducida con Francia.

 

En cuatro días en septiembre, Barreto no toma como punto de partida los ejemplos del cine militante latinoamericano (el cine de Fernando Solanas, Jorge Sanjinés, Miguel Littin, Leobardo López Aretche y otros). De hecho, recupera la esencia del thriller político a lo Costa-Gavras pero desde una perspectiva más íntima y emocional para describir y a su vez, reflexionar sobre el idealismo y la efervescencia revolucionaria de finales de la década de los sesenta.

La película de Barreto, abre con las imágenes del paraíso brasileño: un esplendoroso Río de Janeiro donde impera la samba, el bossa nova y el fútbol. Sin embargo, detrás de esa fachada de sensualidad y regocijo se oculta la represión estudiantil y un ingenuo radicalismo cuyas consecuencias terminan por pagarse muy caro. De hecho, los personajes de Barreto no se inclinan hacia el maniqueísmo; es decir, torturadores sádicos y heroicos terroristas urbanos. Por el contrario, el filme muestra los puntos de vista -todos muy discutibles- de los involucrados en un secuestro que marcó la pauta del terrorismo en Latinoamérica.

“Ustedes y los militares son como los extremos de una herradura: son la misma cosa pero nunca se juntan…”; se trata de una frase contundente en un filme que intenta cuestionar precisamente el absurdo de la violencia y la manera en que ésta pretende contrarrestarse. De hecho, la única posición sensata parece ser la del cautivo embajador, cuya vida depende de que el gobierno decida liberar a varios presos políticos y llevarlos a un punto seguro como México.

Cuatro días en septiembre dista mucho de una obra maestra del género como Estado de sitio (1973), incluso resulta evidente la falta de ritmo y de una eficiente puesta en escena. No obstante, el filme vale no sólo como reflexión de una época, sino por su mirada más humana sobre la violencia política y la cloaca del terrorismo y de los regímenes militares encabezados en muchas ocasiones por sicópatas frustrados y resentidos sociales.

 

 

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la Ciudad de México, 15 de junio 2019

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