SON DE MAR (España, 2001)

Dirección. Juan José Bigas Luna/ Guion. Rafael Azcona, según la novela de Manuel Vicent/ Fotografía en color. José Luis Alcaine/ Música. Piano Magic/ Canciones: Alejandro Sanz, Azúcar Moreno, Stevie Wonder, Tom Jones/Dirección de arte. Pierre-Louis Thévenet/ Vestuario. Macarena Soto/ Diseño de Producción. Bigas Luna/ Producción. Andrés Vicente Gómez, Antena 3 Televisión, Lola Films, Vía Digital/ Con. Leonor Watling (Martina), Jordi Mollá (Ulises), Eduard Fernández (Alberto Sierra), Neus Agulló (Roseta), Pep Cortés (Basilio), Ricky Colomer (Abel), Sergio Caballero (Xavier), Carla Collado (Mujer de rojo), Juan Muñoz (Director del instituto), Pablo Rivero (Jorgito)/ Duración. 95 mins.

SINOPSIS

Al final del verano, Ulises, llega a una pequeña ciudad de la costa mediterránea en Alicante, España, para convertirse en el nuevo profesor de Literatura del instituto. Allí descubrirá la sensualidad del Mediterráneo a través del mar, del olor de los naranjos y de las deliciosas papas fritas que le prepara una chica de enorme sensualidad, Martina, hija de los posaderos donde Ulises vive. Muy pronto se enamora perdidamente de ella y Martina se sumerge en los relatos que él le narra. Se casan y tienen un hijo, sin embargo, una madrugada que Ulises sale a pescar atunes en su pequeña barca, desaparece y es dado por muerto. Al cabo de poco tiempo, Martina aparente viuda, termina casándose con el arrogante y rico constructor local Alberto Sierra que siempre la ha pretendido y que tiene como mascota a un cocodrilo. Cuando ella se siente instalada en esa vida de lujo, Ulises reaparece porque no ha podido olvidarla. Explica que naufragó y estuvo perdido por mucho tiempo. Ella decide darle una segunda oportunidad y ahora se convierte en amante de su propia esposa Martina y vive encerrado en un departamento para que nadie descubra que está vivo. Es entonces cuando los encuentros entre la pareja se hacen cada vez más encendidos. Pero como en cualquier triángulo pasional, el destino deja un estrecho hueco para la felicidad cuando Alberto descubre el secreto de Martina.

 

 

 

Nominada al Goya a lo Mejor del Cine Español por Guión adaptado y Actor secundario (Eduard Fernández), nominado a su vez al Premio Butaca al Mejor actor catalán del año.

 

“La novela Son de mar efectivamente, ha vendido 100.000 ejemplares, por lo tanto es un libro que ha gestado 100.000 películas diferentes, ya que hay tantas posibles visualizaciones como lectores. Pero una película tiene una única visualización y es la que he hecho yo, que soy sólo uno de los 100.000 lectores. Yo he seguido mi sistema habitual: he tomado a la novela como musa, porque he hecho una obra diferente. Son de mar es una historia de amor, la de Ulises y Martina. Vicent la narra a partir del entorno que rodea a los personajes, yo lo hago yendo a la esencia de la historia y al esqueleto: la pasión a través de sus protagonistas directos. He ido a su alma y el resultado es una película muy pasional” –Bigas Luna, elcultural.com.

 

 

 

De los cineastas españoles surgidos a la muerte de Franco, tal vez Vicente Aranda, Pedro Almodóvar y Juan José Bigas Luna, sean los responsables de las obras más notables y originales. Los tres, desde perspectivas serias o desparpajadas, parecen preocupados por los dramas cotidianos, la nota roja y las desviaciones sexuales, en particular el fetichismo. Un cine de secreciones íntimas que explora la historia española prefranquista o en su defecto, intenta sacar partido de ese otro inframundo perverso de la cultura española del destape.

En medio de ambos extremos; es decir, los trabajos cerebrales a cargo de Aranda y los arrebatos posmodernos por parte del manchego Almodóvar, se encuentra la obra del catalán Bigas Luna. Un realizador delirante, obsesionado con las metáforas entre carne y sexo y las manías más perversas que han desfilado a lo largo de su inquietante filmografía. Ya desde Tatuaje (1976), su ópera prima adaptación de una novela policiaca de Manuel Vázquez Montalbán, Bigas Luna dejaba entrever su gusto por los ambientes sórdidos y los personajes que destilan masoquismo puro. No obstante, con Bilbao (1978), acerca de un sicópata fetichista fascinado con una vulgar prostituta del barrio chino catalán, el cineasta conseguía una obra insólita de una pegajosa suciedad que lo convertirían en instantáneo director de culto, como lo confirmaría Caniche (1979) su siguiente trabajo.

Caniche llegó a nuestro país durante el régimen lópezportillista, sin embargo, la enfermiza historia de una pareja de hermanos amantes de los perros, quienes viven una oscura relación incestuosa que deriva en el bestialismo, fue fulminante para la censura mexicana de aquellos años y el filme no pudo exhibirse y cuya obra ha ido de lo negrísimo y claustrofóbico a lo paródico y sensual como lo muestra su trilogía sexo-gustativa integrada por Jamón, Jamón (1992), Huevos de oro (1993) y La teta y la luna (1994).

Luego de una extraña incursión en el cine estadunidense con la alegoría cristiana Renacer/Reborn (1981), sobre una joven vidente, Bigas Luna regresaría a sus temas españoles con Lola (1985). En ésta, lo cutre, la sangre, el melodrama, el onirismo y la convivencia sexual entre las clases altas y bajas, son los temas de un filme que intentaba hacer un homenaje al cine de Ferreri y de Buñuel en un relato de amor loco y obsesivo.De Lola, el cineasta daría un salto al cine de horror con la brillante y poco valorada Angustia (1987), un brutal relato de suspenso gore con el tema del cine dentro del cine que presupone un homenaje a Psicosis de Hitchcock. El claustrofóbico clímax en el interior de un cine es una pequeña joya de la narrativa fílmica, no obstante, su siguiente filme que lo adentraba propiamente en el cine comercial resultó un fracaso taquillero la espléndida Las edades de Lulú (1990), una tragedia erótica basada en la exitosa novela de Almudena Grandes se convertía en un relato de fetichismo sexual mezclado con Taxi Driver.

A partir de Jamón, Jamón, Bigas Luna da un nuevo giro a su carrera, recurriendo de nuevo a sus obsesiones sexuales y sus alegorías sobre otra España, ahora a través de un humor más fársico, casi almodovariano. De hecho, con éste filme protagonizado por Javier Bardem y Penélope Cruz, el cineasta se colocaba a la mitad de sus obras fetichistas y oscuramente perversas y su nuevo cine de farsa delirante. En Huevos de oro, disparejo ejercicio de ironía con mucho de Buñuel, Goya y de la picaresca española, decide detonar las convenciones de un melodrama clásico con un retrato del macho de los noventa, inseguro, celoso, inestable, cuya fuerza radica en su potencia masculina.

La teta y la luna es la historia de un niño maravillado ante una teta, la de una mujer que obsesiona a su marido y a un adolescente. «Aquí, he retratado todo lo que me apasiona y todo lo que detesto de mi tierra: los pechos femeninos y el patriotismo…». Después, Bigas Luna tropezaría notablemente con Bambola (1996) cinta que inicia una nueva trilogía dedicada a mujeres con carácter ardiente. Protagonizada por la exuberante estrella de TV italiana, Valeria Marini, se trata de un nuevo filme voyeurista donde mezcla de manera muy torpe sus obsesiones cinematográficas, para lucimiento del espectacular cuerpo de la diva a quien llamaron la sucesora de Sofia Loren.

Por su parte, La mujer del Titanic/ La recamarera del Titanic (1997) es la historia de una obsesión personal que se convierte en delirio colectivo. Es el relato mitad sueño, mitad realidad que un enfebrecido obrero reinventa todas las noches en una sucia taberna ante un auditorio vulgar y procaz: la historia erótica compartida con una hermosa recamarera que es la imagen viva del deseo y la pasión protagonizada por la preciosa Aitana Sánchez Gijón uno de los rostros más enigmáticos del cine actual.

Cinco años después de su último trabajo, Son de mar (2001), otra historia de pasión y sensualidad ambientada en un pueblo costero del Mediterráneo, Bigas Luna regresaba con un filme moderno y juvenil Yo soy la Juani (2006): la preciosa y joven protagonista, es una muchacha de la periferia urbana que se mata todo el día trabajando como cajera en unos grandes almacenes y sólo espera la tarde y la noche para reventarse con su novio un agresivo mecánico automotriz -ambos fanáticos del tuning (remodelación y personalización de automóviles)-, con el que se cachondea en las butacas de una sala de cine, una discoteca, o en una extravagante competencia automovilística como posmoderna referencia a Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955) y cuyo principal sueño es convertirse en actriz.

 

“El mar es el auténtico protagonista, todo ocurre gracias a él y por su culpa. El mar es Martina, la feminidad, el erotismo, la mujer… He podido jugar con mi obsesión por el mar rodando muchos mares: mar de noche, rojo, revuelto, azul…Ulises le dice, “tus pechos me recuerdan al mar”. He jugado mucho con el amor y el mar, y estableciendo el paralelismo he rodado la erótica del mar. Ulises y Martina son y pertenecen al mar. La duplicidad del título de la novela está también en la película” –Bigas Luna, elcultural.com-

 

En Son de mar, Martina es la protagonista absoluta y reduce a Ulises al nivel de esclavo sexual en la segunda mitad. Su pulsión erótica marca el ritmo de la película. Ella es quien controla el juego de pasión del filme. A Bigas Luna le interesa como en toda su filmografía el flujo de pasiones entre tres personas, mismo que sólo las mujeres pueden manejar. “La mujer es más realista que el hombre y capaz de subsistir con una pasión a dos porque le es posible. El hombre no, porque lo establece todo en términos de competencia. Un hombre no puede soportar una relación a tres porque por naturaleza es competitivo y ambicioso: tiene que ser el mejor amante… una cosa tremenda que sufrimos los hombres, algo patético que nos inoculan desde el colegio”. Y al mismo tiempo, la historia es una suerte de recuperación del mito homérico de Ulises y la Odisea.

Como en La recamarera del Titanic, se trata de una historia de desconfianza sexual con un tema que resulta una metáfora del propio cine: la imaginación que consigue superar con creces a la realidad misma, en un drama sobre el deseo y el ámbito paisajista con el mar como metáfora y telón de fondo. Con Son de mar, Bigas Luna se recupera del fracaso de Volaverunt (1999), a partir de un guión del experimentado Rafael Azcona, basado en la novela de minimalismo erótico escrita por Manuel Vicent y cuyo lirismo marítimo eclipsa todo aquello que rodea a estos dos fogosos amantes cuyo destino está marcado por lo erótico y lo sentimental. Sin ser lo mejor de Bigas Luna, se trata de una obra de belleza sobrecogedora con una de las presencias más atractivas del nuevo cine español: la espléndida y sensual Leonor Watling, además de que conecta en varios puntos con el más reciente filme de Pedro Almodóvar: Julieta (2016).

 

 

“En Son de amor no hay un triángulo pasional -Ulises, Martina y Alberto- al uso, sino la historia de una mujer y dos maridos. ¿Le resultó interesante esta estructura argumental? -Efectivamente, aquí no hay un flujo pasional a tres, sino que lo que me interesó fue el hecho de que los dos se casan con ella. Esto le daba una lectura interesante a la historia. La historia narra el asunto del peaje del amor. Todo el mundo desea el amor; pero hace daño y lo destruye todo. He querido explicar un gran amor que conduce a unos personajes a conductas amorales. Pero es también el amor el que les salva. Ulises y Martina viven un gran amor que les hace actuar mal, lo cual es una contradicción. Y hay un tercero, Alberto, que puede parecer el malo, pero que es el bueno de la historia. Su personaje es muy importante porque es la realidad y la tierra, el contrapeso que sujeta la historia de los otros dos. Sin él, la historia de los otros dos volaría demasiado” –Bigas Luna elcultural.com-

 

RAFAEL AVIÑA

Centro Histórico de la Ciudad de México

14 de noviembre de 2016

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