EXPIACION, DESEO Y PECADO (Atonement, Gran Bretaña-Francia, 2007)

AtonementDirección. Joe Wright/ Guión. Christopher Hampton, inspirado en la novela Atonement/ Expiación de Ian McEwan / Fotografía en color. Seamus McGarvey / Música: Dario Marianelli / Edición: Paul Tothill / Diseño de Producción: Sarah Greenwood/ Con: Keira Knightley (Cecilia Tallis), James McAvoy (Robbie Turner), Saoirse Ronan (Briony Tallis, 13 años), Romola Garai (Briony Tallis,18 años), Vanessa Redgrave (Briony Tallis anciana), Juno Temple (Lola), Benedict Cumberbatch (Paul Marshall) / Duración. 123 mins.

Sinopsis

Gran Bretaña, 1935. Pese a la amenaza de un nuevo conflicto bélico mundial, los Tallis viven confortablemente y despreocupados del mundo en su enorme mansión victoriana en el campo. Toda la familia se reúne para el fin de semana, justo en el día más caluroso del verano, con el fin de esperar al hermano mayor, Leon, quien estudia en Londres y llega acompañado de un amigo, heredero de una importante imperio del chocolate. No obstante, el opresivo calor y las emociones reprimidas empiezan a crear una extraña sensación de inquietud y de confusión. A partir de una serie de malas interpretaciones sobre algunos sucesos, Briony, una adolescente de 13 años, escritora precoz, fantasiosa y con una  imaginación desbordada, provoca que Robbie Turner, joven inteligente que trabaja para los Tallis, hijo del ama de llaves y amante de su hermana Cecilia, vaya a prisión, al señalarlo como responsable de abuso sexual contra Lola, su prima menor de edad. La acusación destruye el amor y la pulsión sexual creciente entre Robbie y Cecilia y cambia dramáticamente el curso de sus vidas, incluyendo la de la propia Briony, más aún con el inminente anuncio de la segunda guerra mundial. Robbie se ve en la necesidad de elegir entre la cárcel y la guerra. Ya como soldado, empieza su calvario para salir de Francia y regresar a Gran Bretaña para reencontrarse con Cecilia, quien se ha convertido en enfermera, al igual que Briony, quien ha abandonado sus ambiciones intelectuales para purgar de alguna manera su culpa, aunque encuentra en la escritura una manera de resarcir los errores del pasado.

El Mal puede tomar varias formas: una de ellas, la mentira. Un falso testimonio que puede destruir sueños, ilusiones y sentimientos. En este caso, el Mal involuntario en este filme se materializa en las fantasías excesivas de una adolescente de profundos ojos azules, despechada por un turbio sentimiento de amor infantil que sólo existe en su cabeza y por ello, hace pagar la traición al objeto de su amor e idealización y de paso, a su hermana mayor. Briony no encuentra mejor oportunidad que imputar un delito no cometido a Robbie, debido tan sólo a lo que sus ojos creen ver y a lo que su imaginación compone. En raras ocasiones un filme puede igualar la complejidad dramática de una novela de tanta riqueza narrativa como lo es Expiación (2001/ Anagrama) del escritor inglés Ian McEwan (1948), autor llevado al cine en anteriores ocasiones como sucede en: Juego veneciano (Paul Schrader, 1990), El ángel malvado (Joseph Ruben, 1993) o El intruso (Roger MIchell, 2004).

Expiación, deseo y pecado, es el segundo filme realizado por el británico Joe Wright (Londres, 1972), luego de dirigir la miniserie para televisión, The Last King (2003) sobre las crónicas de Carlos II en el trono y Orgullo y prejuicio(2005), nueva adaptación fílmica de la novela de Jane Austen, protagonizada por la talentosa, bella y joven actriz británica Keira Knightley: aquí, heroína trágica de una película que obtuvo siete nominaciones al Óscar, obteniendo el de Mejor Música (bellísima y poderosa banda sonora a cargo de Dario Marianelli). Ganadora a su vez de 2 Globos de Oro: Mejor Película de Drama y Música, catorce nominaciones a los premios BAFTA a lo mejor del cine inglés, conquistando el de Mejor Película del año y Mejor Diseño de Producción y el Premio Forum de Cine y Literatura en el Festival de Venecia donde el director Joe Wright compitió a su vez por el León de Plata, entre otros.

La guerra, la expiación de culpas, el poder de la escritura y el destino implacable, son algunos de los temas de una obra fílmica de un fatalismo absorbente, de un impacto visual trágico y demoledor y con ecos de otros clásicos relatos de amor trágico del cine y la literatura –de Casablanca a Orgullo y prejuicio, de El puente de Waterloo a Lo que queda del día, pasando por El paciente inglés-, que recrean de una manera amargamente nostálgica, aquellas y otras grandes épicas furiosamente románticas. El filme de Wright contiene imágenes casi surrealistas de una terrible y delirante belleza, como aquellas impresionantes secuencias en la playa de Dunkerque (Francia), en la que soldados aliados matan el ocio en una feria, un cine, una taberna, o simplemente asesinando caballos para comer, en los primeros meses del segundo conflicto bélico.

Expiación, deseo y pecado, resulta una obra dramática imprescindible: un recorrido no tanto por los laberintos de la memoria, sino por los estrechos, enigmáticos y a su vez deslumbrantes paisajes de la ficción ¿Qué tan real es aquello que se cuenta? ¿Qué tanto hay de imaginación o de realidad en lo que vemos o creemos  ver? ¿Qué sentido tiene evocar un pasado que no existe? Se trata sin duda de una notable reflexión sobre las culpas que se pagan con la materia prima de la ficción y la literatura y que sólo tienen cabida en la representación de lo real. Aquí, la verdadera gran protagonista del filme, no es la bella y delicada Keira Knightley, joven de sociedad tendiente a la frivolidad, que decide dedicarse a la enfermería durante la guerra, ni su amante y enamorado encarnado por James McAvoy, un inteligente joven de clase baja acusado injustamente de abuso sexual contra una menor, sino la hermana adolescente de aquella, Briony Tallis (Saoirse Ronan, extraordinaria protagonista de Desde mi cielo -2009- de Peter Jackson), escritora en ciernes, cuya mente enfebrecida y frustrada, le lleva a provocar una tragedia desproporcionada en un mundo donde los finales felices sólo tienen eco en la ficción, echando a perder la vida de dos enamorados y de paso la suya propia.

A escenas magistrales como las que suceden en Dunkerque, o aquellas imágenes desoladoras de los escolares muertos, o los trágicos desenlaces de los protagonistas, se anteponen de manera notable un doble punto de vista de sucesos muy simples que resultan sin embargo trascendentales para los derroteros que tomará la trama: la reinterpretación de Briony sobre la secuencia de la fuente y la escena de la biblioteca. En ese sentido, tanto Wright como el laureado y experimentado argumentista británico Christopher Hampton, responsable de los guiones de Las relaciones peligrosas (1988) de Stephen Frears y de Carrington (1995, dirigida por él mismo), consigue hacer  partícipe al espectador de ese cruce inquietante de pasiones y discrepancias en la aburguesada mansión campestre de los Tallis: la frustración de Briony cuando los niños no quieren participar en el montaje de su primera obra, su recelo y obsesión por Robbie, a quien descubre en amoríos clandestinos con su hermana Cecilia, la falsa relación de concordia entre dueños y servidumbre que se viene abajo cuando Robbie es detenido de inmediato: el joven que antes ha sido apoyado y se le ve como “miembro de la familia”, cae en desgracia y es rechazado por simple posición social, por ello, resulta altamente sospechoso.

A diferencia de cintas como Infamia (1936) y La mentira infame (1961), ambas de William Wyler, inspiradas en una obra de Lillian Hellman, sobre el romance lésbico entre dos maestras y la indiscreción de una alumna chismosa que desata una tragedia por una acción irresponsable ante un acto de sexualidad irrefrenable, Expiación, deseo y pecado muestra a una niña que no peca de maldad a priori, sino que resulta incapaz de medir las consecuencias de sus actos. Ello, le llevará a arrastrar un sentimiento de culpa feroz que toma sentido en los últimos y espléndidos minutos finales del filme. Asimismo, la cinta de Wright, profundiza en ese ambiente de hipocresía moral burguesa que se puede resarcir con una boda por ejemplo (Paul Marshall, el amigo de Leon Tallis y violador de la pequeña Lola, se casa con ésta, varios años después, para evitar un desaguisado en el futuro).

La primera parte, sencilla, lánguida y agobiante en apariencia, resulta vital, ya que describe justamente ese ambiente de ociosidad en ese supuesto ambiente idílico bucólico previo al conflicto bélico, que precipita una tragedia irreparable. Se trata del anticipo de ese horror que vendrá en la segunda mitad: una guerra sangrienta donde no hay vencedores sólo vencidos, pérdidas de inocentes y vidas devastadas. Todo ello, en un relato donde se entrecruzan distintos puntos de vista narrativos y sucesos en el tiempo a través de un montaje sólido y hasta poético que arranca en 1935, continúa en 1940 en pleno frente de batalla en la costa francesa donde Robbie contrae septicemia, y en hospitales londinenses, donde las hermanas Tallis ejercen de enfermeras al tiempo que buscan encontrar una paz interior que no llegará jamás y finalmente, la expiación de la culpa redimida por una novela, la última debido a una enfermedad progresiva e irreversible, escrita por una anciana Briony (Vanesa Redgrave espléndida). En ella, la responsable de destruir la vida de su hermana decide, aunque sea a través de la ficción, redimir a la pareja y restituir a los amantes ese momento de felicidad que su inconsciencia les arrebató y que no pudo devolver en vida, en un filme cautivante y profundamente conmovedor.

RAFAEL AVIÑA

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