EX MACHINA (Ex Machina, Gran Bretaña-Noruega, 2015)

Dirección. Alex Garland/ Guion. Alex Garland/ Fotografía en color. Rob Hardy/ Música. Geoff Barrow y Ben Salisbury/ Edición. Mark Day/ Dirección de arte. Katrina McKay y Dennis Schnegg/ Vestuario. Sammy Sheldon/ Diseño de Producción. Mark Digby/ Producción. Andrew Macdonald, Allon Reich, Jason Sack, Joanne Smith. Con. Domhnall Gleeson (Caleb), Oscar Isaac (Nathan), Alicia Vikander (Eva), Sonoya Mizuno (Kyoko), Claire Selby (Lily), Symara Templeman (Jasmine), Gana Bayarsaikhan (Jade), Tiffany Pisany (Katya), Elina Alminas (Amber)/ Duración. 104 mins.

SINOPSIS

En un futuro prácticamente inmediato, Caleb es un joven programador cibernético que trabaja en una de las mayores empresas de Internet del mundo, es el ganador de un concurso de la compañía. Por ello, se prepara para realizar un viaje que le llevará a conocer al misterioso y solitario director ejecutivo de la empresa, Nathan, un treintañero extraño e hiperinteligente aficionado al alcohol. Caleb se traslada a una zona aislada y boscosa en Alaska en un helicóptero que lo deja cerca de la remota residencia, a la que tiene que llegar caminando. Ya en el lugar, Caleb descubre que deberá participar en un experimento tan extraño como fascinante y que consiste en convivir con la primera inteligencia artificial auténtica jamás creada, encerrada en el cuerpo de una hermosa robot llamada Eva. Así, después de firmar un contrato de confidencialidad, conocerá el trabajo que tendrá que desempeñar: descifrar si Eva, la androide creada por Nathan, posee de verdad inteligencia: ello, a través de una suerte de test de Turing que consiste en que un ser humano y una máquina se encuentran aislados manteniendo una «conversación» y el hombre debe determinar si su interlocutor es un robot o una persona. El experimento se convierte en una inquietante batalla psicológica en la que se enfrentan las lealtades del hombre y la máquina.

 

Con Ex Machina el espectador se verá inmerso en una trama de suspenso psicológico donde todos los personajes parecen ser algo que no son y en la que uno empieza a sospechar y a armar sus propias conclusiones, sólo para darnos cuenta, que nosotros los espectadores mismos formamos parte de ese experimento.

 

Ex Machina es un siniestro y brillante thriller erótico-cibernético, una siniestra visión de un futuro cercano en el que la inteligencia artificial no sólo formará parte de nuestras vidas, sino que terminará por desplazarnos. Se trata de un intrigante e hipnótico relato que combina la ciencia ficción, el suspenso, la robótica y la sicología humana (y cibernética) filmada en una zona fascinante: el hotel Juvet Landscape en los bosques noruegos, aunque se supone se trata de un escondido territorio en Alaska.

 

«Generalmente hablando, nos sentimos incómodos ante la inteligencia artificial y las computadoras…Es algo en lo que todos pensamos. Sin embargo, lo enfoco desde otro ángulo porque no es un tema que me preocupe mucho. En EX MACHINA simpatizo con la mujer robot… Tres personas inteligentes se enfrentan, e intentan vencerse mentalmente y uniéndose momentáneamente. Pero si una de esas tres personas es una chica robot, todo se complica…” – Alex Garland realizador de Ex Machina

 

 

Ex Machina compite por el Óscar a Mejor Guión Original y Mejores Efectos Visuales. Asimismo, fue nominada en los BAFTA y el Globo de Oro a la Mejor Actriz de Reparto (Alicia Vikander, co protagonista de La chica danesa). A su vez, ha obtenido múltiples premios como el Gran Premio del Festival de Cine Fantástico en Ámsterdam. Mejor Director, Guión y Efectos Visuales en los Premios a lo Mejor del Cine Independiente Británico. Mejor Debut en la Realización de parte del Sindicato de Directores Estadunidenses.

 

 

Robots

En 1920, el escritor checo Karel Capek concibió el término robot en alusión a esa suerte de imitación metálica del hombre vista tanto como una máquina maravillosa, como un peligro latente para la humanidad. Es decir, desde Capek se planteaba ya la disyuntiva de que los robots pudieran suplantar al hombre, revelándose a sus creadores como sucedía en la espléndida novela de Mary Wollstonecraft Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo escrita hacia 1816, cuya criatura, pese a no estar hecha de metal y plástico, sino de trozos de cadáver, mostraba abiertamente una inquietud fundamental que más tarde formaría parte esencial del imaginario de la ciencia ficción: la complicada relación entre las máquinas y sus creadores.

Ya en 1947, Jack Williamson describía en su novela Los humanoides, la amenaza robótica capaz de sustituir al hombre en su afán por servirlo, no obstante, sería el escritor ruso-estadunidense Isaac Asimov quien describiría las paradojas y problemas creados alrededor de las leyes de la robótica en su inquietante novela Yo robot de 1950, trastocado en un entretenido thriller de acción y suspenso futurista a cargo del australiano Alex Proyas. Curiosamente en ese lejano 1950, Ray Bradbury coincidía con Asimov en su brillante obra Cónicas marcianas, en describir al hombre rodeado de una aparente perfección tecnológica que se rebela en contra suya, como lo muestra el episodio de Vendrán lluvias suaves ambientado en agosto del año 2026 no muy alejado del actual diseño de las llamadas “casas inteligentes computarizadas”. 32 años después de este suceso, alrededor del 2058, Asimov ambienta su relato en una mega urbe donde máquinas y humanos conviven de manera pacífica gracias a las tres leyes de la robótica creadas entre otros por el científico Dr. Lanning: 1.-Un robot no debe dañar a un ser humano o dejar que éste sufra un daño. 2.- Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando éstas órdenes entren en oposición con la primera Ley. 3.- Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando no entre en conflicto con la primera o segunda Ley.

Por supuesto, el asunto de la robótica no arranca con Asimov, incluso antes de Capek, el cine ya había deparado en la fascinación que los autómatas ejercen sobre el hombre como lo muestra El Golem (1914) en ella, un rabino construía en el siglo XVI una estatua de arcilla a la que otorga vida. No obstante, fue otra obra maestra del expresionismo alemán la que inaugura propiamente el tema de los robots en el cine: Metrópolis (1926) de Fritz Lang y su bellísima robot María, una autómata de acero que un científico construye para contrarrestar la influencia de otra María que intenta sublevar a los obreros-esclavos de una urbe futurista. En Metrópolis aparece ya la idea de los autómatas que terminan desquiciados y rebelándose a sus creadores como sucede en Oestelandia (1973) con Yul Brynner como un “robot vaquero” de un sofisticado parque de diversiones o en Blade Runner (1982), con Harrison Ford como un detective que rastrea a un grupo de Replicantes que se confunden con los humanos y desarrollan sentimientos propios, al igual que la computadora asesina Hall-9000 que acababa con la tripulación de Odisea espacial 2001 (1968) de Stanley Kubrick, satirizada en Asesinos de estrellas (1974) del entonces debutante John Carpenter.

Una variante hiperbrutal del robot que colabora con la humanidad es Robocop (1988); el hombre dado por muerto reciclado y galvanizado como un vengador del futuro pero con problemas existencialistas, que incluso se enfrenta a un cyborg destructor: una referencia a El hombre de los seis millones de dólares con Lee Majors. Otra curiosa variación son las hipersexuales Cherry 2000 y Galaxina, robots femeninos programados entre otras cosas, para dar placer a los hombres e interpretadas por Melanie Griffith y Dorothy Stratten, la hermosa Estrella 80 que tuvo un destino trágico.

Terminator en la piel de Schwarzenegger -un “Cyborg T-800”- es la sofisticada máquina de destrucción con aspecto humano al que se le encarga dar muerte a una mujer en 1984 para evitar una sublevación rebelde en el año 2029, aunque termina por convertirse en aliado de aquella en Terminator 2: el juicio final (1991) cuando es reemplazado por un modelo mortífero perfeccionado: un “T-1000” (Robert Patrick), sustituido a su vez por una nueva versión femenina en Terminator 3 (2003). Finalmente, Yo robot, la película, también intenta aproximarse a los teoremas planteados por Inteligencia artificial (2001) de Steven Spielberg, cuyo proyecto original de Kubrick, pretendía actualizar la historia de Pinocho de Carlo Collodi, de hecho Sonny el robot, es una suerte de furioso Pinocho en un filme que alude a otro cuento moralista infantil: Hansel y Gretel.

 

 

En 1959 la teleserie Dimensión desconocida presentó entre otros episodios, El solitario, una amarga y a su vez, conmovedora historia de amor entre un hombre y una máquina con aspecto femenino de la que se iba enamorando día a día con mayor intensidad. Rod Serling, su creador, al igual que el talentoso Spike Jonze, director y guionista de Ella (EU, 2013), y Alex Garland realizador de Ex Machina, proponen relatos similares en apariencia futuristas; en realidad, sensibles dramas cotidianos sobre la humanidad, sus temores más íntimos y su cada vez más obsesiva relación con la tecnología.

 

En Ex Machina, Eva es la versión más avanzada de todos los robots que se encuentran en la mansión de Nathan, gozando de muchos comportamientos propios de un ser humano. El resto de robots que «andan sueltos» por la casa simplemente están programados para satisfacer, no para razonar como sucede con Kyoko. La idea de Nathan, no es otra que la de conseguir que la máquina manipule al programador para que este termine enamorado de Eva y que a su vez, sienta lastima por su cautiverio y nosotros como espectadores coincidamos con él y con un desenlace «humano» –que no sucede- en el que de la mano escapan juntos de la casa. La máquina programada para manipular lo consigue, y no es hasta el final cuando uno no se da cuenta de que carece precisamente del sentimiento de empatía y que además, se trata de una versión 9.6 de un software en vías de mejoría, tal vez con sentimientos de mayor empatía humana.

 

Ex Machina no sólo es un filme de enorme belleza visual, sino un intrigante relato de suspenso con varias vueltas de tuerca que juega esencialmente con uno de los elementos más cuestionables y más ambiguos del ser humano: la sexualidad y la confianza. Es justo en los sentimientos relacionados con el amor y el sexo lo que terminan por derrumbar las inteligentes barreras del joven programador y dejar abiertas válvulas de escape en las flaquezas de Nathan, quien motivado por el placer (las robots a su servicio) y por el supuesto ayuda a la humanidad con nuevas tecnologías, no vislumbra la capacidad de una mentalidad fría y robótica como la fascinante Eva.

 

“La prueba de Turing fue ideada hace décadas, con el nacimiento de las computadoras…Alex Turing entendió muy pronto que las máquinas con las que trabajaba podrían convertirse en máquinas pensantes en vez de simples calculadoras. Se dio cuenta de que sería difícil adivinar lo que realmente pensaba o fingía pensar» –Alex Garland-

 

“Nathan es un supermacho alfa. Está decidido a llevar la tecnología siempre más adelante y, a la vez, se siente atormentado por los efectos que esto pueda causar. Hace mucho que vive solo en una casa aislada y ha empezado a afectarle. Es un hombre seguro de sí mismo, poderoso, pero también tiene problemas y es vulnerable» –Alex Garland

 

 

Rafael Aviña

Centro Histórico de la Ciudad de México

23 de febrero de 2016

3 pensamientos en “EX MACHINA (Ex Machina, Gran Bretaña-Noruega, 2015)

  1. Gracias, Rafa, por la excelente reseña de la película, y el muy útil anexo sobre los robots en el cine y la literatura. Me gustaría agregar lo siguiente en relación con «Ex Machina», porque me parece que será de interés general.

    El Dr. Ray Kurzweil ha estudiado y experimentado con los temas de inteligencia artificial desde hace más de 20 años. El primer libro en el que expone sus ideas al respecto se llama «La era de las máquinas inteligentes», de 1987-88; en 1999 sale «La era de las máquinas espirituales», disponible en español. En 2005 publica «The Singularity is near», en el que lanza este concepto que se refiere al momento en que la máquina y el ser humano lleguen a ser uno mismo.

    El tema ha sido del interés de los grandes genios y poderosos empresarios, que han apoyado a Kurzweil en la creación de la «Universidad de la singularidad», en 2008 junto con Robert D. Richards y Peter Diamantes. Esta universidad está apoyada entre otros, por Google y muchas empresas y empresarios más, incluyendo algunos mexicanos, que la han visitado y contribuyen a su sostenimiento.

    En la película hay referencias no tan veladas a estos factores: la empresa de «Nathan» se llama «Blue Book», fonéticamente reminiscente de «Google». El nombre del personaje, «Nathan», es un homenaje a Nathan Myhrvold (1959), uno de los fundadores de Microsoft con Bill Gates, pero que hace ya muchos años se separó y ha formado sus propias empresas de tecnología y sorprendentemente, gastronomía. Myhrvold es considerado un genio y casi nunca aparece públicamente, pero cuando lo hace anuncia iniciativas muy interesantes, como un sistema de bombeo de aguas profundas a base de tubos de plástico que hace que se pueda enfriar la superficie de los océanos y así ayudar a controlar el calentamiento global, al impulsar el desarrollo de plancton y generar mayores recursos pesqueros, como beneficio adicional. Myrhvold tiene una casa-laboratorio-taller en el noroeste de Estados Unidos, en el bosque, lo cual es claramente recreado en la película.

    La idea de la «singularidad», que un momento dado «Nathan» menciona en la película, no es una fantasía. Kurzweil lleva muchos años estudiando formas de integración y asegura que en un futuro que incluso él mismo espera ver, se logrará mediante la preservación de la inteligencia y la experiencia de un ser humano en particular, y técnicas de clonación perfeccionada que servirán para que en el futuro, se pueda hacer un «download» de la mente humana a un medio de almacenamiento tecnológico y luego se pueda hacer el «upload» al nuevo cuerpo clonado. Así, se logrará la inmortalidad de seres humanos concretos. Tan seguro está de ello el Dr. Kurzweil que él mismo se somete a un régimen de alimentación y complementos con el objeto de preservar su propia vida hasta que la tecnología esté disponible. Ha afirmado que consume más de cien tabletas y píldoras por día, y ha publicado sus métodos de alimentación, los cuales sigue desde la edad de 35 años. Actualmente tiene 68 años recién cumplidos el día 12 de febrero y goza de cabal salud y bienestar físico y mental.

    Esta película es casi un reportaje de lo que se está haciendo, y aunque para mucha gente todo esto es una locura, el hecho es que se sigue avanzando. Una de las advertencias de Kurzweil es que la brecha digital, hasta ahora un problema social que se puede resolver facilitando el acceso a la red por parte de la población más marginada, puede ampliarse hasta extremos imposibles de conciliar si la gente con posibilidades de hacerlo «impulsa» su propia evolución hasta un punto en que se convierta en otra clase de humanidad. El riesgo no son tanto los robots, sino los «cyborgs», es decir, los hombres-máquina, con potencialidades intelectuales extraordinarias, y por el lado físico, con la posibilidad misma de la inmortalidad, eliminación de enfermedades, envejecimiento y por tanto, una nueva humanidad.

    Las etapas en este proceso, según Kurzweil, son:

    1. Universo inanimado

    2. Vida no consciente

    3. Humanidad

    4. Transhumanidad

    5. Poshumanidad

    En la película se toca el tema de la evolución. Kurzweil está convencido que con la tecnología, estamos ya interviniendo en la evolución de nuestra especie, y de otras también. Quizá convenga estar al tanto de lo que está pasando, y no pensar que es pura ficción el tema de «Ex Machina».

    ¡Ay, nanita!

    • Maestro Vigil, muy interesante su comentario, pero creo que para que la humanidad trascienda con ayuda de la tecnología, primero se debe resolver sus problemas de hambre y educación y eso va para largo. Luego vienen los conflictos éticos-morales. Quién que no sea con su propio dinero, merece que su cerebro sea preservado con un «download».
      En fin, deseo que el régimen alimenticio del Dr. Kurzwell (que por cierto nació el mismo día que yo), le funcione para que viva lo suficiente para comprobar su teoría de la singularidad, yo por mi parte, le confirmo lo que ya le comenté en corto, el Internet está haciendo a la mayoría de las nuevas generaciones menos esforzadas, más egoístas y superficiales.
      Le saludo con admiración y respeto.

      • Mi querido Dr. Chong:

        Justamente la advertencia de Kurzweil va en el sentido de que la brecha entre los que pueden y los que no pueden tiene el potencial de dividir irremediablemente a la humanidad. La ciencia y su progreso no se van a detener por consideraciones humanitarias, nunca lo ha hecho. De ahí la importancia del tema y la urgencia de propuestas en la línea que sensiblemente su merced apunta.

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